EL ECO DE TUS LABIOS
Hubo un tiempo para el olvido, justo cuando la lluvia vino y nos dijo adiós. Las gotas de agua se peleaban contra el cristal y mi cara se rebelaba contra su eco. Entonces necesitaba unir sonidos y palabras, pero el vaho lo inundaba todo y no podía oírte ni verte. Todavía recuerdo que las cuerdas con las que te sustentaba yacían abandonadas en mi pasado, como las piedras milenarias de la ciudad que nos albergó lo hacían en mi desgastada memoria. Pero ahora, siento que el eco de tus labios vuelve a mi lado, mientras veo gente corriendo al otro lado de la calle. Esta vez no me asusto, porque sé que sólo son reflejos perdidos en el tiempo y corazones rotos en calles solitarias. Sé que algo ocurre de nuevo, porque las luces se oyen y las palabras se tocan. Aunque enseguida me doy cuenta que sigo equivocada, porque sólo veo al vaho que se fugó con tus zapatos y me dejó a solas con el eco de tus labios. Para mi dicha, las gotas de agua han abandonado la batalla y con ellas el tiempo para el olvido. Tras ellos ya no queda nada, pero yo todavía me pregunto por qué no estás aquí, a mi lado, venciendo al túnel del tiempo y reviviendo una vez más la historia de aquel beso que nos unió para siempre.
Microrrelato de Ángel Silvelo.
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