jueves, 27 de octubre de 2022

HILARIO J. RODRÍGUEZ, LAS DESAPARICIONES: LAS COORDENADAS GEOGRÁFICAS DEL TIEMPO O EL ARTE DE LO INVISIBLE Y LO INESPERADO

 


Leer. Pintar. Buscar. Bucear en las entrañas de la vida y viajar entre las coordenadas geográficas del tiempo. Allí, donde el arte de lo invisible y lo inesperado toma cuerpo, palabra, obra y acción. Allí, donde disfrutar del feliz descubrimiento es una invocación a una nueva vida. Allí, allí, allí… donde anida la materia infinita rodeada de fantasmas. Así se podría definir al arte y a sus múltiples manifestaciones que van a caballo, delante o detrás, de las manecillas del tiempo. El tiempo… espacio geográfico en el que indagar, y a partir de ahí, celebrar, aprender, enamorarse o rehuir de lo hallado. El tiempo… ese lugar donde se encuentran lo único y lo múltiple. El espacio en el que se produce el mayor de los milagros: adivinar lo que se esconde detrás de lo que es puro reflejo o ensoñación, porque es la materia intangible que nadie ve más que uno mismo—. El tiempo… o la capacidad de llegar a reaccionar a tiempo ante lo inesperado y de ese modo reclutarlo hacia nuestro propio bien. De esa incertidumbre nace la tierra infinita que crece a nuestro alrededor. La tierra que se abona con la lujuria de los otros. Aquellos que escriben, pintan, o se manifiestan sin otra intención que la de ser, buscar o encontrarse. Aquí no hablamos del éxito a gran escala, sino del silencio con el que reparamos nuestras heridas y seguimos soñando con alcanzar lo inabarcable: el tiempo. El tiempo y sus coordenadas geográficas se manifiestan en este libro a medio camino entre el ensayo, la auto-ficción o la novela de investigación, como un todo externo al mundo regido por las normas más convencionales. Las desapariciones es la magia que se esconde tras los espectros de un mundo al margen. Un mundo, donde las sombras, los espejos y las tinieblas son los auténticos protagonistas de un universo único por distinto, mágico por envolvente, y aterrador por el desasosiego en el que se sustenta. Gracias a Hilario J. Rodríguez, y su capacidad de abstracción, nos aproximamos a un espacio donde el tiempo es una grieta de sí mismo. Una grieta que nos lleva de acá para allá y difumina nuestras buenas intenciones para obligarnos a explorar nuevos territorios sin brújula y sin ocaso. Las desapariciones es un viaje atemporal por el mundo del arte y sus múltiples manifestaciones. Un mundo no apto para afligidos y temerosos, porque se trata de un viaje para espeleólogos de las palabras y las imágenes, pues unas y otras se complementan y se yuxtaponen a través de las páginas de esta ficción de la nada y el todo. De este relato de asesinos que se matan a sí mismos y de pintores que nadie conoce. De escritores del espacio en blanco que se magnifican mediante su anónima obra y presencia. El cine, la meta literatura, el proceso creativo y la sinergia de aquel que intenta salvar o confrontar su propia memoria con el paso del tiempo, abren un camino distinto. Un camino protagonizado por las sombras de los que pasan sin pena ni gloria; unos sin nombre a los que Hilario J. Rodríguez saca del anonimato y va dando protagonismo en los diferentes capítulos que componen este libro. Personajes que, de una forma mágica, se unen los unos a los otros sin una auténtica razón temporal o biográfica que los sustenten más allá de la pericia de su autor, que los une y los teje con unos hilos mágicos; hilos infalibles. A través de esos hilos mágicos e invisibles vamos descubriendo mundos y experiencias que no conocíamos, o que simplemente, habíamos desechado a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, de esos detritus temporales y afectivos nace un libro único, atemporal y portentoso. Un libro que no te deja indiferente. 

