“Hagamos un pacto, me dijo al oído/ Cantemos, riamos, mañana es domingo”, dice la canción del grupo murciano, que como en años anteriores, está pasando el verano entre festival y festival, compartiendo los acordes de sus canciones bajo los rayos del sol en atardeceres infinitos. Lo hace, compartiendo miradas y ganas de diversión, con sus penitentes seguidores en las sempiternas fiestas estivales de la música, que cada fin de semana, se reparten por toda la geografía española. Ausente o no a la gran tragedia que estamos viviendo, la música, una vez más, se comporta como el lenguaje universal que aúna intenciones y ganas de vivir, aunque sea bajo una cúpula oscura, que a modo de carpa de un escenario mudo, cobija el entusiasmo de todos aquellos que disfrutan de las melodías de una canción; una canción o una melodía que te invitan a soñar, pues esa es una de sus cualidades. “Hagamos un pacto, será entre nosotros” y con esa premisa podemos seguir cantando: “Mañana, mañana, mañana…”
Mañana no es domingo, pero sí uno de agosto, inicio de las ansiadas vacaciones para muchos, de la contemplación de atardeceres infinitos para unos, o de la soledad más espantosa para otros. Solos o acompañados, siempre nos quedará la música, y entre sus múltiples combinaciones, encontraremos a Second, que nos dirán eso de: Mañana es domingo, y así sucesivamente…, pues sobre el escenario quizá sea más fácil la victoria, y con ella, seamos capaces de derrotar a la rutina y a la infinita tragedia griega en la que nos hallamos metidos.
Mañana es domingo en la versión del disco 15 suena contundente, perfecta, limpia e intensa, como si fuera la primera vez que la escuchamos, y en esa superficie inmaculada sobre la que se desplazan los teclados, el bajo, las guitarras, la batería y la voz de Sean, asistimos obnubilados al nacimiento de una nueva canción y de un nuevo grupo…
¡Viva la música!
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.
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