Las historias, como los viajes, necesitan de pistas previas que nos dirijan adonde queremos ir, a pesar de que en el camino debamos sortear un sinfín de obstáculos que, una vez sorteados, por fin nos dejen observar aquello que deseamos. Esa exploración hacia lo anhelado, pero desconocido, que se produce en el interior de cada uno de nosotros es la que propicia un nuevo nacimiento, porque ese es el auténtico reto y resultado del viaje existencial a través del tiempo y los sentimientos. Cuando parece que todo se ahoga se suscita el milagro, porque una luz (nueva y poderosa) nos lleva al paraíso que siempre hemos buscado, tal y como les sucede a los protagonistas de esta cinta dirigida por Isaki Lacuesta que, en contra del sentimiento general, aborda la grabación del tercer álbum de Los Planetas Una semana en el motor de un autobús desde la linde de la ficción que explora detalles generales de una realidad que para los protagonistas de esta historia no sucedió así, porque nada más que ocurrió en el interior de cada uno de ellos. De esos sueños y deseos nace poderosa una película de luces y sombras, hallazgos y reconsideraciones, desalientos y esperanzas que escena tras escena forman un compendio intangible de lo que se sueña y de lo que realmente somos o llegamos a ser, porque como se dice en Segundo Premio: «Cuanto más cerca estás de que se cumpla un sueño más difícil resulta alcanzarlo». Y de esa imposibilidad va este filme magistralmente filmado y montado, pues su estructura y ritmo narrativos consuman la verdad sobre la vida que se nos precipita entre los días sin que seamos capaces de detenerla para intentar cambiarla. Segundo Premio es una cascada de sensaciones y planteamientos duros e innegables, como duros son las drogas o la fortaleza de May para dejar la banda y buscar una salida diferente a sus sueños. De esa lucha entre la libertad y la amistad también va este viaje, quizá, sin retorno, por más que especulemos sobre él a través de nuestras constantes visitas al pasado, porque no hay una posibilidad de escape. Como dijo Lorca: «Si alguna vez se escapa de Granada es a través del cielo». Una huida que la voz en off de uno de los personajes nos recuerda mirando hacia ese cielo estrellado que en Granada se convierte en una estela de deseos inabarcable. Granada como prisión y libertad en una misma secuencia.
Segundo Premio es una historia de amistad y libertad que, en manos de El Cantante y El Guitarrista, sólo encuentra su conexión en la música, porque como dice uno de ellos: «Esa era su forma de hablar». Hablar, y de paso sentir y crear, porque de ahí partió uno de los álbumes más influyentes del indie español de la década de los 90, y un punto de inflexión en la música popular española. Lo que, de nuevo, nos lleva a revisitar la relación entre realidad y ficción. Una interacción que Lacuesta magnifica ponderando lo importante sobre lo anecdótico, y porque para saber la verdad hay que buscar en las canciones que trocean esta historia en once capítulos, uno por tema del disco. Canciones que nos hablan de la desesperación y la esperanza con ese punto lírico e inigualable de las guitarras de un grupo que hizo de ellas su principal aportación al mundo musical. De esas cuerdas brotan notas que amplían la manifestación de un alma que no busca respuestas sino estados en los que permanecer sin sentirse culpable. Respuestas que, por otra parte, nos delatan, como esos poemas de Lorca en Poeta en Nueva York, auténticos canalizadores de la bruma por la que se desplaza esta película. Una historia hecha para sentir la necesidad de la música en nuestras vidas. Héroes sin nombre propio que se enfrentan a los algoritmos que nos matan, porque se naturaleza es la propia de las esencias que nacen de los más profundo del ser humano. Reinterpretaciones que nos retratan con la disfunción del que nada más busca expresar sus estados vitales que vayan más allá de sus comportamientos erráticos o dañinos. En este sentido, Segundo Premio es la culminación fílmica, estética y vital de una travesía sensorial que un día emprendieron sus protagonistas de Granada a Nueva York, igual que si fuera un viaje al otro lado del mundo. Un mundo donde se depositan los sueños que no entienden del eterno debate entre realidad y ficción. Esa relación transversal entre lo real y lo imaginado es igual a la huella que el hombre dejó en su primer viaje a la Luna, porque para que nadie dude de la intención de Segundo premio, al inicio de la misma se nos explica que: «Esta no es una película sobre Los Planetas», que, sin embargo, nos lleva a esta otra: «Esta es una película sobre la leyenda de Los Planetas», igual que si todo lo visto fuese un icónico viaje a través del tiempo y la música de un grupo que ya forma parte de la memoria colectiva de una ciudad, un país, y un universo: el de la música, que canta, retrata y reivindica a sus más relevantes figuras.
Ángel Silvelo Gabriel.
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