El escritor y crítico de cine, Hilario J. Rodríguez, ha creado en Las desapariciones una película en seis actos que, en principio, nada tienen que ver los unos con los otros, y sin embargo, se van dan la mano gracias a las coordenadas de un tiempo que no es tal, sino que más bien responde a una necesidad de atrapar aquello que ya no fue, y que en manos del escritor gallego, vuelven a ser gracias a su gran capacidad de un explorador de sombras. 

Una mención especial merece la edición de esta novela y suponemos que del resto del catálogo de Newcastle Ediciones donde el amor a los libros de su editor, Javier Castro Flórez, queda patente en la calidad del papel, su tacto, su tipografía, su interlineado y el cuidado estudio fotográfico que acompañan a este libro lo hacen distinto en forma y materia, además de en contenido. Su formato de mano extendida te permite leerlo en cualquier lugar o situación… En definitiva, estamos ante un nuevo mundo editorial y literario en el que, las coordenadas geográficas del tiempo o el arte de lo invisible y lo inesperado, se convierten en infinitas, como infinitas son las sombras que nos habitan. 

Ángel Silvelo Gabriel

miércoles, 26 de octubre de 2022

MANUEL MOYA, DIENTES DE PERRO: PALABRAS QUE DEAMBULAN ENTRE EL ASOMBRO Y LA ZOZOBRA

 



La vida, en ocasiones, se nos presenta como un fogonazo que nos deslumbra o nos destruye. Ambas, sensaciones que nos marcan y nos delatan ante los demás y descubren esa parte de nosotros mismos a la que nunca nos atrevemos a mirar. Manuel Moya lo sabe, porque en Dientes de perro nos retrata la vida con palabras que deambulan entre el asombro y la zozobra. Una elección que no es baladí si pensamos que las dos forman parte de las características que todo microrrelato debe poseer. Unos textos mínimos, los que nos propone Moya, que no se pueden permitir la opción de fingir o engañar, porque su mensaje es otro: una misiva que se asemeja a la flecha que va de forma certera en busca del corazón, como muy bien nos apunta al inicio del libro en su, Curso de lectura de Microrrelatos, con el que abre la espita de esta nueva muestra de su capacidad creativa que va a medio camino entre el prólogo y la metaliteratura más poética. Una definición de su imaginación que nos sirve de santo y seña de lo que más adelante nos encontraremos como lectores. Pruebas de su fina forma de mirar el mundo y la vida. Un mundo y una vida en la que todo tiene su porqué o su espacio, pues sus textos se mueven entre la capacidad poética intrínseca al amor, el más depurado cinismo, o la  más aplastante denuncia. 

Si hay una particularidad que destaca en cada una las ciento quince piezas que componen Dientes de perro es el uso de la brevedad a la hora de resaltar el margen de la realidad que nos condena al absurdo. Una técnica que el escritor onubense emplea para hacer crítica social: Sísifo o Ceguera; o existencial: Postal desde Atenas. Propuestas que tampoco dejan de lado tanto las referencias bíblicas como las que están más pegadas al día a día y al recorrido por los recuerdos: La maleta roja. Lo que no impide al autor proponernos algunos microrrelatos que son meras anécdotas o apuntes sin la menor intención de hacernos reflexionar, sino que más bien son el reflejo de razones estilísticas que van más allá de la brevedad para convertirse en textos disruptivos respecto al resto, lo que convierte al conjunto en un caleidoscopio de intenciones literarias distópicas, oníricas y multidisciplinares sin otra medida que la del propio desconcierto que toda pieza mínima como es el microrrelato debe asumir como propia. 

