Alfa trabaja en una trilogía de Eps que comienza este octubre con “Destierro En San Dimas” “Santa Cecilia Y El Diablo” y “El Predicador Eléctrico” completan una obra que ya tiene fechas y lugar de presentación. Serán tres noches en la sala Galileo Galilei junto a The Bang, banda que acompañará a Alfa en directo.
‘Destierro En San Dimas’ narra la primera parada de un camino que continuará con ‘Santa Cecilia Y El Diablo’ y que finalizará con ‘El Predicador Eléctrico’. Tres obras que verán la luz a lo largo de los próximos doce meses y que ya tienen fechas y lugar de presentación. La sala Galileo Galilei acogerá estas tres presentaciones los días 22 de noviembre, 6 de marzo y 5 de junio. En cada una de estas presentaciones, y como viene siendo habitual en los directos de Alfa, se regalará el correspondiente Ep con la compra de cada entrada.
‘Destierro En San Dimas’ se ha grabado, como sus antecesores, en los estudios ACME de Avilés junto a la producción del experimentado Miguel Herrero. Ha contado con la colaboración de María Rozalén en “Los Amores Bastardos”, canción protagonista de un videoclip que verá la luz próximamente. Este Ep además ha involucrado al actor, y ahora también productor musical, Canco Rodríguez que ha querido apoyar un proyecto que venía siguiendo de cerca desde sus inicios. "Cuando uno cobra de la cultura, tiene que invertir en cultura", explica el propio Canco Rodríguez cuando se le pregunta sobre esta trilogía. En el directo Alfa estará acompañado por The Bang, formación madrileña integrada por Pablo Galiano, Dani Patillas, Joe Eceiza e Iñigo Iribarne. Conciertos de Alfa & The Bang.
22 de noviembre 2014- ‘Destierro En San Dimas’. Sala Galileo Galilei.
6 de marzo 2015- ‘Santa Cecilia Y El Demonio’. Sala Galileo Galilei
5 de junio 2015- ‘El Predicador Eléctrico’. Sala Galileo
“DESTIERRO EN SAN DIMAS”, por Alfa
Fecha de publicación: 22/10/14
Fecha de presentación: 22/11/14 Galileo Galilei (Madrid)
¿Qué es el Destierro En San Dimas?... pues, para empezar, San Dimas es la calle donde está la sala de conciertos del Siroco. Siroco ha sido un embudo por el que ha terminado pasando casi la totalidad de los grupos de rock y de pop madrileños, y creo que una buena parte de los españoles, y aún más, alguna que otra banda extranjera… así que supongo que todos los que hemos estado, estuvimos o estamos en esto tenemos unas cuantas cuentas con el escenario y la barra de este sitio… quizá probásemos por primera vez alguna droga allí, quizá echamos un polvo furtivo en el cuarto de baño, y seguramente vivimos más de un momento difícil y desagradable dentro del garito.
A pesar de su nombre y de su fama, el Siroco siempre ha sido un antro, un rincón donde los buenos y los malos momentos sucedían en una hacinación de alcohol, drogas y hormonas… y en el caso de algunos como yo, en una hacinación de rock and roll... o sea, que fuimos todos los desterrados en algún momento de nuestras vidas allí, para vivir lo que en realidad queríamos vivir, para alejarnos y tomarle el pulso a la vida, lejos de la patria de los parques, los bancos y los baretos de nuestros barrios, hambrientos de nuevos perfumes y de nuevas nacionalidades que habían decidido amontonarse con nosotros en aquel lugar. Chicos y chicas de los barrios del sur, de Carabanchel y Aluche, del norte, de Tetuán y El pilar… de extrarradios más lejanos aún, y de los cercanos microcosmos de Salamanca o Bilbao…
… así fue el Siroco el escenario que muchos elegimos para conocernos, amarnos y pelearnos temporalmente, para acabar la noche volviendo a la patria en algún Búho, o en un taxi compartido… o, a veces, para convertirnos en inmigrantes de la cama y la mañana de un o una amante de otro país, desayunando churros sin haber dormido en Moratalaz o en Usera… y digo un destierro porque en realidad, estábamos obligados a converger allí, si queríamos vivir de aquella fantástica manera que las grandes canciones insinuaban… nadie puede vivir Honky Tonk Woman en el bar de su barrio… definitivamente no… no debe…
Por eso cuando malgastábamos la vida, que es la única forma que hay de vivirla como dios manda, nos desterrábamos un poco más cada baza. Hasta que empezamos a volver a casa más como combatientes ajados que como hijos pródigos. Hasta que nuestra casa dejó de ser nuestra casa. Para mí, mi patria se convirtió en una cárcel, una cárcel grande y arbolada, donde los barrotes eran mis propios principios e ideas, donde me convertí verdugo y carcelero de mis propios anhelos, que a pesar de todo fueron lo suficientemente grandes y fuertes para reivindicarse con furia, para gritar, en los pocos momentos de lucidez kamikaze, “¡huye!, ¡vete!”
Destierro en San Dimas es la primera parada que cuenta esta huida, que nada más empezar se convirtió en un viaje, porque uno no puede huir de sí mismo, pero sí viajarse, sí explorarse, sí perderse y encontrarse… como decía, Destierro… narra la primera de las tres partes de este viaje que acabará con la publicación de El Predicador Eléctrico y que pasará por Santa Cecilia y El Diablo… tres nombres cargados de simbología religiosa que no tienen en realidad nada de místicos, más bien son obscenos y viscerales, como las grandes canciones insinuaban…