
Julian Opie es de los que piensan que el arte no se limita a los márgenes de un cuadro, para este artista inglés el arte no tiene límites como muy bien plasma en su exposición de Valencia, y no sólo eso, sino que parte del axioma que el arte forma parte de nuestras vidas, sobre todo, Opie nos intenta llamar la atención sobre lo cotidiano del ser humano y su traslación al mundo de la creación.

Pero en este caso, la exposición empieza mucho antes de la sala de exposiciones, y como premisa del arte total, un gran vinilo de perfiles cortados en negro imprimen de un bello y distinguido carácter a esta muestra, a medio camino entre la pintura y la escultura de límites y trazos definidos y de led de personas en movimiento.
A las figuras de seres humanos sin facciones en el rostro y de colores definidos en sus prendas y vestidos, Opie las colocan en el epicentro de la sociedad industrial, y anónima por definción, en la que nos desenvolvemos, lo que nos les exime de unos rasgos amables y unos colores alegres que se contrarrestan con la gruesa línea negra que marca los límites de sus personajes con el exterior, una barrera fronteriza que parecen destinados a no poder traspasar.
En cuanto a los retratos, éstos casi siempre se conforman de personas cercanas a Opie, a las que él dota de una visión muy personal, cercana y libre, donde destaca la sencillez del gesto o la mirada, y que se compaginan a la perfección con grandes dosis del dominio del color, pues con una paleta de colores muy básica, consigue resaltar lo esencial de aquello que quiere representar a través de un simple gesto.

Julian Opie es una experienca viva del arte en movimiento.
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