miércoles, 17 de noviembre de 2010

EL MENOR ESPECTÁCULO DEL MUNDO, FÉLIX J. PALMA: UN PERFECTO Y MINUCIOSO TRABAJO DE RELOJERÍA


No es extraño que esta colección de relatos esté entre los libros más destacados del año en su género. Su último tanto se lo ha apuntado en el VII Premio Setenil, que reconoce y premia al mejor libro de relatos publicado en España, encontrándose éste entre los finalistas, y también en la terna final de los tres que optaron finalmente al galardón, que se llevó la obra Los Hábitos del Azar, de Francisco López Serrano.

Un ejemplo del buen hacer que contiene esta selección, es el primer cuento titulado El País de las Muñecas, donde el autor aprovecha la famosa anécdota de Kafka sobre la relación que mantuvo los últimos días de su vida con una niña en un parque de Berlín, para construir con la maestría de un relojero, todo el entramado que una pieza corta debe atesorar, proporcionándonos los datos necesarios con sumo orden y con una delicadeza que te llevan hasta un final, que en este caso tiene sorpresa. Este relato sirve de perfecto ejemplo para todos aquellos que quieren dedicarse al competitivo y desagradecido mundo de las letras, pues resulta una muestra perfecta de cómo arrancar una historia, cómo introducir los datos necesarios para completarla y cómo dejar las huellas o rastros, que a posteriori, te sirven para cerrar el círculo perfecto que se dibuja en su trama, con un magnífico punto de arranque a modo de final y un final que no te esperas y que es el perfecto colofón a la historia, donde por sí misma cobra un sentido que a buen seguro el lector no había supuesto.

Pero cuál es El Menor Espectáculo del Mundo, pues a modo de símil circense, ese espectáculo no es otro que el amor, que siempre se encuentra sumergido en el fondo de las historias que Félix J. Palma nos regala, y donde cada una de ellas, representa un tipo distinto de amor. Por destacar alguno de los relatos de este maravilloso libro, podríamos referirnos por ejemplo, al que cierra la selección y que lleva por título Bibelot, cuya historia tiene la magia de encerrar al mundo real dentro de un mundo imaginario, aunque éste sea de cuento de hadas y tan reducido que apenas cabemos. Del mismo modo, que El Ascenso a los Infiernos encierra la tragedia del último amor, en este caso no correspondido por la falta de arrojo y comunicación de uno de sus protagonistas. En ambos relatos, se destila un matiz existencial y humano, que trasciende más allá de las páginas de papel que albergan las historias, para instalarse en el interior del lector, pues estamos ante historias que conmueven.

También hay otro tipo de relatos, como ejercicios estilísticos, en los que Félix J. de Palma, deja muestras de su perfecto dominio del relato corto, como por ejemplo, el cuento titulado Las Siete Vidas o así de Sebastián Mingorance, donde su protagonista se desdobla en un sinfín de personajes y fantasmas de sí mismo; o Margabarismo donde su protagonista se encuentra encadenado al destino de los letreros que hay pintados en el retrete de un bar. Por no pasar por alto esa pieza tan sencilla como eficaz que es El Síndrome de Karenina, donde otra vez, la literatura juega un papel estelar.

El Menor Espectáculo del Mundo es, sin duda, uno de los libros de relatos del año, que esta vez sí, sabe a dónde va y por dónde quiere llevarnos.

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