Más allá del puro estilismo literario, en Dientes de perro también existe el juego. Aquel que Manuel Moya nos propone cuando nos presenta la misma historia con el mismo título o con una denominación  y final diferente, logrando con ello un efecto vaivén que nos habla de la capacidad rupturista de la literatura y de su fragilidad estilística y temporal, dependiendo del momento y el lugar en el que el escritor aborde un mismo tema. Algo parecido ocurre en sus microrrelatos-postales, microrrelatos-cuentos infantiles... distribuidos a lo largo del libro; un tipo de viaje en forma de sinopsis espacio-temporal que le sirve a Moya, para entre otras cosas, realizar un enmarque geográfico a sus historias y recuerdos: Nápoles, Atenas, Medellín, La Habana, Pulgarcito, Caperucita… Pero sin duda, la genialidad de estas historias mínimas se esconden en sus micros poéticos, donde todo se sugiere y resplandece en apenas unas pocas palabras, como por ejemplo sucede en El mar: «Entonces ella se tumbó conmigo y me regaló el mar»; una magnífico ejercicio estilístico del poder que ejercen sobre nuestra imaginación los microrrelatos bien concebidos y expresados. Como, del mismo modo, dejan patente las huellas de identidad de todo texto mínimo aquellos que se definen por su final sorpresivo. Un recurso efectista que tiene Andenes, donde Moya encaja a la perfección en el texto esta característica que forma parte del famoso decálogo de los microrrelatos. 

En definitiva, Manuel Moya nos vuelve a sorprender por su capacidad creativa e imaginativa con las que nos muestra la vida tal y como es, o tal y como la vemos, o tal y como la interpretamos o la reinterpretamos, porque sus Dientes de perro, que estallan ante nuestros ojos como pequeños artefactos al ser leídos, están llenos de palabras que deambulan entre  el asombro y la zozobra. 

Ángel Silvelo Gabriel

lunes, 10 de octubre de 2022

SECOND, LOS CUATRO DE MURCIA, ANUNCIAN SU SEPARACIÓN TRAS 25 AÑOS DE CARRERA MUSICAL: MIS RECUERDOS JUNTO A LA BANDA

 


Tras 25 años de carrera musical, el grupo murciano Second anuncia por sorpresa su separación. Un epílogo al que, eso sí, van a proporcionar un broche de oro en forma de gira y grabación en directo de su concierto en el Teatro Price de Madrid, el próximo 28 de enero de 2023. Atrás queda su triunfo en el Concurso Internacional de Bandas GBOB en Londres, lo que les permitió hacer una gira por el Reino Unido y grabar su disco Pose (2003); un disco con canciones en inglés que desprendían la bruma de grandes bandas inglesas como The Cure. Atrás también queda aquella tarde de verano en la que en una vuelta de vacaciones un servidor, al que José Ángel Frutos en su momento definió como «el “reseñista” oficial de la banda», escuchó por primera vez su gran hit, Rincón Exquisito. Pocos meses después tuve la fortuna —y sin apenas experiencia— de entrevistar al frontman de Second en las escaleras que llevan a los camerinos de la Sala El Sol de Madrid cuando vinieron a presentar a la capital su cuarto disco Fracciones de un segundo. En aquel improvisado lugar repasamos gustos musicales y literarios, así como los problemas que nunca entendí de distribución de sus discos y, por ende, de un mayor margen de popularidad que, sin duda, siempre han merecido. Second son y serán el claro ejemplo de que la calidad y las intenciones intrínsecas a una carrera artística no siempre van acompañadas del reconocimiento que se merecen, por mucho que el grupo haya crecido una barbaridad en los últimos años. En este sentido, uno siempre se quedará con la letra de su canción El eterno aspirante, donde música y letra son el mejor ejemplo de lo que debe ser una gran canción pop. Un tema que, por cierto, solo han tocado en directo y no han incluido en ninguno de sus discos, y que por ahora desconocemos si incluirán en el setlist de su gira de despedida. Second es ese rara avis que logras hacer tuyo como si fuese algo que llevas dentro sin haberte dado cuenta de ello hasta que por arte de magia sale a la luz y ya no puedes desprenderte de él. Sus canciones son parte de la senda a través de la que te vas abriendo camino en tu día a día sin llegar a pensar nunca, que un día tendrán un final. 

