miércoles, 16 de abril de 2014

JOSH ROUSE Vs VIOLENT FEMMES, MADRID, 9 MAYO, SALA SHOKO.‏

 
Nueva entrega del ciclo We Used To Party. Y otra vez con una mezcla epatente. Ahora juntamos a un intérprete estadounidense de relevancia internacional pero, además, con profundo calado entre el público español y más desde que -en 2005- decidió convertir estos pagos (ya sean El Puerto de Santa María o Valencia) en lugares de residencia, con uno de los discos que construyeron el trampolín del rock independiente a principios de los 80, uno de esos clásicos de culto por los que no pasan los años (o si lo hacen es solo para elevar su estatus). Estamos hablando de Josh Rouse y de “Violent Femmes” (1983), el debut homónimo del grupo de Gordon Gano, Brian Ritchie y Victor de Lorenzo.
 
Un placer para melómanos. Se encontrarán, por lo tanto, dos maneras de entender el rock norteamericano. Por el lado de Rouse, la de orientación más bien californiana, bebedora de las fuentes del country-rock y el soft rock, aunque en su caso impregnada por los matices de una existencia nómada que le ha ido llevando desde su Nebraska natal (su debut de 1998 se tituló, no casualmente, “Dressed Up Like Nebraska”) hasta Nashville (con el nombre de esa ciudad bautizó a su álbum de 2005, tampoco casualmente) pasando por Utah, Dakota del Sur, Arizona... Sin olvidar la moderada mediterraneización de su sonido durante los últimos años, en discos como “Subtítulo” (2006) o “El Turista” (2010). Por el lado de Violent Femmes tenemos un enfoque más conectado con el Medio Oeste de aquel país, el de aquellos años, los del Reaganismo, con una juventud aislada que expresaba su inadaptación y el pavor a crecer, entre la inocencia de Jonathan Richman y sus Modern Lovers y el nervio tenso y el poso rebelde que había dejado la explosión punk. En esa encrucijada encontraron Violent Femmes su sonido, tan visceral y dinámico que cuando escribieron su debut largo escribieron su mejor libro. Tenía tripas, era crudo y te levantaba como el mejor rock de garage. A él han ido volviendo luego cuando han querido recuperar aquella urgencia, aquel abandono, que convirtieron en su mejor denominación de origen, sabedores de que tenían ahí la fuente que les ha dado agua más fresca. Y a él gira ahora la vista -y no debe ser casualidad- Josh Rouse, que también con su último disco, “The Happiness Waltz” (2013), ha recuperado su mejor brío.

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