Hay cineastas como Malick, que nos proponen la búsqueda de la felicidad a través del dolor, y otros como Paul Feig, que nos la enseñan a través del reverso de la moneda de una boda, que en este caso, aparece disfrazada bajo el leitmotiv de comedia gamberra protagonizada por mujeres. Pero si nos detenemos ahí, creo que no llegaremos a ningún lugar, porque lo que se nos muestra, no nos permite adivinar nada nuevo bajo el sol, salvo si queremos ver en la trama la presencia masiva de mujeres en la pantalla, pero poco más. Sin embargo, el reto al que se enfrenta este film, es la de intentar hacernos ver, que tras la gran noticia que supone el anuncio de la boda de la mejor amiga de la protagonista, hay una historia que marcha en paralelo a esa inicial propuesta, y que en esta ocasión, se comporta como la verdadera acción de un guión, en el que ha participado su protagonista Kristen Wiig junto a Annie Mumolo, y que intenta mostrarnos ese otro lado de la felicidad.
Advertidos ya que nos encontramos ante una película que intenta hacernos reír con situaciones grotescas protagonizadas por un grupo de chicas insatisfechas y perdidas en sus vidas, nos queda el consuelo que dentro de la misma, se desarrolla esa otra sub trama que es con la que nosotros nos quedamos, pues Annie (Kristen Wigg) representa a las mil maravillas ese espectro personal que busca denodadamente el éxito y la felicidad sin llegar a conseguirlo, y hasta incluso su apariencia física con unas más que apreciables arrugas en su cara cuando mueve su boca o un enmarañado pelo rubio, nos sirven de referencia para poner en solfa la típica comedia romántica, donde su protagonista, es una de las típicas y exuberantes star system femeninas de Hollywood. En este sentido, Annie se nos presenta más creíble y cercana, lo que la convierten en la típica anti heroína que una vez tras otra, cae en las trampas de su particular caos existencial, adornado con ribetes tragicómicos que la hacen desplazarse con asiduidad a ese otro lugar donde se refugia la cara oculta de la felicidad, pues este estado tan añorado del ser humano, en la mayoría de las ocasiones es abordado desde un punto de vista erróneo, lo que nos hace tropezar una y otra vez con la misma piedra.
Para que nada falte en este comedia pseudo golfa de mujeres algo maduritas, también se nos presenta una historia de amor entre la protagonista y un policía local (Chris O’Dowd), que tiene su contrapunto en la batalla entre Rose Byrne (Helen) y la propia Kristen Wigg (Annie), a la hora de afrontar la organización de la boda de Maya Rudolph (Lillian), y que son el perfecto remedo de la Cenicienta y su madrastra, con final feliz, a lo que también contribuye el numerito musical del final y el vídeo que hay en los títulos de crédito, como un guiño más que directo hacia Resacón en las Vegas, en un intento de acercarnos al original y fresco planteamiento de estas dos comedias de éxito, pero sin llegar a conseguirlo, porque La Boda de mi Mejor Amiga se comporta como un intento fallido en su original intento de llevarnos más allá dentro de su género, sino fuera por esa otra cara de insatisfacción que nos propone su protagonista.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.
En Fragmentos tienen cabida la literatura, la música, el cine, el teatro, el arte y, de vez en cuando, se cuela algún microrrelato.
miércoles, 28 de septiembre de 2011
LA BODA DE MI MEJOR AMIGA: LA CARA OCULTA DE LA FELICIDAD.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario