domingo, 30 de abril de 2017

AMOR ETERNO.- MICRORRELATO DE ÁNGEL SILVELO


 
En este momento imagino que sólo estoy un poco... vacío. Facebook me prometió amor eterno, y Twitter una relación duradera pero sin compromisos por su parte. Yo accedí, porque no quería pasar más tiempo en el anonimato. Relaciones adultas de usar y tirar, ese era el trato. A pesar de todo, en ellos me confesé, e incluso me dejé compartir. «Todo por nada, ¿recuerdas?», me decía mi conciencia cada vez que me veía ninguneado por la ingratitud de las gentes que acampaban por las redes sociales, y sin embargo..., dejé que mis sueños se desmoronaran por la laxitud de un simple toque de dedo pulgar. Mi socio también se hartó de mí, y me dejó abandonado en un banco de una gran avenida. En ese fatídico momento pensé que no había fianza posible que me salvara de mi fatídica condena. Me dejó recostado sobre un banco, seguro de que nadie vendría a rescatarme. En verdad, sólo soy un libro mal escrito por unas manos más preocupadas en pasar a la eternidad que en escribir bien. Sin embargo, el BookCrossing al que fui sometido, ha hecho que alguien me haya acogido entre sus brazos y me esté dando una nueva forma, y una nueva vida a los personajes que albergo. Mi dueño actual tiene grandes planes para mí. Ya no soy un perro sin collar, perdón, un libro sin autor, pues ahora han pensado en llevarme a una editorial, por lo que he oído, una especie de albergue para los libros, donde nos leen con atención antes de salir del anonimato. Intuyo que Facebook y Twitter a él le seguirán obviando, pero no a mí, que esta vez inundaré las redes sociales con un nombre y apellidos distintos, pues a nadie se le ocurrió registrarme ni jurarme amor eterno.
Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel

STEFAN ZWEIG, ADIÓS A EUROPA: EL RETRATO DE LA DESESPERANZA


 
Hay muchas preguntas a las que jamás encontraremos una respuesta, quizá, porque no la tengan, o también porque nosotros mismos no somos capaces de encontrársela. En esa encrucijada es donde parece estar sumido el protagonista de esta historia de derrotas anímicas. Él que dedicó toda su vida a interpretar y reinterpretar la conducta del ser humano a través de la literatura, acabó, sin embargo, dibujando el retrato de la desesperanza en una huida hacia ninguna parte que sólo se puede saldar de una forma trágica. Ese desentendimiento del mundo porque uno no es capaz de entender el comportamiento del hombre, es lo que auto condena a Stefan Zweig de un modo tan silencioso como turbador. Hay muchas miradas perdidas y soledad en los diferentes episodios de esta película, en los que su directora,  María Schrader, nos proporciona una visión de los últimos años del escritor austriaco igual que si estuviésemos asistiendo a la pintura de un cuadro. Un cuadro abstracto si tenemos en cuenta que en apenas un prólogo, cuatro escenas, y un epílogo, queda dibujado el semblante de uno de los escritores más importantes del siglo XX. La directora, de una forma neutral, nos muestra la cotidianeidad teñida de desesperanza del Zweig perdido en la inmensidad de un mundo que, a él, sin embargo, se le quedó pequeño en su necesidad de huida de la barbarie. Ni el sol ni el calor ni la exuberante vegetación cercana a los trópicos, fueron suficientes para borrar la sensación de abismo que le provocaba Europa. De ahí, que si queremos adivinar algo más sobre el personaje al visionar este film, debamos de prestarle atención a las miradas perdidas de Zweig (interpretado por un sensacional Josef Hader), y a sus sonoros y llamativos silencios, como por ejemplo, el que se produce en la segunda escena cuando asiste en Buenos Aires al Congreso Internacional de Escritores, siendo él el único en quedarse sentado mientras el resto aclama la lista de escritores alemanes y europeos que han tenido que abandonar Alemania y Europa por la opresión nazi. Ante una mirada de perplejidad que denota una desconexión total con el resto, Zweig acaba levantándose y aplaudiendo como si en vez de ser un protagonista más de la escena, sólo fuese un mero espectador exterior impulsado por la muchedumbre. 

En ese lenguaje de símbolos y signos al que nos somete al directora de la película, tampoco se nos debería escapar ese gran contraste de fuerza, solemnidad y colorido de las primeras escenas respecto de las últimas, pues las puestas en escena, en sí mismas, nos hablan de la magnitud contrapuesta que existe también fuera de Europa y de la formación de sus totalitarismos, respecto de la importancia de los gestos a la hora de difundir las ideas, pues así se nos antoja que sucede en la escena inicial del recibimiento de Zweig en Brasil, o en el anteriormente citado Congreso de Escritores en Buenos Aires (que nos recuerda a las multitudinarias concentraciones nazis para escuchar a Hitler). Un simbolismo, este, al que tampoco le faltan mágicas referencias a la obra del escritor austriaco, como sucede en la imagen de los caballos corriendo en el hipódromo que, más allá de la huida, traspasan la barrera de las imágenes para situarnos en los relatos en los que Zweig vierte su mirada precisamente sobre ese escenario. Esta magia, sin embargo, también se traspone en una oscura realidad a la que el protagonista no se muestra capaz de hacer frente, lo que vemos en la escena en la que su primera mujer Friderike Maria Burger von Winternitz (interpretada de una forma soberbia por Barbara Sukowa) le infiere la necesidad de que se complique aún más a la hora de expatriar a los amigos que aún quedan en Europa. En este sentido, Zweig siempre se siente interpelado por unos y otros, hasta tal punto que lo único que reclama para sí en medio de tanta barbarie, es una silla y una mesa donde poder escribir, y quizá, olvidar aquello que le oprime sólo por un instante. En este sentido, la rebeldía de Zweig es silenciosa, taimada e incomprendida en su contraposición con su obra, porque quizá, como le sucede a tantos y tantos artistas y escritores, nadie entiende que en el arte de la creación lo que cuenta es aquello que no se ve. Si nos atenemos al perfil que Maria Schrader hace del escritor, tenemos que convenir que ella se ha mostrado sumamente escrupulosa a la hora de mostrarnos a un Zweig subido en un pedestal, más bien al contrario, asistimos un tanto atónitos a un descarnado retrato de la desesperanza cotidiana de un gran escritor, que se muestra tan perdido como el mundo en el que vive. Esa desnudez fílmica de la imágenes, sin duda, alcanza su zénit en un magnífico plano secuencia final, cuya puesta en escena es sencillamente magistral, y en la que aparte de asistir a la muerte del escritor  y su mujer, somos plenamente conscientes del poder que en sí mismo tienen la imagen, y una vez más, los símbolos que le acompañan. No se nos podría haber mostrado un final de una forma más portentosa y reveladora de todo aquello que hemos visto antes: los silencios, las miradas perdidas, la perplejidad, y la necesidad de seguir huyendo. 

