Leer. Pintar. Buscar. Bucear en las entrañas de la vida y viajar entre las coordenadas geográficas del tiempo. Allí, donde el arte de lo invisible y lo inesperado toma cuerpo, palabra, obra y acción. Allí, donde disfrutar del feliz descubrimiento es una invocación a una nueva vida. Allí, allí, allí… donde anida la materia infinita rodeada de fantasmas. Así se podría definir al arte y a sus múltiples manifestaciones que van a caballo, delante o detrás, de las manecillas del tiempo. El tiempo… espacio geográfico en el que indagar, y a partir de ahí, celebrar, aprender, enamorarse o rehuir de lo hallado. El tiempo… ese lugar donde se encuentran lo único y lo múltiple. El espacio en el que se produce el mayor de los milagros: adivinar lo que se esconde detrás de lo que es puro reflejo o ensoñación, porque es la materia intangible que nadie ve más que uno mismo—. El tiempo… o la capacidad de llegar a reaccionar a tiempo ante lo inesperado y de ese modo reclutarlo hacia nuestro propio bien. De esa incertidumbre nace la tierra infinita que crece a nuestro alrededor. La tierra que se abona con la lujuria de los otros. Aquellos que escriben, pintan, o se manifiestan sin otra intención que la de ser, buscar o encontrarse. Aquí no hablamos del éxito a gran escala, sino del silencio con el que reparamos nuestras heridas y seguimos soñando con alcanzar lo inabarcable: el tiempo. El tiempo y sus coordenadas geográficas se manifiestan en este libro a medio camino entre el ensayo, la auto-ficción o la novela de investigación, como un todo externo al mundo regido por las normas más convencionales. Las desapariciones es la magia que se esconde tras los espectros de un mundo al margen. Un mundo, donde las sombras, los espejos y las tinieblas son los auténticos protagonistas de un universo único por distinto, mágico por envolvente, y aterrador por el desasosiego en el que se sustenta. Gracias a Hilario J. Rodríguez, y su capacidad de abstracción, nos aproximamos a un espacio donde el tiempo es una grieta de sí mismo. Una grieta que nos lleva de acá para allá y difumina nuestras buenas intenciones para obligarnos a explorar nuevos territorios sin brújula y sin ocaso. Las desapariciones es un viaje atemporal por el mundo del arte y sus múltiples manifestaciones. Un mundo no apto para afligidos y temerosos, porque se trata de un viaje para espeleólogos de las palabras y las imágenes, pues unas y otras se complementan y se yuxtaponen a través de las páginas de esta ficción de la nada y el todo. De este relato de asesinos que se matan a sí mismos y de pintores que nadie conoce. De escritores del espacio en blanco que se magnifican mediante su anónima obra y presencia. El cine, la meta literatura, el proceso creativo y la sinergia de aquel que intenta salvar o confrontar su propia memoria con el paso del tiempo, abren un camino distinto. Un camino protagonizado por las sombras de los que pasan sin pena ni gloria; unos sin nombre a los que Hilario J. Rodríguez saca del anonimato y va dando protagonismo en los diferentes capítulos que componen este libro. Personajes que, de una forma mágica, se unen los unos a los otros sin una auténtica razón temporal o biográfica que los sustenten más allá de la pericia de su autor, que los une y los teje con unos hilos mágicos; hilos infalibles. A través de esos hilos mágicos e invisibles vamos descubriendo mundos y experiencias que no conocíamos, o que simplemente, habíamos desechado a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, de esos detritus temporales y afectivos nace un libro único, atemporal y portentoso. Un libro que no te deja indiferente.
El escritor y crítico de cine, Hilario J. Rodríguez, ha creado en Las desapariciones una película en seis actos que, en principio, nada tienen que ver los unos con los otros, y sin embargo, se van dan la mano gracias a las coordenadas de un tiempo que no es tal, sino que más bien responde a una necesidad de atrapar aquello que ya no fue, y que en manos del escritor gallego, vuelven a ser gracias a su gran capacidad de un explorador de sombras.
Una mención especial merece la edición de esta novela y suponemos que del resto del catálogo de Newcastle Ediciones donde el amor a los libros de su editor, Javier Castro Flórez, queda patente en la calidad del papel, su tacto, su tipografía, su interlineado y el cuidado estudio fotográfico que acompañan a este libro lo hacen distinto en forma y materia, además de en contenido. Su formato de mano extendida te permite leerlo en cualquier lugar o situación… En definitiva, estamos ante un nuevo mundo editorial y literario en el que, las coordenadas geográficas del tiempo o el arte de lo invisible y lo inesperado, se convierten en infinitas, como infinitas son las sombras que nos habitan.
Ángel
Silvelo Gabriel