miércoles, 24 de enero de 2018

POLÍTICA SENTIMENTAL DE JAVIER VILLÁN: LA RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA A TRAVÉS DEL AMOR


 
París. 1944. El malentendido. Albert Camus. María Casares y, entre ambos, el ruido de las bombas y la niebla del humo de los cigarrillos que fuman en silencio y convierten el escenario en un espacio irreal, por onírico. En esa intimidad donde el amor deja de ser un sentimiento para convertirse en una rebelión del individuo frente al mundo que le ha tocado vivir, Camus y Casares conversan sobre la resistencia y el teatro, la guerra y el amor, la República y Sartre en una suerte de saltos en el espacio-tiempo que intentan atraparlo todo, pues ese parece el mensaje final de esta primera incursión en las tablas del periodista Javier Villán como dramaturgo, la necesidad de crear un universo que funcione como un todo; un mundo en el que expresar el sentido y los sentimientos más universales del ser humano de la mano de un escritor y una actriz, de un dramaturgo y su musa que viven su amor a oscuras, entre el oscuro anonimato de un camerino sin flores y la fogosidad de una pasión que no sólo deviene en carnal sino que, en su detrimento, se abalanza sobre la situación política de una Europa en guerra y una España en manos de un dictador al que, el autor, combate con los ecos de la tradición española vista desde los ojos, las manos y la escritura de Lorca o desde la idea de república en su afección más patria y cañí. En Política Sentimental, Javier Villán ha incluido, con gran acierto, la magia de los sonidos a través de canciones, las sirenas que anuncian un nuevo bombardeo, o del innegable, por conmovedor, testimonio sonoro del discurso que Albert Camus pronunció cuando recibió el Premio Nobel de Literatura, lo que sin duda, agiliza el desarrollo de la obra y le proporciona un matiz de documento histórico que lo convierte en más veraz y cercano al espectador.  

El Área de Teatro de Espacio Guindalera, dirigido por la familia Pastor, fue el lugar elegido el pasado viernes diecinueve de enero para la  puesta de largo de esta obra de teatro que navega por las aguas de la recuperación de la memoria  a través del amor. David Loaysa dirige a un magnífico y portentoso Germán Torres en su réplica de un Camus apasionado, valiente y siempre dispuesto a conquistarnos a través de la esencia de su pensativa mirada que se proyecta hacia el infinito sobre los cuellos de su sempiterna gabardina. Camus como mito literario y humano, súper hombre frente a la injusticia e intelectual que no tenía miedo a sus propias fisuras. A su lado y enfrente, Sabela Hermida como María Casares intentando poseer al mago de las palabras y ejerciendo de gallega a través de un discurso plagado de referencias a su familia y a su tierra. Frente a ellos, Javier Villán, asumiendo el riesgo de proponernos una obra que busca su propia pulsión en los grandes acontecimientos externos que unen y separan a sus protagonistas, quizá, porque con ello arremete con una mayor agresividad dialéctica contra los muros de la sinrazón de la época, dejando clara —de ese modo— su postura ante los sucesos que narra. Sin embargo, Política Sentimental se aísla por momentos y, en exceso, de la narración y visualización más cercana de una relación entre dos personas que, atrapadas por sus propios fantasmas, buscaban el refugio del amor para combatirlos, como de otro modo se pone de  manifiesto en la reciente publicación de las cartas que, durante muchos años, se intercambiaron; misivas llenas de pasión, por otra parte. En este sentido, el amor a secas y despolitizado es lo que más se echa de menos en un montaje que intenta ser valiente en su propuesta, pero que sólo la afronta a través de la recuperación de la memoria, dejando de un lado al amor. 

Ángel Silvelo Gabriel. 

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