Cuando somos incapaces de destruir a los monstruos que nos acompañan de una forma perenne, debemos aprender a convivir con ellos, una estrategia que sin embargo no siempre es posible llevar ala práctica, sobre todo, para aquellos que lo han tenido todo en su vida. Esos miedos en forma de  ecos perdidos de la barbarie nazi son los que están siempre presentes en la película. A Zweig no le hace estar caminando por las calles de Berlín para sentir el ruido de las botas de los militares alemanes tras su espalda y el miedo que ellas le producen para sentirse bien consigo mismo. Con apenas 60 años Stefan Zweig puso fin a su vida junto a su joven mujer Lotte Altmann en una casa perdida de una no menos perdida ciudad de Brasil. Allí donde nadie había ido a buscarle para ajustarle cuentas por ser judío, y donde nadie, salvo él mismo, había tirado la toalla en esa cruente batalla que el mundo liberó contra la barbarie que acompañó al nazismo hasta su derrota. 

Stefan Zweig, Adiós a Europa, es el retrato silencioso y demoledor de una huida al interior de un abismo del que el escritor austriaco no supo deshacerse, y que en esta película, nos es mostrado tan desnudo como alejado de la grandilocuencia de la época en la que se desarrolla, pues no subyace en la misma sino una intención de mostrarnos el mudo eco del retrato de la desesperanza. 

Ángel Silvelo Gabriel. 

sábado, 29 de abril de 2017

YA ESTÁ DISPONIBLE EN LA RED EL Nº 24 DE LA REVISTA TERRAL


Estimados lectores y colaboradores.
Un número más de la revista Terral, el 24, se asoma a vuestras pantallas.
Espero y deseo que sea de vuestro interés, y si lo veis conveniente la difundáis. 
Gracias al equipo de redacción y a los colaboradores, que número a número están haciendo posible la revista Terral
Como el tiempo lluvioso es propicio para quedarse en casa y creo que invita al sosiego ¿qué mejor cosa que una buena lectura?
 
Un saludo afectuoso
Lola Buendía
Directora de Terral
 

¡FELIZ NAVIDAD, PÁTER!, EL CUENTO DE NAVIDAD DEDICADO A LOS CAPELLANES DEL EJÉRCITO

 
El cuento ¡Feliz Navidad, páter! obtiene el tercer premio en el concurso de trabajos literarios convocados por la Subsecretaría de Defensa.
 
El autor de la obra premiada, ¡Feliz Navidad, páter!, es el funcionario Ángel Silvelo Gabriel, del Cuerpo de Gestión de la Administración Civil del Estado, destinado en la Subdirección General de Personal Civil del Ministerio de Defensa.
 
El cuento se desarrolla en el destacamento de Qala-i-Naw (Afganistán), aunque está dedicado a todos los capellanes que han prestado su apoyo a las unidades militares españolas desplegadas en el exterior. Esta narración ha sido galardonada con el tercer premio en la XIX Convocatoria de los Premios Artísticos y Literarios 2015 de la Subsecretaria de Defensa.
Arzobispado Castrense
Fecha de Publicación: 30 de Diciembre de 2015
 
Noticia publicada en el Semanario Católico de Información Alfa y Omega:
http://www.alfayomega.es/45108/el-cuento-de-navidad-dedicado-a-los-capellanes-del-ejercito
¡FELIZ NAVIDAD, PÁTER!
A todos los Capellanes Castrenses que han acompañado, y acompañan, a las tropas españolas en sus misiones en el extranjero.

