¿Qué hay tras la línea del horizonte que divide a la realidad de los sueños? ¿Hay esperanza más allá del impenetrable —por aburrido—, día a día que monótono consume nuestras vidas? El ser humano se caracteriza, entre otras cosas, por necesitar del poder de la esperanza. Una especie de pócima que le renueve las ganas de sentir, de ser, de hallarse a sí mismo, o de felicitarse por el mero hecho de estar vivo. La literatura lo ha llevado a cabo, por ejemplo, a través de la fábula, la parábola, el esperpento o el realismo mágico con los que establece unos parámetros narrativos distorsionados que le sirven para reinterpretar la vida, el mundo o una sociedad determinada, si bien, la narración que nos ofrece Ramón Alcaraz en El fabuloso zoológico ambulante, va más allá de los clichés literarios al uso para transformar su novela en un ejemplo de carnaval literario vestido de esperanza, en el que de una forma portentosa vuelca sus amplios conocimientos literarios y experiencia como profesor de talleres literarios, y también, como guionista. De esas dotes narrativas e interpretativas se sirve para ir componiendo una historia donde la magia es un elemento que se diluye en cada línea, y de paso, dota al texto de una fuerza inusitada.
La ficción de Alcaraz no es evasiva, sino más bien simbólica, como el mejor de los cuentos que nos puedan narrar. Y ahí prevalece y perdura su oficio literario, del que podríamos añadir que se tata de una inteligente yuxtaposición entre el mundo real que nos define, y el mágico que anhelamos y transita entre deseos llenos de esperanza. Así, Alcaraz nos plantea el miedo al extraño, al diferente y a lo nuevo, cuando todo ello llega a un pueblo aislado y perdido en sus propios pecados. Sus personajes son los arquetipos de toda sociedad que muere embrutecida por sus inconsistentes planteamientos ideológicos que van desde las creencias religiosas, a la magia, o el poder de las falsas noticias, como un abanico reflexivo de las sociedades aisladas que son víctimas de sus propias mentiras.
El fabuloso zoológico ambulante es, además, un trepidante viaje a través de los sentimientos humanos que nos describen y delatan como personas, donde la codicia, el ansia de poder, o la imperiosa necesidad de destacar sobre el resto van allanando la posibilidad de entendimiento entre los habitantes de San Antonio, un pequeño pueblo que se alza como un minúsculo experimento del mundo. Un mundo al que Ramón Alcaraz dota de un léxico exuberante, culto y exquisito, en el que persiste la plenitud de las palabras y términos que emplea en aras de la narración. Una narración que destaca por su pulcritud y alto ritmo narrativo, lo que provoca por un lado la rapidez de la acción, y por otro, el ansia de calmar la curiosidad del lector que, a poco que se deje llevar, caerá en los poderosos tentáculos literarios con los que escritor de Cartagena dota a su novela. Una novela que, tal y como nos confesó él mismo el día de la presentación, ha permanecido treinta años metida en el cajón, lo que nos da una buena medida de la universalidad de la literatura, y por supuesto, de lo actual que sigue resultando este experimento social-literario que nos brinda su autor como mejor manera de definirnos como sociedad, a lo que sin duda, nos ayuda la pericia literaria de Ramón Alcaraz a la hora de convertir una historia en un carnaval literario vestido de esperanza.
Ángel Silvelo Gabriel.