domingo, 22 de enero de 2017

AL OTRO LADO.- MICRORRELATO DE ÁNGEL SILVELO



Soy un amante de las librerías, pero más allá del placer de la lectura, llevo una temporada que busco nuevas sensaciones a la hora de perderme entre los libros. Su tacto, su olor, el color de sus portadas... ya no me dicen nada. Soy como un psicópata que se ha cansado de ver y oler la sangre de sus víctimas y sólo necesita pisotear sus cenizas. No sé por qué, pero siempre quise saber qué se siente al otro lado, sin la necesidad de que el agente de seguridad me llevara cogido del brazo. «Excusatio non petita, accusatio manifesta», pienso, y me dejo llevar una vez más cual bogavante que abandona su ecosistema para acabar en una cacerola llena de arroz. Sin embargo, enseguida concluyo: «vini, vidi, vinci», pues esta vez mi plan no ha salido como imaginé, mientras con una mano acaricio el lomo de la voluminosa novela que llevo dentro del abrigo y la otra la tengo esposada. Al llegar al despacho del inspector Alejandro Arralongo, éste me pregunta: «¿por qué sigue robando libros en esa librería?». «Solicito inmediatamente un hábeas corpus», digo como mejor respuesta a su interrogante. «Mejor sería que hubiese argumentado la fórmula non bis in ídem, señor juez, me dice el susodicho —y añade—, porque aunque la primera vez me explicó que lo suyo era un capricho pasajero, ya nadie se va a creer en la Audiencia Provincial de Ávila que lo hace por el simple hecho de argumentar mejor sus sentencias, sobre todo, porque siempre acaba quemando los libros en las almenas de nuestra magnífica muralla, igual que si fuese un perfecto asesino que no quiere dejar huella de sus crímenes». Y mirándole fijamente a la cara, le respondo: «pocas novelas policíacas ha leído usted, ¿no?, porque de eso se trata».
Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel

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