Las Navidades del año pasado las pasé lejos de casa, en un enclave al que llamábamos el hogar de los vientos. No éramos Reyes Magos ni atravesábamos desiertos, pero nuestra estancia en Oriente muchas veces estuvo acompañada de granos de arena que nos daban en la cara. Extraños compañeros de viaje que, a pesar de ser invisibles a nuestros ojos, nos querían recordar qué hacíamos allí y cuál era nuestra labor en un lugar donde parecía que se había detenido el tiempo. No sé por qué, pero ahora que estoy de nuevo en casa, pienso en el páter que tanto nos ayudó en los momentos más difíciles de soledad y de melancolía en las lejanas tierras de Afganistán. Apenas queda una semana para que, otra vez, sea Navidad y, como hice el año pasado en Qala-i-Naw, me paso las noches mirando al cielo, igual que si fuera un niño, porque todavía creo que alguna de las estrellas que duermen en él me lanzará un mensaje para decirme que mis sueños esta vez también se cumplirán. No hay nada como sentir la inocencia de un chiquillo y pensar que tus deseos se harán realidad, a mí al menos, esa sensación me hace tener fe, mucha fe. Sin embargo, este año he pedido algo diferente, pues mi mayor anhelo es volver a verle, por eso sigo buscando su voz en los pasillos de mi memoria y, como no la encuentro, la persigo en el armario de los ecos perdidos. Nunca pensé en lo esencial que sería para mí su presencia, ni en el espejismo de vitalidad que me proporcionaba escuchar su ronco timbre de voz, sobre todo ahora, que se acerca la Navidad y él no está a mi lado. Menos mal, que mi caprichosa ansiedad, teñida de falsete, no se resigna y explora entre los ecos navideños que ve en las caras de los niños con los que me tropiezo cuando voy caminado por las aceras en un último intento de toparme con él. ¿Por qué se habrá marchado de mi memoria? Añoro su voz, y ansío no perderla dentro del cajón de mis mejores recuerdos, porque no quiero pensar en el páter como un trovador a la fuga, efímero como los villancicos que nos cantaba, y fugaz, como el hálito de mi corazón cuando le escuchaba. Busco entre las melodías olvidadas de mi infancia y, que él, de una forma tan generosa, me devolvía con una alegría nueva y diferente. Repaso siluetas, imágenes y nombres que solo se hacían presentes con su presencia, pero nada, es pertinaz en su ausencia. Hace mucho tiempo que no le escucho, es verdad, y quizá, esa sea la razón por la que no soy capaz de recordarlo mientras unos pequeños copos de nieve tiñen de blanco las aceras por las que camino. Quizá, ahora, como entonces, él esté lejos, y allí donde se encuentre a buen seguro estará repartiendo alegría, magia y sueños entre oídos agradecidos y necesitados de su voz y sus consejos. Rodeado de miradas que a él le transmitirán duras realidades, y que le recordarán, que al menos una vez al año, debe compartir sus ecos navideños con aquellos que de verdad le necesitan, como nosotros le necesitamos entonces. Es difícil de entender y, de hecho, nunca se lo he dicho a nadie, ni siquiera a él, que seguro que me hubiese comprendido, pero cuando atravesé el Estrecho lo hice con la sana intención de encontrar el verdadero significado de la vida y, sin embargo, me tropecé con el infinito. En Afganistán no me cansaba de mirar una y otra vez hacia el horizonte, pero no veía nada. Delante de mí solo había tierra y cielo; o mejor dicho, la sensación de un horizonte que, por infinito, era imposible de alcanzar, como nuestra misión allí. No hubo un solo día, de los que pasé en la base militar española Ruy González de Clavijo de Qala-i-Naw, en la provincia de Badghis, en el que mi mirada no callera hipnotizada por la profunda sencillez que me rodeaba y, en donde la verdadera esencia de las cosas, bien lo sé ahora, en muchas ocasiones se reducía a escuchar las palabras de aliento del páter. Allí todo se asemejaba, como en el mejor de los sueños, a la antítesis terrenal del mundo del que me había escapado. Era como si hubiese regresado al principio de todo, a la génesis de los tiempos, a las imágenes de las vidas perdidas, igual que si estuviese dentro del escenario de un belén y yo fuera uno de sus pastorcillos. Esa forma de ver y sentir la vida ya no me resulta tan extraña, sobre todo, si pienso que en la ciudad en la que yo vivo en España apenas se vislumbra el horizonte, porque la línea visual de un cielo gris está entrecortada por mil y un edificios que luchan por apoderarse de una pequeña parcela en el infinito; un espacio en el que nada te invita a soñar, ni siquiera las luces de sus ventanas que, como pequeñas luciérnagas, iluminan las historias de aquellos que no conocen lo que yo llamo el verdadero significado de la vida.

Cuando fui con mi Unidad a cumplir la misión que nos fue encomendada en Afganistán, abandoné el espacio de los sueños sin haber pedido un deseo y, con una disciplina que no dejó de sorprenderme desde que llegué a Qala-i-Naw, me impuse la obligación que el páter nos trasmitió desde que llegamos a la Base: haz el bien cada día, como si todos fueran el día de Navidad. Había mucho de bíblico en aquel consejo, porque Badghis es un lugar que se asemeja demasiado al inicio de los tiempos, a ese portal de Belén que se erigió como símbolo de una nueva era para la humanidad, y donde yo creo que encontré el verdadero significado de la vida. Allí mi labor de aprendizaje se iniciaba cada vez que atravesaba la frontera fortificada a la que había sido destinado, y entonces era cuando abría bien los ojos y alertaba todo lo que podía al resto de mis sentidos, para que de esa forma, nada se me escapara de todo aquello que veía y oía. De ahí, que no resulte tan extraño, si digo, que mi primera gran lección en ese lado del paraíso la tuve fuera de las murallas defensivas de la Base, a los pocos días de llegar, cuando conocí a Hamid, un chico muy listo que llegó a chapurrear algunas palabras de español que solo él y yo entendíamos. Esa fue, en un principio, mi misión más importante en ese espacio limítrofe con el fin del mundo: poner en práctica el Programa Cervantes y educar a los pequeños niños afganos a través de las palabras. El Quijote y los versos de Lorca o Juan Ramón Jiménez, llenaban el pequeño encerado del que disponía. Yo les ayudaba con dibujos y señas, y entre todos, compartíamos aquello que las letras y las palabras nos sugerían. Esa fue la mejor terapia que se me ocurrió para hacerles olvidar sus problemas, porque no hay nada mejor, para empezar el juego de los deseos, que hacerlo con una palabra. En muchas ocasiones, cuando terminaba mis clases, el páter venía a buscarme y, mientras me obsequiaba con su cercanía y amistad, me invitaba a acompañarle en las visitas que hacía a las casas de adobe donde vivían los niños afganos con los que antes yo había compartido las clases de español en nuestras aulas de lona. Siempre que los veía, recordaba dos cosas: la inocencia dibujada en su mirada, y el cariño que el páter les mostraba, porque yo, nunca antes en toda mi vida, había sido testigo directo de una lección tan grande de amor y humanidad hacia el prójimo. Esos días que pasé al lado del páter fui consciente de que para ser feliz no hacía falta nada, salvo la valentía de querer serlo. Mientras aquellos niños nos enseñaban sus casas de adobe, pensé, que en esos gestos cargados de generosidad, estaba el verdadero significado de la vida, esa entelequia que yo fui a buscar cuando crucé el Estrecho, lejos, muy lejos, de donde el destino había situado mi erróneo lugar de nacimiento. Quizá, ellos nunca serán conscientes de sus dotes colonizadoras, pero mientras que yo les alfabetizaba y les enseñaba a que hablaran algo de español, ellos a mí me transmitían la energía y la sabiduría que me hacía falta para salir curado de la enfermedad del mundo occidental que llevo a cuestas desde que nací. Cada día que pasé allí no desfallecí en mi búsqueda de la libertad…, mi libertad.

Desde entonces, siempre que me encuentro perdido, recuerdo las Navidades que pasé en Afganistán, cuando yo quería que nevara, porque deseaba que mis Navidades fueran como las de siempre: llenas de frío y copos de nieve a mi alrededor, y sobre todo, que fueran unas Navidades en las que estuviera acompañado de mi familia y de mis amigos. Todavía recuerdo, como si fuera hoy, que de una forma equivocada, pensé: aquí nunca nieva en Navidad, porque en su lugar, un viento frío acechaba todos mis recuerdos. Pero hubo una noche que soñé que nevaba, y al levantarme y ver el horizonte soleado, necesité buscar un por qué a mi desamparo. Me fui hasta la antigua capilla, que estaba vacía y abandonada desde que el páter se había marchado. En Qala i Naw, provincia de Badghis, era difícil tener creencias, pero a pesar de ello, yo intentaba con todas mis fuerzas reconfortarme en mi propia fe. Desde que el páter abandonó la misión, yo pensaba mucho en él, y en la serenidad que siempre me transmitió cuando mi ánimo era víctima del desaliento. Es verdad que, al día siguiente, cuando el halo beatífico de sus palabras había desaparecido de mi memoria, todo era distinto, pero eso no me importaba. Aún recuerdo cómo montamos el belén las Navidades pasadas, y el significado que él nos transmitió sobre esta fiesta, cuando nos decía que un soplo de esperanza venía cada año a visitarnos para mostrarnos el camino; el verdadero camino, añadía. «Su presencia era como un rayo de luz que te iluminaba en las tinieblas», lo confieso. Y no solo eso, porque aún hoy, soy capaz de escuchar el eco de sus palabras cuando busco una respuesta que calme mi desasosiego, igual que entonces, porque cuando más perdido me encontraba después de su marcha sucedió algo, una especie de prodigio que me hizo sentir que él seguía allí conmigo. Ocurrió aquella mañana, en la que me levanté después de soñar que había nevado, y me fui a visitar la capilla abandonada. En un principio no vi nada en su interior, hasta que el sol se apoderó de las rendijas de sus resquebrajadas paredes y, obrando un milagro, vi cómo algo brillaba en la profunda oscuridad que me rodeaba. Me acerqué hasta ese portentoso reflejo, y escarbando un poco en la tierra, cogí la pequeña imagen de un niño Jesús que yacía olvidado en el suelo. Llevaba un mensaje atado en un lacito rojo. Lo leí: «si tienes la dicha de encontrarme, piensa en todo aquello que celebramos estos días. Como cada año, te deseo que el mensaje de paz de la Navidad llene tu corazón». Desde aquel día, ese mensaje atado en un lacito rojo, me acompaña en la cartera que siempre llevo en uno de los bolsillos de mi pantalón. Y hoy, como cuando era un niño, sigo mirando al cielo aguardando que me llegue un mensaje de Navidad en forma de estrella que se desplome de la cubierta del mundo. Y mientras me confabulo con el destino, esperando a que una vez más se cumpla mi deseo, le digo: ¡Feliz Navidad, páter!

jueves, 27 de abril de 2017

EL PÁRRAFO COMO ÓRGANO FACILITADOR DE LA LECTURA.- Un artículo de Manu de Ordoñaña, Ana Merino y Ane Mayoz

 
El párrafo es una unidad puente entre la oración y el texto. Constituye una parada que permite a quien lo lee descansar en el recorrido de la lectura. Cuando se termina un párrafo se usa el punto y aparte, lo que equivale al final de esa unidad informativa, a esa corta pausa en la lectura y también a un pequeño resumen que hace el lector antes de continuar.
Estrella Montolío es quien ha examinado el tema en profundidad y de cuyo análisis nos hemos servido. Licenciada en Filología Hispánica, Doctora en Filología Hispánica por la Universitat de Barcelona y profesora titular en esta misma universidad. Tiene un dominio profundo del lenguaje, de donde procede su capacidad para comprender el proceso de comunicación de manera global. Del libro más conocido entre sus estudiantes hemos extraído toda esta información: Manual de Escritura académica y profesional (Ariel Letras, 2014, volumen I). Contiene muchos temas interesantes (puntuación, acentuación, cohesión, planificación, léxico…) y necesarios para cualquier escritor que cuide su escritura. No sólo se analizan los contenidos, sino que hay abundantes ejemplos y ejercicios para aprender. Nosotros únicamente nos hemos detenido en el tema relacionado con el párrafo y titulado: “El párrafo en la escritura del siglo XXI: una unidad adaptativa”.
 
Elaborar un buen párrafo no es nada fácil; comporta un ejercicio de planificación reflexiva previo a su redacción. Una de las cuestiones que el escritor debe plantearse es en qué tipo de soporte leerá el lector el texto, puesto que la comunicación escrita a través de pantallas ha revolucionado la forma de leer. La información que se da en el texto digital es concisa, mientras que la del texto impreso, foco de nuestro análisis, implica mayor elaboración y su contenido es únicamente verbal.
Un párrafo eficaz ha de cumplir estas condiciones:
  • Todas las oraciones deben llevar a un significado común, un significado claro y unitario. Así se constituirá en una unidad de sentido coherente.
  • Cada párrafo contendrá una cantidad de información adecuada para que resulte un texto equilibrado y predomine la armonía.
  • El propio párrafo tiene que poseer coherencia.
  • Es necesario que tenga unas dimensiones adecuadas a su lugar de ubicación.
Vamos a detenernos en este aspecto de la longitud. En primer lugar, el que sea largo o corto puede favorecer o entorpecer la visualización de la estructura del texto. Y en segundo lugar, existe una estrecha relación entre la longitud del párrafo y su mayor o menor legibilidad. Por esto podemos afirmar que una extensión adecuada beneficia; ni escueta en extremo ni larga en exceso.
 
Un párrafo muy extenso desanima al lector. Una buena solución puede ser fragmentarlo en unidades más pequeñas coherentes en sí mismas; sin duda de esta manera se ganará en claridad expositiva, se facilitará la lectura y, por lo tanto, se asegurará la comprensión.
 
Además, su medida está en relación con el tipo de escrito, y también está unido al lugar que ocupa y la función que desempeña en el texto. Los párrafos que engloban un escrito tienen distintos valores. Tanto el introductorio, como el conclusivo son párrafos determinantes y exigentes en cuanto al contenido y su extensión. Esto hay que tenerlo muy en cuenta. Los párrafos internos, al ser de desarrollo, van a exponer datos y su longitud puede ser mayor.
 
A la hora de comenzar un texto habrá que tener presente que la finalidad del mismo será captar la atención del lector, además de plantear con claridad el temaque se va a tratar. Esta parte a menudo se redacta al final, de esta manera el escritor, con todo el contenido delante, es capaz de persuadir, de estimular mejor al que lee, de convencerle de la importancia de lo que se expone a continuación. Para ello, convendría por ejemplo servirse de palabras claras, comprensibles; hacerle partícipe incluyéndole con un nosotros; presentar brevemente una anécdota, una historia que ilustre el tema a desarrollar; mencionar una cita a favor o en contra de lo que sigue; servirse de preguntas retóricas; usar el humor, la ironía…
Para concluir un texto, será necesario recoger la información dada con anterioridad con el fin de garantizar su recuerdo e impacto en la memoria del lector y transmitir, si es posible, la sensación de escritura interesante y sugerente. Para esto serán útiles los conectores como en definitiva, como hemos visto… De esta forma se le avisa al lector de que lo que sigue es un resumen sintético de lo ya expuesto, para que no tenga ninguna duda de que ha llegado el momento de cierre del escrito.
 
Los manuales de estilo de los diferentes medios de comunicación del país recomiendan que contengan 100 palabras o entre cuatro y cinco oraciones como máximo. Para que el mundo administrativo, jurisdiccional e institucional utilice un lenguaje claro, las sugerencias internacionales abogan por párrafos de no más de 150 palabras organizadas entre tres y ocho oraciones.
 
Desgraciadamente, nuestro lenguaje burocrático sigue estando muy distante para cualquier usuario, puesto que resulta frío, confuso y anticuado. El estilo leguleyo contamina con excesiva frecuencia los discursos institucionales en español. Está verificado que un párrafo largo puede llevar al lector a que se pierda en la lectura, por no ser capaz de asimilar toda la información que aparece en él.
 
Teniendo todo esto en cuenta, el escritor eficiente inserta señales, indicaciones que guían al lector, que le llevan por el camino interpretativo que debe seguir. Estas señales ayudan a la trabazón textual, son mecanismos de cohesión entre las frases. Algunas se usan solo al comienzo de cada párrafo y se les denomina también “expresión bisagra”, pues al lector le sirven para percibir la relación semántica que mantienen los párrafos entre sí (además, por tanto, en cambio, por un lado, por otro lado…).
 
En definitiva, un párrafo es una unidad de significado coherente, una unidad de distribución informativa, una unidad gráfica y perceptiva (visual) y al mismo tiempo es una unidad que relaciona la parte con un todo. Pero por encima de todo lo que debe ser siempre es una unidad facilitadora de la lectura.
 
Artículo de Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz

domingo, 23 de abril de 2017

SOÑÉ QUE ERA UN LIBRO.- MICRORRELATO DE ÁNGEL SILVELO


 
Me levanté con un sabor a tinta en la boca. El mismo que, cuando de niño, tenía después de chupar la plumilla con la que aprendí a escribir. El que lee vive más, me recuerdan las tardes del domingo en un programa de radio. Y cada vez que oigo esa frase, caigo en una especie de sueño, en el duermevela de los que nada poseen y todo lo tienen, porque el mayor de los tesoros de la vida está en la metáfora de un poema, en el enigma de un relato, o en las historias que habitan en cada novela. Desde hace muchos años paso el tiempo dibujando palabras, quizá, por eso, hoy soñé que era un libro.
Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel

PREMIOS LIBROS Y LITERATURA 2016-2017.- EL BLOG FRAGMENTOS PARTICIPA CON LA RESEÑA: EL BOLSO DE BLIXEN DE JESÚS MARCHAMALO PUBLICADO POR NÓRDICA LIBROS E ILUSTRADO POR ANTONIO SANTOS

BASES ABREVIADAS PREMIOS LIBROS Y LITERATURA 2016-2017
1. Destinatarios: Podrá participar cualquier persona residente en territorio español que tenga un blog cuya principal temática sea literaria.
2. Modalidades de participación: Se puede participar solo en el sorteo de lotes de libros publicando las bases, o en el sorteo y el concurso de reseñas publicando las bases y presentando una reseña en el concurso. Los requisitos que hay que cumplir en cada modalidad son:
2. 1.  PARA PARTICIPAR EN EL SORTEO DE LOTES DE LIBROS, solo tienes que redactar un post en tu blog hablando de este concurso y mencionando los coordinadores con sus correspondientes webs, que son Libros y Literatura, Cursos de Libros y Literatura y Autoedición Profesional. El post tiene que estar visible en la página principal de tu blog y debe contener: 
a) Estas bases abreviadas.
b) Los banners del concurso, o bien en formato .gif 
 


