La acción de esta hermosa película, se desarrolla entre la abundante y blanca nieve de Nueva Inglaterra, a la que podríamos comparar con suaves espumas acolchadas y en las que los personajes de esta historia, a medio camino entre la comedia y el drama llenan, se depositan para recuperarse de los arañazos que les proporciona el camino hacia la vida adulta.
Divertida y acogedora, entrañable y triste, Beautiful girls nos narra una historia de reencuentros y pérdidas, donde los miedos de sus protagonistas a asumir nuevas responsabilidades nos muestran el lado más débil y humano de unos personajes que aunque a veces tienen unos comportamientos patéticos, destilan una humanidad y una tristeza ensoñadora que te hacen identificarte enseguida con ellos. Lo que hay que poner en el haber de Scott Rosenberg, pues ha sido capaz de construir un sencillo guión repleto de diálogos dinámicos y a veces hilirantes.
Las hermosas chicas a las que hace referencia el título de la película no son sino el último espejo en el que un grupo de jóvenes norteamericanos se detienen para mirar sus última y aterradora imagen de juventud, pues esas chicas que un día fueron sus novias, están a punto de convertirse en sus mujeres, y en ese indeciso movimiento de reafirmación repulsión aún tratan de esquivar, de una forma un tanto patética a veces, aquello hacia lo que están abocados.
Su director, Ted Demme, pudo contar para narrarnos esta tierna historia, de un gran elenco de actores que en el año 1996 ya eran firmes candidatos a ser estrellas de cine. Algo que parte de ellos han conseguido, y así, Matt Dillon, Uma Thurman, Mira Sorvino, Timothy Hutton, Rosie O’Donnell o Natalie Portman van conformando un magnífico reparto, en el que sobre todo destaca su equilibrio, que sólo se rompe cuando salen en escena la atípica pareja formada por el casi maduro Timothy Hutton y la treceañera Natalie Portman, proporcionando a la película ese ingrediente distinto y genial a la historia, y que sin duda, será lo que más recordaremos de esta entrañable historia de unos jóvenes que tienen miedo a perder la libertad que les proporciona una juventud exenta de responsabilidades.
Divertida y acogedora, entrañable y triste, Beautiful girls nos narra una historia de reencuentros y pérdidas, donde los miedos de sus protagonistas a asumir nuevas responsabilidades nos muestran el lado más débil y humano de unos personajes que aunque a veces tienen unos comportamientos patéticos, destilan una humanidad y una tristeza ensoñadora que te hacen identificarte enseguida con ellos. Lo que hay que poner en el haber de Scott Rosenberg, pues ha sido capaz de construir un sencillo guión repleto de diálogos dinámicos y a veces hilirantes.
Las hermosas chicas a las que hace referencia el título de la película no son sino el último espejo en el que un grupo de jóvenes norteamericanos se detienen para mirar sus última y aterradora imagen de juventud, pues esas chicas que un día fueron sus novias, están a punto de convertirse en sus mujeres, y en ese indeciso movimiento de reafirmación repulsión aún tratan de esquivar, de una forma un tanto patética a veces, aquello hacia lo que están abocados.
Su director, Ted Demme, pudo contar para narrarnos esta tierna historia, de un gran elenco de actores que en el año 1996 ya eran firmes candidatos a ser estrellas de cine. Algo que parte de ellos han conseguido, y así, Matt Dillon, Uma Thurman, Mira Sorvino, Timothy Hutton, Rosie O’Donnell o Natalie Portman van conformando un magnífico reparto, en el que sobre todo destaca su equilibrio, que sólo se rompe cuando salen en escena la atípica pareja formada por el casi maduro Timothy Hutton y la treceañera Natalie Portman, proporcionando a la película ese ingrediente distinto y genial a la historia, y que sin duda, será lo que más recordaremos de esta entrañable historia de unos jóvenes que tienen miedo a perder la libertad que les proporciona una juventud exenta de responsabilidades.
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