Escribir a mano es cada vez menos habitual en la vida cotidiana de los ciudadanos. En una sociedad moderna como la nuestra, en la que se persigue la rentabilidad por encima de cualquiera otra razón, muchas voces se preguntan si merece la pena enseñar la escritura caligráfica en la escuela o si no sería mejor arrinconarla para siempre y que los niños aprendan a escribir directamente con el teclado digital. El debate está servido.
En Finlandia ─un ejemplo a seguir en su buen nivel educativo─, a partir del curso 2016/2017, van a sustituir el aprendizaje de la escritura a mano caligráfica por clases de mecanografía en el teclado QWERTY (conocido así por las cinco primeras letras de la primera fila del teclado). Es necesario matizar que lo que se proponen es eliminar los ejercicios de caligrafía, no de escritura. Los niños aprenderán a escribir a mano, pero no a perfeccionar la cursiva ni la escritura manuscrita. Minna Harmanen, del Consejo Nacional de Educación, reconoce que se trata de una importante transformación social, puesto que el ordenador se encuentra más ligado que el papel a la vida cotidiana de los niños.
En Estados Unidos, llevan tiempo con el experimento. Desde que implantaron los Common Core Standards en la mayoría de los estados. Los alumnos trabajan la escritura hasta los siete años y se les exige que sea legible y, a partir de esa edad, los profesores se ocupan de que aprendan a teclear lo más rápido posible. En el resto, el aprendizaje de la escritura manual en la escuela es opcional, a pesar de que las experiencias pilotos del “todo digital” llevadas a cabo en “liceos del futuro” de Filadelfia han tenido resultados catastróficos.
Un estudio canadiense publicado en agosto 2013 en Computers & Education ha denunciado los efectos negativos que el sólo uso de la pantalla acarrea en la memorización y concentración de los estudiantes, a partir de un test realizado con alumnos en el que unos tomaban apuntes a mano y otros en su portátil. Quizá sea porque la escritura a mano implica un movimiento fluido, casi sin interrupción, lo que provoca que el pensamiento se vuelva también fluido.
En Francia, el debate acaba de empezar. La gente todavía escribe a mano. En 2103 se vendieron siete tarjetas postales por persona y año, frente a las ocho de la década de los 90. La escritura manual ocupa un lugar importante en la tarea diaria de los alumnos. Si bien los niños utilizan cada vez más los dispositivos electrónicos, los exámenes se escriben casi siempre a mano. Salvo raras excepciones de aprendizaje precoz con el teclado, los chavales dedican mucho tiempo a aprender el abecedario y a trazar las letras. De hecho, muchos jóvenes continúan elaborando sus fichas a mano, ya que eso les ayuda a sintetizar y a memorizar.
En el ámbito del País Vasco, la Federación de Ikastolas y Elkar han diseñado el proyecto EKI para impulsar el denominado currículum vasco. Comenzó a desarrollarse en el curso 2013-2014 de la ESO, en soporte tradicional ─papel─, apoyado en un 20% de soporte digital. Hoy la digitalización ya es completa lo que significa que los alumnos se han liberado de los pesados libros y han hecho del ordenador su mejor aliado. El enfoque parece correcto, ya que los dos modelos son complementarios. Veremos cuál es el resultado.
Enrique Dans (profesor de Sistemas de Información en IE Business School desde el año 1990) no tiene ninguna duda a favor de la tecnología: “En la educación, junto con la caligrafía, deberían caer muchas cosas más. El uso del papel, por ejemplo, debería reducirse hasta convertirlo en algo residual. Los libros, como ya he expresado en otras ocasiones, deberían ser sustituidos por la red, por repositorios de conocimiento interconectados y por la enseñanza del razonamiento crítico que permite cualificar fuentes de información, porque no se puede enseñar a los niños que el conocimiento está en un soporte cerrado entre dos tapas de cartón”.
Pero los estudios científicos parecen decir otra cosa. Investigadores de la Universidad de California han comprobado que escribir a mano obliga al cerebro a trabajar a pleno rendimiento, lo que fomenta la creatividad y mejora la comprensión. El aprendizaje caligráfico trae consigo de forma implícita dos características que ayudan a la adquisición mental del lenguaje: la direccionalidad (camino que sigue el bolígrafo para trazar la letra) y la fragmentación (la separación de palabras).
Estudios neurológicos y psicológicos posteriores sobre los procesos de aprendizaje han determinado que el cerebro se relaciona mejor cuando se escribe a mano que cuando se hace en un teclado. La investigación llevada a cabo por Karin H. James y Laura Engelhardt de la Universidad de Indiana deja claro que el procesamiento de las letras en el cerebro se realiza de forma más adecuada cuando estas se escriben a mano.
Cuando se usa el bolígrafo, la mente lleva un ritmo más lento, lo que hace que se comprenda más lo que se escribe y, por lo tanto, se asimile y permanezca en la memoria. Esto queda corroborado por otro estudio realizado por dos científicos psicológicos ─Pam Mueller de Princeton y Daniel Oppenheimer, de la UCLA─ y publicado en Psychological Science: los estudiantes que cogen apuntes por ordenador realizan la acción maquinalmente, copian tal cual lo que oyen, pero no lo digieren, aunque los autores de este artículo lo hicieron a mano en su momento y sólo adquirieron conciencia de lo que habían copiado cuando los pasaron “a limpio”.
En general, muchos de los beneficios de escribir a mano derivan simplemente de la mecánica de trazar letras. William R. Klemm (profesor de Neurociencia en la Universidad de Texas) dice que la escritura en cursiva hace a los niños más inteligentes: “Mediante el aprendizaje de la escritura en cursiva, el cerebro desarrolla una especialización por áreas que integra la sensación, el control del movimiento y el razonamiento. A diferencia de la escritura en el teclado y la práctica visual, según estudios de tomografías del cerebro, diversas áreas del cerebro se co-activan durante el aprendizaje de la escritura en cursiva”.
Como todas las discusiones de este tipo, al final será la evolución de la sociedad y de la tecnología la que sentencie. Nosotros, quizás por una visión romántica del tema, pensamos que la enseñanza de la letra cursiva no desaparecerá, sino que alternará con la tableta y el ordenador, aunque sólo sea por seguridad, ya que los dispositivos electrónicos fallan a veces o carecen de cobertura. Pero no cabe duda de que la tecnología está a nuestro servicio y tiene mucho que aportar al aprendizaje de las habilidades que el ciudadano requiere para tener un sitio en la sociedad.
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