 
Los banners deben ir enlazados a la página web del concurso: http://bit.ly/premioslyl, para que otros blogs puedan conocerlo.
Una vez publicado el post, has de enviar un correo electrónico a concurso@librosyliteratura.es para informar a Libros y Literatura de tu participación en el sorteo. En ese correo debes incluir el enlace del post publicado*, las redes sociales en las que hayas hecho difusión de tu post con las bases, tu nombre y apellidos, población, país de residencia y nombre de tu blog.
2.2. PARA PARTICIPAR EN EL CONCURSO DE RESEÑAS, tienes que cumplir todos los requisitos del punto 2.1, y además, en el post que publiques deberás indicar que participas en el concurso de reseñas y la reseña con la que participas. Puedes volver a copiar la reseña completa en el post o indicar el enlace a la ubicación del post original en el que publicaste la reseña. Solo se admite una reseña por blog participante y esta puede ser nueva o ya publicada en tu blog**.
3. Fechas: el plazo de participación en ambas modalidades comienza el 21 de abril de 2017 y finaliza el 14 de mayo de 2017 a las 23:59 h (hora peninsular española) .
4. Jurado: un jurado compuesto por miembros del equipo de Libros y Literatura hará una primera selección, y un jurado experto e independiente formado por escritores y editores elegirá las tres mejores reseñas. El fallo se publicará el 11 de junio de 2017.
5. Premios: 
5.1.Los premios son 380 libros, 5 ejemplares de cada uno de los títulos que puedes ver en nuestra lista de premios (http://www.librosyliteratura.es/premios-libros-y-literatura-2016-2017-2.html)
5.2 Entre todos los participantes en los Premios Libros y Literatura 2016-2017 se sortearán 16 lotes de 20 libros de las editoriales más importantes.
5.3. Los tres ganadores del concurso de reseñas serán premiados con un lote de 30 libros (primer premio), un lote de 20 libros (segundo premio) y un lote de 10 libros (tercer premio).  También participarán en el sorteo de los lotes de libros.
Solo se realizarán envíos en territorio español.
Libros y Literatura podrá descalificar a aquellos participantes que no envíen el enlace directo al post publicado o a aquellos que no hayan cumplido con todos los requisitos requeridos en las presentes bases de los Premios Libros y Literatura 2016-2017.
** Los participantes del concurso de reseñas deben ser los autores de la reseña con la que se presentan y poseer todos los derechos sobre esta. La participación en este concurso no implica la cesión de ninguno de esos derechos.
Consulta las bases completas en http://bit.ly/premioslyl
RESEÑA PARTICIPANTE
 
JESÚS MARCHAMALO, EL BOLSO DE BLIXEN, ILUSTRADO POR ANTONIO SANTOS: UNA VIDA GRABADA EN EL TALLO ESPINOSO DE UNA ROSA
«La cura para todo es siempre agua salada: el sudor, las lágrimas, el mar». En esta frase atribuida a la protagonista de El bolso de Blixen, y que a modo de corolario está impresa en la contraportada del nuevo librito de Nórdica Libros, ya se nos revela la esencia de la escritora danesa y la última intención que, tanto de Jesús Marchamalo como de Antonio Santos, han tenido a la hora de retratar el espíritu de este alma indómita que representa Karen Blixen Isak Dinesen para el mundo de la literatura—. El agua salada del sudor como recompensa al esfuerzo, el agua salada de las lágrimas como expresión sanadora del dolor, y el agua salada del mar como metáfora de la libertad, reúnen en sí mismas, y cada una de ellas de una forma determinante y sintetizadora, la entidad de una mujer que nunca renunció a su estigma de mujer entre hombres, de mujer luchadora o de mujer con un fuerte temperamento tanto para la vida como para el amor. Y que, como no podía ser de otra manera, ha sido identificada por Jesús Marchamalo junto a ese gigantesco bolso —en comparación con su enjuta figura alimentada sólo a base de ostras y champán—, que lució al lado de Marilyn Monroe en su gira norteamericana.
 
El bolso de Blixen, una vez más, es la demostración por parte de Marchamalo de un estilo narrativo en el que sobresalen el gran manejo de la elipsis y de esa prosa a medio camino entre el periodismo y la poesía con la que tan bien impregna a cada uno de sus libros, ya sean éstos de una extensión resumida como éste, o más extensos como su reciente Los reinos de papel. Da igual la extensión de sus trabajos, porque el alma literaria y periodística de Jesús queda impregnada en todos ellos, y que en el caso de El bolso de Blixen publicado por Nórdica Libros, sobresale con una maestría a la que podemos tildar sin miedo a equivocarnos de excepcional, y sirva de ejemplo, la primera semblanza que Jesús hace de la Blixen, pues es digna de enmarcar, ya que no se puede decir más en menos palabras; palabras rítmicas, cuando no hirientes o reveladoras del alma y espíritu de una danesa que se puso el mundo por montera. «La baronesa, sentada a su lado sobre un descalzador, minúscula, los ojos negros, vivos, perfilados de khol y una sonrisa exánime»; una definición que nos proporciona la misma información que si estuviéramos viendo un cuadro de la persona. Asimismo, el acierto de Jesús Marchamalo no se encuentra sólo en el estilo narrativo: pleno de una intensidad de adjetivos deslumbrante, sino también, en saber seleccionar, tras una laborioso trabajo de documentación, las escenas o imágenes que nos permitan construir, en apenas unas páginas, el semblante más relevante de una vida, intrépida en el caso de Karen Blixen, y a la que el narrador dota de una nebulosa mística, en la que destaca la imaginería de: bolsos, rifles, casas, avionetas, animales, costumbres…, y rosas por la que nos conduce Marchamalo —en un ejercicio de puro fetichismo literario—. En este sentido, no le caben a este libro más objetos de culto a la hora de retratar a un personaje que, además, tan bien caracterizado está a través de las anécdotas trufadas a lo largo de todo el texto, y que hacen las veces de pequeños caprichos con los que deleitarnos dentro de un texto ya de por sí muy rico en matices.
 
Y a todo ello, como siempre, hay que adicionar, el valor añadido de las ilustraciones de un Antonio Santos siempre sarcástico, irónico y de trato bonachón en las presentaciones, y que al igual que sus dibujos, es capaz de maximizar nuestra atención con unos breves apuntes. Apuntes que, trasladados al negro sobre blanco de sus ilustraciones, nos dan una perfecta medida de aquello que ya imaginamos con las palabras de Jesús (aunque Antonio casi siempre se adelante con sus ilustraciones al texto de Jesús), lo que nos habla de esa perfecta simbiosis que existe entre ambos a la hora de trasladar, la vida y su esencia, de un escritor, escritora en este caso. Elefantes y jirafas están muy presentes en las ilustraciones que Santos ha hecho para este libro, pero también adivinamos una Estatua de la Libertad o unos retratos en primer plano de la Blixen, y que la deshojan de cualquier espectro de falsedad, igual que la imagen final que nos regala Jesús acerca de la baronesa, como si su vida hubiese quedada grabada en el tallo espinoso de una rosa.
 
Ángel Silvelo Gabriel.
 