Atrás han quedado también sus actuaciones en la Sala Joy Eslava de Madrid, donde sus más fieles seguidores se hacían eco a nuestra llegada a los conciertos a la voz de: «ahí vienen los del Qué!», en referencia al periódico del grupo Vocento en el que más tarde se publicaría la reseña del concierto. Como atrás quedan también las entrevistas realizadas al grupo y las pequeñas confidencias que uno tuvo con José Ángel Frutos antes de que dieran el salto definitivo al escalón de los grandes grupos indies españoles (y uno apartar la música para darle todo su espacio a la literatura), una categoría desde la que han dictado magisterio para muchos de los grupos que vinieron después y de la que están dejando muestras en todas y cada una de las notas de despedida y agradecimiento que están dejando y llenando las redes sociales en estos momentos. Conciertos, en los que también fuimos testigos y cómplices del inicio de la carrera musical de Maryan Frutos y su grupo Kuve (una de las mejores voces femeninas del panorama pop español, como ya dije en su momento). A lo que debo añadir que de casta le viene al galgo, porque siempre he dicho que José Ángel Frutos, ahora Sean, ha sido, es, y será, una de las mejores voces del indie español (si no la mejor) y un frontman de primera línea sobre el escenario. Oficio, experiencia y virtudes que comparte junto a Jorge Guirao, Fran Guirao, Nando Robles, y hasta que estuvo con ellos, Javi Vox. 

Second es una de esas experiencias vitales que tienes la suerte de compartir y vivir a lo largo de tu vida, pues sus canciones tienen esa extraña virtud de la consistencia que acompaña a nuestros sueños año tras año. De ahí parten su gran legión de seguidores: vitales, enérgicos y, como no, soñadores, pues de la carrera musical de, Los Cinco de Murcia —ahora Cuatro—, se pueden extraer muchas cualidades, como por ejemplo, es su perfecta puesta en escena donde su sonido ha crecido y crece sin parar, pero también, les asiste esa esperanza que se ponen en las cosas que uno más quiere, pues uno de los aciertos de su carrera es que han sido capaces de hacer familia; una gran familia que les acompaña a lo largo de sus conciertos temporada tras temporada, y acompañará mucho tiempo después. En estos momentos, aún recuerdo un concierto que dieron las fiestas de un pueblo cercano a Madrid donde no había mucha gente, en el que la calidad del sonido de aquella tarde-noche será imposible de olvidar: relajados, contentos, cercanos y dispuestos a darlo todo. Es una pena que de ese gran concierto apenas quedarán notarios para transmitirlo, lo que sin embargo no fue óbice para que ellos demostraran una vez más su profesionalidad. Retos y contra-retos incluidos, Second, han sido y serán, dueños y señores de ese sonido envolvente, de clara influencia anglosajona que deviene en un sonido pop que siempre nos va a saber a gloria por la plenitud de reflejos con los que nos iluminan. Caras de felicidad que ahora, de momento, han devenido en tristes por su inesperada despedida. 

Tras su despedida nos quedarán sus canciones. Ese eco que de vez en cuando nos llegará desde nuestra cada día más maltrecha memoria y que, sin embargo, nos reconciliará con el tiempo y la vida. Con lo que una vez fuimos y ahora somos. Con esa partitura mil veces repetida y que nadie conoce porque solo nos pertenece a nosotros y al mundo que nos hemos creado en torno a Los Cuatro de Murcia cuando escuchamos sus canciones o vemos sus vídeos. Tras su despedida también nos quedará recuperar los buenos momentos vividos y las personas con las que los hemos compartido. Una lucha de gigantes contra el tiempo, sí, pero una lucha en la que siempre vencerán nuestros corazones; un lugar en el que siempre habrá un hueco para Second, que nunca fueron los segundos, sino que, siempre fueron y serán, los primeros.  

Ángel Silvelo Gabriel (El que fuera reseñista “oficioso, que no oficial, de Second).