jueves, 19 de marzo de 2009

LEJOS DE LA TIERRA QUEMADA



La huida una vez más presente en un discurso narrativo. En este caso en forma de película e imágenes. La historia circular y fragmentada que nos propone Guillermo de Arriaga es fiel al estilo que ya marcó con su inicial y magistral Los tres entierros de Melquiades... El desierto es un protagonista más del film. Un lugar inhóspito y desnudo, que se convierte en un espacio donde sólo hay amor. Un amor desnudo, ausente de grandes artificios.

El discurso narrativo de Lejos de ... es importante. El fraccionamiento de las historias que alberga y que poco a poco confluyen en una sola, dando sentido al conjunto, recuerdo haberlo visto por primera vez en Short Cuts (Vidas Cruzadas) la película de Robert Altman y que está basada en la obra del gran cuentista norteamericano Robert Carver. De ahí, que durante la película, aquellas personas que no están acostumbradas a este tipo de relatos circulares, se pasen preguntándose una y otra vez que significado tiene cada escena, lo que conlleva molestar a los espectadores que tienen a su alrededor (¡horror!). Por mi parte, no llego a comprender que todo tenga que ser tan lineal y sencillo.

Sylvia representa la huida, el dolor, la ausencia, la necesidad de redimir sus pecados. Este personaje protagonista femenino es el interpretado por Charlize Theron. Hace una interpretación contenida y convincente, y aunque Arriaga nos la presenta desprovista de glamour, su propia belleza traspasa la barrera de lo cotidiano, lo que la hace más creíble si cabe. Ésta es una película de mujeres rotas, donde hay que detacar a Kim Bassinger en el papel de madre de la joven Theron. Un personaje que también huye de su anodina existencia, de un marido y de unos hijos, y que se fuga hasta una caravana en medio del desierto en busca del amor. Un amor sin demasiadas palabras. Un amor que sólo admite grandes gestos y donde las escasas palabras que se pronuncian son las esenciales, las grandes palabras que lleva inmersas una historia de amor. De ahí, que las miradas jueguen un papel tan importante, tanto en el caso de Charlize Theron como en el de Bassinger, y que en este último caso está sencillamente magistral, desarrollando un personaje que intenta desmitificar a la sex symbol de hace años, y que con el tiempo ha ido ganando en intensidad interpretativa.

La película acaba en una sucesión de imágenes, que para mí, es algo nuevo dentro de una película comercial como ésta, y donde se unen puertas que se cierran con puertas que se abren. Miradas perdidas en la actualidad que regresan a miradas del pasado. Así, una tras de otra, en apenas unos pocos segundos. Lo que me pareció maravilloso. Y sobre todo muy literario (frases cortas y contundentes).

Lejos de... es una buena película, totalmente recomendable, a pesar del poso de tristeza que desprende. Pero es una tristeza con segundas y terceras oportunidades.

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