 
 

miércoles, 19 de abril de 2017

NP INAUGURACIÓN EXPOSICIÓN ‘ALGUNOS TECHOS ROTOS’ EN MADRID, CON ADELA ASUA E INÉS ALBERDI, ALTOS CARGOS DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y DE LA ONU

 
21 ABRIL: DÍA MUNDIAL DE LA CREATIVIDAD Y LA INNOVACIÓN, EN FEMENINO
 
 
 
Teamlabs acoge en su campus urbano de Madrid (c/Duque de Alba, 15) la exposición del Club de Creativos sobre el talento y poder de mujeres líderes en el trabajo, del 21 de abril- coincidiendo con el Día Mundial de la Creatividad y la Innovación- al 21 de mayo  
  • La inauguración oficial tendrá lugar este jueves 20 de abril, a las 19h, con la presencia de Adela Asúa e Inés Alberdi, dos de las 30 protagonistas de las exposición, entre las que se encuentran también Margarita Salas, Edurne Pasabán, Ainhoa Arteta o Iciar Bollaín
     
  • El Día Mundial de la Creatividad y la Innovación, viernes 21 de abril, se celebrará en Teamlabs con intervenciones artísticas durante todo el día, conciertos, charlas sobre creatividad y emprendimiento y visitas comentadas a la exposición (Ver programa completo)
     
  • martes, 18 de abril de 2017

    TEATRO TRIBUEÑE: PROGRAMACIÓN ABRIL 2017

     



    Es muy engañosa la vida”
    Ramón M. del Valle-Inclán



    “Nada de obra menor, obra grande, dura, teatro maldito, teatro de vísceras hecho con el corazón y con mucho, mucho cariño”
    Alberto Morate – Blogdeentradas.com



    “Cada momento musical, cada escena teatral, todo el espectáculo, las emociones vibrando”

    LA EDITORIAL TANDAIA PONE EN MARCHA UNA CAMPAÑA DE CROWDFUNDING PARA PUBLICAR LA NUEVA NOVELA DE CARLOS SEGOVIA, EL RUIDO


    Puedes participar en el crowdfunding en el siguiente enlace:

     
    Además, si quieres conocer más acerca del autor y su obra puedes leer el siguiente texto.

    ¿Qué?

    El ruido es una novela que indaga acerca del destino y de las huidas hacia el interior de uno mismo.
    Conocí a Alexander cuando su padre compró la casa en el sur de Francia. Desde el primer momento supe que huía de su país, al igual que tiempo antes hui yo del mismo lugar desde el que ellos llegaban. Les servía de mozo para todo. El padre de Alexander había decidido no volver a hablar con nadie, nunca más, ni siquiera con su hijo. Desde luego, en ningún momento les escuché proferir una palabra, a ninguno de los dos. Una mañana, una tarde, quién sabe, el padre desapareció. A los pocos meses, también Alexander abandonó la casa.
    Cuando la fotografía del chico mudo inundó los periódicos y los informativos por el asunto del atentado, decidí seguir sus pasos, el rastro de sus huellas, intenté entender qué había ocurrido. Supe de sus pocos contactos, y de cómo alrededor de él se creó ese grupo de desclasados que se hacían llamar, de forma pomposa, los apóstoles. Se decía que todos ellos tenían algo en común, que no podían vivir sin ruido, y que esta extraña necesidad les llevó a hacer lo que hicieron.
    Fui tras Alexander, aunque ahora sé que se trataba solo de una disculpa para regresar, para volver a mi particular Ítaca, para aceptar lo que había hecho, lo que intentaba olvidar. Por más que algo así no se olvide, por más que las imágenes de mi mujer, quieta a mi lado, inerte, me invadían en sueños y en vigilia.
    Fui tras Alexander, como intentando darle caza, por más que no se puede ir tras lo que no existe, por más que fue él el que, al final, dio conmigo.
    Y aquí os dejamos una muestra del texto:
    «Todo cambió tras ese accidente, tras el golpe con el coche. Habían estado bebiendo, devorando, llenándolo todo de palabras. Como cada noche. Hasta que Órfico hizo aquel gesto que consideraba poético. Hasta que el mántico enloquecido apoyó las palmas de ambas manos sobre la plancha encendida. Aun así le permitieron conducir, que agarrase el volante entre esas manos que apenas eran capaces de apretarlo y de mantener la dirección de esa bolita loca de pachinko que se despeñaba autovía abajo.
    Soltar la bola y limitarse a mantener la trayectoria, eso es lo único que hay que hacer, lo más difícil.
    El destino de esa bola, de ese juego, no era otro que estrellarse, reventar, desaparecer dejando detrás un halo de ruido y furia.
    El poeta no tenía ningún control sobre el coche. Todos lo sabían, todos lo sabíais —porque tú estabas entre ellos, ahí, dentro del coche, formando parte de los apóstoles, de ese grupo que no podía vivir sin ruido—. Nadie hizo ni dijo nada. A pesar de que Ana empalidecía a cada kilómetro, a pesar de que todos conocían el destino de aquella bola de pachinko que rodaba sin control.
    Qué podías hacer o decir tú, que entre ellos no eras más que sombra; la sombra perdida que corría tras el chico mudo. Es verdad que todos sintieron tu presencia, sobre todo el loco, el mántico que dirigía a los compañeros hacia el fuego; pero también es verdad que todos sabían que nada podías hacer por ellos, que tú no estabas ya del lado de acá ni del lado de allá, sino que habitabas una especie de limbo.»
    También podéis solicitar acceder a las primeras páginas de la novela en el correo: elruidomuestra@gmail.com

    ¿Quiénes?

