viernes, 13 de diciembre de 2024

RIPLEY, DIRIGIDA POR STEVEN ZILLIAN: LA EVOCACIÓN Y SUS ECOS

 


Sigo inmerso en el inmenso universo en blanco y negro que nos propone Ripley. La culpa la tiene la mirada de Andrew Scott mientras da vida a Mr. Ripley. Una nueva reinterpretación del personaje creado por Patricia Highsmith que evoca el poder de la mirada sin más frontera que el de la búsqueda de una belleza singular y sin límites, tanto o más que la historia de este superviviente sin otro futuro que el de llegar al día siguiente. Ripley es una serie que destaca por la interpretación de Scott y, sobre todo, por la forma tan personal y distinta que tiene de mirar su director, Steven Zaillian, a la hora de contarnos el proceso mental de un estafador de poca monta al que de repente se le ofrece la oportunidad de subir en el escalafón social de una forma accidental. Zaillian se sirve de encuadres imposibles —oblicuos a veces—, zooms de objetos cotidianos inertes —como lo es la propia vida—, y la búsqueda de claroscuros para definir y acercarnos al ambiente, el entorno, y la personalidad de un Ripley atormentado y decidido a no dejarse atrapar. Este juego de gato atrapa ratón tiene mucho de suspense, pero también de sombras que se proyectan sobre la mente del espectador. Sombras oscuras que, si cabe, resaltan más en blanco y negro, pues son capaces por sí solas de mostrarnos una intriga entre electrizante y alternativa en cada uno de los escenarios donde se desarrolla la acción de esta serie distinta y única. Sombras que se proyectan y desplazan como lo hacen en los cuadros de Caravaggio por los que Ripley expresa suma predilección y que, a su vez, son un punto de inflexión en su carácter, por lo que le suponen de autorretratos de su propia existencia. Esa agobiante atmósfera, sin duda, se agranda por la forma en la que Zilliam tiene de aproximarnos el rostro de Ripley en unos primeros planos que le convierten en sospechoso nada más verlo, y donde su facción es la viva imagen de la mentira contenida. A medida que avanzan los capítulos de la serie el universo que se nos muestra es una especie de cárcel fílmica. Arrasadora a la vez que insultantemente bella. Punzante y esquiva al mismo tiempo, en la que el blanco y negro con la que está filmada deviene en una expresión de libertad narrativa y fílmica por lo que ambas cualidades tienen de poderosas y líricas. Pocas veces se han filmado la muerte y su construcción desde un punto de vista tan artístico como estético. ¿Y el tiempo y su evocación? Ambos están amparados por los matices en los que se sostienen la mirada de un director dispuesto a crear evocación desde su propio exilio cinematográfico. 

Ángel Silvelo Gabriel.

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