lunes, 13 de julio de 2009

ESA MIRADA

Hace un par de meses, mi chica me invitó a asistir a la representación de esta obra de teatro en una sala alternativa del centro de Madrid. Esa tarde noche ya empezaban a mostrarse los primeros albores del verano, y la ciudad disfrutaba de la generosa luz que la inundaba desde lo más alto. Una vez más, dejé el coche aparcado en un lugar que creía que era cercano e inmejorable respecto de donde se encontraba la sala, pero ¡oh sorpresa! ubico el recinto en un espacio equivocado y la sensación de agobio y la cara de idiota, amén del enfado de tu acompañante, nublan momentáneamente lo que iba a ser una estupenda velada.

Este podría ser el lado negativo de la historia, porque sin duda, mi error nos hizo disfrutar de un recorrido por las calles del Rastro, en un horario y en un día, totalmente distinto a cómo yo lo recordaba. La recuperación del centro ha dejado espacios donde al menos el entorno invita a convivir mejor y a recuperar lo mejor de nosotros mismos. Este paseo también me sirvió para recordar mi primera juventud y las hazañas y mitos que uno tenía hace ya muchos años.

De vuelta a la zona de Atocha, pudimos comprobar que salvando las distancias y otras cosas, el barrio se nos antojaba cercano al de Bricklane londinense, donde el mestizaje de razas y personas lo hacen distinto a cualquier otro, a lo que habría que sumar grandes dosis de espontaneidad en el caso inglés.

Una vez orientados, atravesamos un destartalado portal que nos llevó hasta un amplio patio que desempeña distintas funciones, entre otras, la de dar entrada a la sala de teatro. Ya dentro, nos situamos en la primera fila, lo que nos permitió disfrutar de un contacto directo con los actores.

Esa Cara es un drama de la sociedad actual, que representa la dependencia de los seres humanos, pero en este caso, se trata de cómo los hijos llegan a convertirse en padres de sus propios padres y sobre cómo la perfecta estructura familiar se desintegra y se hace añicos.

Polly Stenham escribió Esa Cara cuando tenía tan sólo diecinueve años. Tras su debut en el Royal Court londinense recibió numerosos premios y el aplauso de la crítica, lo que llevó a la directora y actriz madrileña Pilar Massa a comenzar esta nueva aventura teatral.

Para mi gusto, aparte de aplaudir la valentía de poner en pie esta obra, resaltaría el trabajo de los dos jóvenes actores Ivana Heredia e Ignacio Jiménez, que hacen los papeles de hermanos y a los que no me extrañaría ver en un futuro en repartos más ambiciosos.

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