martes, 15 de diciembre de 2009

SADE: EL REENCUENTRO CON LA SENSUALIDAD



Sólo tengo un recuerdo nebuloso del concierto que Sade dio en el viejo Palacio de los Deportes de Madrid en el año 1986, cuando ya era una diva de la música y de los medios, que la aclamaban tanto por voz aterciopelada como por su esbelta figura y su timidez en el estar y en el comportarse. Pero después de tantos años, aún permanecen en mi memoria las luces de tonos pastel que recreaban un pequeño mundo de fantasía en el escenario, apenas cubierto por una inexpresiva cantante que sin embargo era arropada por una buena banda de jazz y un cantante de color con una voz ciertamente magnífica. Pero el público iba a verla a ella, pues en sí misma, era el icono y el reflejo de los deseos de mucha gente.

Ahora, Sony acaba de anunciar la edición de un nuevo disco de Sade Adu para el próximo 8 de febrero de 2010, lo que será un reencuentro con la sensualidad de la nigeriana, y su forma ecléctica de entender la música, a medio camino entre el pop, el R&B, el jazz o el gosspel, y lo que sin duda siempre es una buena noticia en el adormilado mundo de la música actual, que últimamente se está caracterizando por la vuelta de un buen número de grupos que coparon las listas de éxitos en los años 80, lo que nos demuestra la falta de nuevos talentos a los que prestar atención.

Soldier of love, es el título del nuevo álbum, y en la fotografía del vídeo que han colgado en su página web, podemos ver a una Sade étnica y muy africana con grandes colleras circulares al cuello, que sin duda explotan ese lado salvaje que se esconde tras su cara sofisticada. Peculiaridad, que se intenta resaltar en la portada del disco, que nos muestra a una Sade de espaldas, y que nos recuerda a las figuras femeninas andaluzas que Julio Romero de Torres hizo famosas, y que se contrapone al escenario al cual está mirando, ¿un poblado azteca, maya o inca? Lo que nos parece decir a las claras, que su música es una fusión de diferentes culturas.

En cuanto al single, sus primeras audiciones nos dejan el reflejo de una canción con mucha fuerza, pero en este caso, basada en la potencia del bajo, la caja de ritmos y la batería, más que en la dulce voz de Sade, que en muchas ocasiones queda en un segundo plano. No obstante, es un buen preludio, que intenta actualizar a los ritmos actuales sus anteriores composiciones mucho más sensuales, y donde cada vez más, la música electrónica va acaparando más protagonismo, ya sea en sus vertientes más ácidas o más dulces como ésta.

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