Anillos y raíces que nos devuelvan a la esencia de lo que un día fuimos. Anillos que nos envuelven en una espiral de compromiso con uno mismo y los otros; placenta de dolor, amor, y lucha. Y, raíces, como símbolo de un nacimiento que nos sitúa, una vez más, en las coordenadas donde todo empezó un día. Lejano en el tiempo. Y cercano en la memoria. Derribar ese pasado, para volver a convertirlo en presente, es uno de los restos de nuestras vidas a la hora de volver a disfrutar con aquello que nos hizo felices. Y, Second, lo ha entendido muy bien con la edición el 16 de noviembre de 2018 de Anillos y Raíces, un disco que regresa de la mano en la producción de un Raúl de Lara que emerge los destellos del grupo a una cima que un día dejaron de lado en la búsqueda de nuevos caminos y ritmos que sus fans disfrutaron con lujuria. Un paso intermedio, sin duda, que les ha llevado a Second hasta Flores imposibles cuatro años más tarde, una joya rítmica y musical que, con el paso del tiempo, se convertirá en una pieza maestra.
Anillos y Raíces es el único cedé que no reseñé en su momento. Un dato, en mi relación con el grupo que ya no recordaba, y que ahora me ha llevado a revisitar de una forma más profunda, las canciones que lo integran. Una vuelta al pasado donde los matices musicales se hacen presentes en forma de brillos que nos orientan en la noche. Eso es Anillo y Raíces, un faro que de nuevo nos indica el camino hacia ese más allá que ya experimentamos en sus discos iniciales, y que nos vuelven a reconfortar con la vida y la música que nos retrotraen a esas experiencias que siempre tiene un hueco en nuestra memoria. Mira a la gente, el tema con el que se abre este trabajo, es un buen ejemplo de todo ello. Ritmos altos. Letra inteligente. Y una melodía portentosa, que la catapultan al puesto de los grandes hits de Los Cuatro de Murcia (ante la ausencia por primera vez de Javi Vox en la formación del grupo). Algo similar ocurre tras la escucha de En otra dimensión, donde el grupo murciano vuelve a demostrar su gran destreza a la hora de concebir medios tiempos. Medios tiempos en los que en este disco se aprecia un mayor protagonismo de los teclados. Un protagonismo electrónico que hace que el sonido de la formación suene como más completo, sobre todo, por el fondo compacto desde el que parte. Una sinergia que se prolonga en Teatro infinito donde la letra y la voz de Sean Frutos de nuevo se alzan como protagonistas de este tema que nos sigue envolviendo tras cada escucha. Sin duda, un inmejorable paso adelante hacia ¿Quién pensaba en eso?, donde las melodías circulares se transforman en pequeños himnos: «Ayer tuve un momento de estupidez,/ y pensé en situaciones imposibles:(/ Abrazos enemigos, paseos de domingo, reyes en el barro, tú y yo en 2005./ Luego me alcanzó la realidad,/ y me llegaron tus últimas noticias./ Bajé a nuestro sitio y le canté al silencio como en los conciertos en los que tú eras el público». Amores diferentes gobernados por un silencio que, en este caso, son tan delirantes como el mayor de nuestros enemigos, porque como dice la letra de la canción: «Somos diferentes a ellos». Una alegría musical que se extiende en Contra viento y marea, un tema que ruge desde las cuerdas de unas guitarras siempre dispuestas a darlo todo. Aguerridas. Sinuosas. E insinuantes. Templanzas sonoras que, sin embargo, llevan el signo de la prontitud y la fuerza: «Guoooh, oooh…,». Un ciclón que disminuye en Sonará en todas partes, una canción que suena a los viejos tiempos, y donde ahora el grupo se enroca en unas notas musicales que van desde la melancolía del pasado a la revelación de un presente adictivo, por lo que tiene de envolvente. Como envolvente es la letra y la música de Entre versos de placer, uno de los mejores temas del disco, porque su esencia nos lleva hacia la esperanza y el brillo de los buenos tiempos. Tiempos aderezados por la música de Second.
Anillos y Raíces se divide en dos partes. La primera de ellas sería la que componen las siete canciones comentadas hasta ahora, y la segunda las tres últimas; unas composiciones que no brillan como lo hacen el resto y, que por arte de gracia, o no, se hallan situadas al final del disco, del que sólo podemos argumentar que es una nueva puesta en valor por esa música que se hizo nuestra sin apenas darnos cuenta, como los mejores momentos de una vida que siempre busca el brillo de la esperanza.
Ángel Silvelo Gabriel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario