La traducción directa del título original en inglés The Naked Jungle (La Jungla Desnuda) en esta ocasión parece que funciona mejor que el adoptado finalmente como Cuando ruge la marabunta (Paramount, 1954), pues si en el segundo subyace la contraseña de una película de aventuras, en el primero nos dice bien a las claras cuál es el hilo argumental principal de este apasionado enfrentamiento interpretativo entre Charlton Heston y Eleanor Parker, que como dos antagonistas, se enfrentan a sus miedos en un territorio salvaje, pero aparentemente desnudo, como sus pasiones y el conocimiento que el uno tiene del otro.
Hoy en día, sorprende más si cabe este duelo de caracteres, pues en él se encuentran presentes tanto la misoginia de Heston, como la fuerte sexualidad solapada de entereza de Eleonor Parker, que ante los empujes egoístas y machistas de su marido por poderes, se mantiene firme en ese milenario combate que entrelaza diariamente a hombres y mujeres, y que en esta ocasión, aparte del proceder violento del Sr. Leiningen, va más allá en el plantemaiento de las relaciones humanas para desembocar en una pasión arrolladora entre dos personas de fuertes caracteres y convicciones, de ahí, que no es de extrañar, que los diálogos se planteen cargados de inteligentes metáforas entre ambos protagonistas, cuando por ejemplo tratan el tema del sexo en la sublime escena del piano, que a modo de plano secuencia, desemboca en una segunda escena en el dormitorio de Joanna. Una secuela interpretativa a la que Charlton Heston dotó de una gran maestría interpretativa, cuando saltándose el guión, rocía a su mujer con la colonia que él mismo le había regalado. Una anécdota, en la que palpa por una parte la inteligencia del guionista, y por otra, el trato preferencial hacia un espectador que debe saber leer entre líneas.
Hoy en día, sorprende más si cabe este duelo de caracteres, pues en él se encuentran presentes tanto la misoginia de Heston, como la fuerte sexualidad solapada de entereza de Eleonor Parker, que ante los empujes egoístas y machistas de su marido por poderes, se mantiene firme en ese milenario combate que entrelaza diariamente a hombres y mujeres, y que en esta ocasión, aparte del proceder violento del Sr. Leiningen, va más allá en el plantemaiento de las relaciones humanas para desembocar en una pasión arrolladora entre dos personas de fuertes caracteres y convicciones, de ahí, que no es de extrañar, que los diálogos se planteen cargados de inteligentes metáforas entre ambos protagonistas, cuando por ejemplo tratan el tema del sexo en la sublime escena del piano, que a modo de plano secuencia, desemboca en una segunda escena en el dormitorio de Joanna. Una secuela interpretativa a la que Charlton Heston dotó de una gran maestría interpretativa, cuando saltándose el guión, rocía a su mujer con la colonia que él mismo le había regalado. Una anécdota, en la que palpa por una parte la inteligencia del guionista, y por otra, el trato preferencial hacia un espectador que debe saber leer entre líneas.
En ese combate entre géneros nadie sale bien parado, pues el acercamiento de los protagonistas se producirá tras la constatación del mutuo conocimiento que una tragedia mayúscula se cierne sobre sus vidas. Ese miedo a perderlo todo, es el que hace cambiar la mirada a las personas y volver su gesto sobre uno mismo y sobre aquello que verdaderamente importa, y que en este caso, se traduce en el choque de trenes pasional entre dos personas que al final estaban condenadas a entenderse por lo accidentado de sus vidas, que se juntan en un cruce de caminos del que ya partirán de la mano y listas para afrontar nuevas y desconocidas aventuras que los acercarán o alejarán definitivamante, pero que ya no son el hilo argumental de esta película.
De ahí, que lo primero que sorprende cuando uno se pone delante del televisor a ver esta película, es que la misma se programe en horario nocturno y que a la misma le acompañe la calificación de un cuadro rojo en el que se inscribe el número dieciocho. Esta apreciación no deja de ser chocante, porque el recuerdo de la infancia que uno tiene de este film, se traslada a la ensoñación de una película de aventuras basada en el relatro corto de Carl Stephenson "Leiningen contra las hormigas", como paradigma del cine de acción apto para pasar la tarde antes de bajar a la calle a reunirse con los amigos. Hoy por hoy, esa percepción de la película es tan desacertada como lejana en el tiempo, porque ni los efectos especiales de la misma con la devastadora marabunta avanzando por la selva amazónica, ni el el efecto Technicolor, han salido indemnes del paso del tiempo. No ocurre lo mismo sin embargo,con ese relato pasional entre dos desconocidos, que como las pasiones humanas, sigue tan vigente como el primer día.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.
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