Habían transcurrido tres años desde la publicación de Private life cuando vio la luz Pose, el segundo larga duración del grupo murciano. Un disco con sus doce temas todavía cantados en inglés —por un Sean cada vez con más presencia vocal— y que, desde su portada con la it girl de larga cabellera cobriza y aspecto psicodélico, nos anuncia un ritmo eléctrico y electrizante que ya comienza con Accident, la canción que abre pista; un tema donde las guitarras son las verdaderas protagonistas de esta apertura todavía canonizada por sonidos británicos entre metálicos y oscuros que van desarrollando una narración musical más madura, en la que sin duda, tienen algo que ver los productores de esta colección de canciones: Robbie France y Tim Oldfield. No en vano, con Pose ganaron el Concurso internacional de bandas GBOB en Londres, lo que les permitió acceder a una gira que les llevaría por las ciudades más importantes de Reino Unido, como Londres, Manchester, Birmingham o Brighton. Este galardón les permitió, a su vez, empezar a tocar en los festivales españoles de música indie. Un circuito que ya no abandonarán.
¿Cómo eran Second allá por el año 1999 o el 2003? No lo sabemos, pues no podemos trasladarnos a esos años en una máquina del tiempo. Lo que sí está a nuestro alcance es tirar de la memoria y los recuerdos, y afirmar, que vistos desde la perspectiva que nos proporciona el paso del tiempo, ahora sus canciones se nos presentan como rutas que nos conducen por las arterias de nuestras vidas. Arterias que siempre tienen un inicio, y que muchas veces nuestra memoria y las ansias de vivir nuevas experiencias no nos permiten apreciar en toda su plenitud. No se nos debería olvidar que la génesis donde todo comienza es un lugar que olvidamos con el transcurso de los años, por mucho que en ella se encuentre el por qué de todo lo que viene detrás, y más en la vida de un artista, o como este caso, de un grupo musical. Pero sin necesidad de responder a mi anterior pregunta, enseguida he caído en la red de lo sentido y vivido como mejor esencia de unas canciones que sólo inundan mi cabeza de buenas imágenes cada vez que las escucho tanto tiempo después. Sus notas son como una película que nunca te cansas de ver por mucho que la hayas visionado cientos de veces y ya te sepas el final. Canciones como Different Levels, Living in London, Star Glasses o Situation me hacen revivir ese tiempo donde todo parecía que podía ocurrir, y que como un regalo a punto de ser visualizado, te dejan con la boca abierta. Las grietas oscuras de las que nacen las notas de estas canciones se sustentan en las experiencias que uno guarda dentro de ese pequeño cajón que abre cada vez que necesita saber cuáles son sus orígenes como sustento para poder seguir adelante. Es cierto que los ecos de Morrisey o las guitarras de The Smiths o The Cure recorren de nuevo sus sonidos con total libertad, pero lo que no se les puede discutir a Second es ese sello tan personal a la hora de afrontar una nueva aventura con cada canción, a la que sin duda, proporcionan esas gotitas de esencia puramente Second y que nos permiten reconocer en este Pose —con permiso de Private life y su magistral Watching the moon— como los inicios de una banda que con el paso del tiempo se ha ido haciendo cada día más grande y no sólo por su música, sino también por el gran número de personas que día a día caen hipnotizados en las redes musicales de este grupo, a los que un servidor, desde este disco, rebauticé como Los Cinco de Murcia.
Singladuras de una senda que tiene sus propias intrahistorias. Pequeñas anécdotas que son las que conforman nuestro individual baúl de los recuerdos. En el caso de este disco, Pose, están relacionadas con el regalo que el grupo me hizo de un cd del mismo —en aquella época, al menos, estaba descatalogado y de ahí la ofrenda— con una amable dedicatoria de Sean Frutos, por entonces todavía conocido como José Ángel Frutos. Anécdota que se produjo uno de los días que había quedado para hablar con el grupo de su música y próximos proyectos—aquel día iban acompañados por Mónica Caballero de Promociones sin fronteras—. Y todo ello, gracias a la mediación de mi hermana África, que en aquel momento trabajaba en el grupo Vocento.
Ángel Silvelo Gabriel.
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