    Tandaia es una joven editorial con voluntad de cambio, de dar la alternativa a autores que no la encuentran en otro lugar, con nuevas y refrescantes ideas como es el crowdfunding.
    De este modo eres tú, ahora que te estás planteando cómo colaborar, el que decide si la obra que te presentamos verá la luz pasando a formar parte de nuestro catálogo... porque consideramos al lector parte fundamental del proceso.
    Hoy te presentamos a Carlos Segovia.
    Graduado en Filosofía. Máster en Filosofía Contemporánea. Doctorando en la UNED. Formado en Narrativa en la Escuela de Escritura del Ateneo de Barcelona. Titulado en Música. Estudios en Historia del Arte, editing y edición profesional. Marketing literario en Random House Mondadori.
    Editor externo, antólogo y profesor en talleres de escritura. Ha escrito y publicado novela, relato, ensayo y teatro. Seleccionado por La Fábrica Editorial para el festival Novos. Finalista del Premio de Novela Leibros 2017 con Las hojas rotas de Laura Palmer. Ponente en la VII Jornada de Investigación en Filosofía UNED con la ponencia: El sujeto narrado: poner a pensar la escritura (una propuesta desde la deconstrucción).
    Últimas publicaciones: Mi padre, ese idiota. (Novela corta). Playa de Ákaba, 2015. El espacio salvaje: la bestia de Derrida en la isla de Robinson. (Ensayo). Ápeiron, 2017. Más información y listado de obra publicada en: https://www.linkedin.com/in/casegovia
    Nos cuenta de sí mismo que:
    Y claro que intentaron librarse de mí enviándome al premio de narrativa de Coca-Cola, porque los profesores del colegio estaban hartos de que me presentase a todos los concursos internos de cuento y de teatro y de que los ganase todos y entonces urdieron esa trampa para que me diese de bruces con la realidad y me pusiese a estudiar en serio y me dejase de ficciones. Y como salí trasquilado pero tampoco quería estudiar en serio me dediqué a la música durante al menos quince años, amontonando lecturas pendientes encima del piano. Pero luego me cobré venganza cual Conde de Montecristo y estudié narrativa y filosofía y me puse a escribir como un poseso hasta el día de hoy. Y hasta el día de hoy he escrito novelas y relatos y teatro y ensayo y como tiene que ser, he publicado la mínima parte de todo lo que he escrito.

    ¿Cómo?

    Para arrancar el proyecto nos hemos fijado como objetivo 840€; esta es la cantidad que recaudaríamos si alrededor de cuarenta mecenas se hiciesen, cada cual, con un ejemplar de esta primera edición.
    • Teniendo acceso a las galeradas de edición.
    • Recibiendo un ejemplar semanas antes de la salida al mercado de la obra.
    • Si bien, también podrías ver tu nombre en los agradecimientos aportando un poco más.
    Los fondos recaudados, se utilizarán como ayuda para sacar adelante esta primera edición de El ruido que saldría pocas semanas después a la venta.

    Además...

    Sabemos que son tiempos difíciles, también nosotros los sufrimos, y es posible que no te encuentres en disposición de apoyarnos con tu mecenazgo en estos momentos... pero esperamos que si esto te ha llegado al alma, incluso si tal vez conoces en persona al autor, trates de difundir esta campaña (facebook, twitter, blogger, boca-oreja... ) para que alcancemos nuestra meta y Carlos Segovia vea publicada su obra.

    Gracias por vuestro tiempo.El ruido es una novela acerca del destino y de esa delgada línea que fija los límites de la cordura...

    domingo, 16 de abril de 2017

    CULPABLE.- MICRORRELATO DE ÁNGEL SILVELO


     
    Mi vida es un laberinto sin solución. Desde que era pequeño siempre me armé de triquiñuelas para salirme con la mía, hasta que un día mi madre me caló. Entonces cambié de estrategia, y para reafirmar mi oscuro talento, me matriculé en la Facultad de Derecho. Nadie entendía que ese fuera mi sueño, y ella enseguida me advirtió que esta profesión nada tenía que ver con un juego de disfraces, pues era lo más parecido a un yacimiento petrolífero sin recompensa. «¿Cuál es el veredicto, señoría?», escuché. Y mientras esperaba la sentencia de mi último traspiés miré la cara de la jueza, y por más que lo intenté, no pude reprimir ese gesto de niño travieso que tan buen efecto causaba en el salón de mi casa, pero que aquí, en la sala del juzgado, se esfumó sin dejar rastro cuando de la voz de mi madre salió la palabra culpable.
    Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel

     

    lunes, 10 de abril de 2017

    SU ÚNICO DESEO.- MICRORRELATO DE ÁNGEL SILVELO


    Se sentía igual que un reloj sin manecillas después de transitar por esa carretera que tantas veces había recorrido a lo largo de su vida, aunque hoy, le hubiese llevado bajo el beneplácito del poder de los sueños. Sin embargo, no todo a su alrededor eran relojes que ya no marcan el tiempo, porque el aparato electrónico que hacía de manos libres le avisó de que tenía un mensaje nuevo. Al leerlo, sintió el mismo escalofrío que cuando comía esa especia parecida a la guindilla. En ese instante, recordó su exitosa carrera judicial desde que fue nombrado juez del mediático caso CYC (colócate y calla), la última razón de que hoy estuviese allí para recoger el título de hijo adoptivo de su pueblo: su único deseo. No obstante, antes de arrancar el coche, miró de nuevo al reloj varado de la plaza, y convino que la vida a veces te da y otras te quita, y en su caso, esa era la tarifa a pagar si quería hacer prevalecer la justicia sobre los sentimientos. No en vano, nadie entendería en el juzgado que se dejase agasajar por aquellos a los que días más tarde tendría que condenar.
    Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel

    domingo, 2 de abril de 2017

    ESCUCHANDO A LOU REED.- MICRORRELATO DE ÁNGEL SILVELO

     
    El sonido metálico de tu guitarra se abre paso entre las grietas de mi pecho. Busca los delfines que guardo para jugar a solas contigo, pero esta vez, víctima de su desdicha, sólo encuentra el ácido gástrico de mi estómago. Hay desgarro en este Walk on the wild side que, tú, como trovador de almas perdidas, me cantas. También pienso en la lluvia, porque las notas de tu voz en Sweet Jane son como las milenarias gotas de agua que intentan mojar mi cuerpo por dentro cada mañana. Me agarro a Heroin con todas mis fuerzas cuando creo que su atmósfera secará, por fin, mis lágrimas; ésas que no paran de manar de mis ojos cuando oigo tu voz. Escuchando a Lou Reed, pienso que él es el mejor refugio donde esconderse de la lluvia; lluvia infinita que nos empapa día a día y nos impide ser felices.
    Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel