El cuerpo propio y el que mira. El que siente y el que observa. El que se transforma y el que se interroga. Entre ellos, una única distancia: con. Vínculo casi invisible que sirve de unión frente a lo inaudito. De ese asombro intangible, por ruinoso, nacen los interrogantes y las exequias de aquello que descubrimos y, de pronto, se nos rebela. Con el otro. Con nosotros. Con la intemperie del amor y el otro. Espacios huérfanos de incertidumbres mientras el cuerpo se abre y cierra se abre y cierra: «Si me desata su mano es para sentir mi peso/ la cosquilla sobre la madera/ el tintineo de metales al cerrarme/ y abrirme y cerrarme y abrirme.» A cada pálpito, a cada verso el universo se aproxima al éxtasis que parece que nunca llega. Los poemas, cortos e incisivos, abiertos y explícitos, declarativos y susurrantes, se van sucediendo como gotas de agua que, poco a poco, van llenando el libro, Con, donde Miriam Reyes explora de nuevo la relación del cuerpo y la palabra, del cuerpo y la mente, o del cuerpo y su negación. De ahí, nace la persona otra, aquella que interroga, escudriña, absorbe y dilapida al yo y su manifiesta perseverancia sobre lo tangencial anecdótico o periférico. Ese yo que no necesita de explicación y sí de la luz que se derrama sobre sus ojos.
Con surge como la sinestesia entre lo imaginado y lo culminado en una suerte de algoritmos etéreos, a los que Reyes, da la relevancia de todo lo que se superpone al mito, pues de eso se trata: de desmitificar al yo y al otro, al cuerpo y al amor que lo interroga explora y sublima. Porqué sin porqués que van hacia su propio destierro: «con o por medio de tu cuerpo/ amplío los límites de mi consciencia/ mi consciencia/ que no es materia sensible/ pero tiembla.» Consciencia que surge como un eco que persigue a la materia sensible que nos reconforte de las diferencias del otro, o de aquello que creímos ver en un principio y nos equivocamos, porque Con también es ese trayecto que va de un principio a un final como experiencia de una búsqueda que no supone renuncia, sino más bien aceptación: «Luego no termina aquí ni en lugar/ se continúa infiltrando el cuerpo/ para derribar la muralla/ se continúa trabajando el signo/ para construir lo mutuo.» Cuerpo que no acaba y se expande en pos de desarrollar algo que sea con y no sin.
Miriam Reyes en Con, Premio Nacional de Poesía 2025, nos ofrece un juego de múltiples espejos. Habitaciones en las que surgen los reflejos de la imaginación y la realidad como un todo, y que representan el preludio de nuevos universos, imaginados unos, experimentados otros, donde materia e idea se buscan y separan en un continuum devenir de imágenes que se yuxtaponen a la intemperie del amor y el otro.
Ángel Silvelo Gabriel.






