miércoles, 23 de octubre de 2013

A de ANIMAL, RETRANSMISIÓN DE UN INFARTO: EL DELIRIO MÁS INTENSO Y OSCURO DEL PUNK ROCK ESPAÑOL

La fuerza más oscura de nuestras entrañas nos empuja hacia el otro lado, ese que se encuentra fuera de la realidad. Retransmisión de un infarto de A de Animal, es eso, un sueño que nos traslada a otro tiempo y otros lugares invadidos por la noche, la rabia, el empuje, el sexo y la noche, sobre todo la noche, donde bajo el influjo de la luz taimada de la luna todos somos un poco hombres y mujeres lobo. En este sentido, la voz de Isabel Hevia se comporta como la compañía perfecta para adueñarse del cetro de la fauna más radical de la música indie española, porque A de Animal, consiguen en este primer trabajo, situarse en ese lugar sorprendentemente vacío dentro del panorama musical español, y lo hacen con la fuerza de una oscura y sucia resonancia sonora  que se apodera del espacio que otros ya ocuparon con antelación. Esta vuelta a los más genuinos ochenta dejará boquiabierto a más de un escéptico, pero esta es la apuesta de A de Animal, la de sumergirse en las profundas aguas del delirio más intenso y oscuro del punk rock español.

Retransmisión de un infarto se inicia con Preludio, perfecto título y canción de arranque de esta singladura de envites cargados de furia y de rabia. Lo sonidos electrónicos industriales que, reinaron por ejemplo, en la parte inicial de los nuevos románticos, acuden aquí en auxilio de nuestros recuerdos, y lo hacen con un medio tiempo plagado de resonancias y ecos de antaño al más puro estilo siniestro made in spain. Una apertura que da paso a Me transformo en un infarto, una canción donde la guerra entre guitarras es total (sólo matizada por la honda voz de Isabel); una buena tarjeta de presentación del disco, a la que acompaña un acertado desarrollo narrativo en imágenes en forma de videoclip. Los teclados y las cajas de ritmos apoyadas en el sonido del bajo de Gonzaga Manso se lanzan victoriosos en Fotografías, donde una vez más, A de Animal juegan a esa dualidad existencial y sonora de la derrota y el dolor, aderezadas con frases mitad salvajes mitad oníricas: "se me acaba la saliva para escupir/Y no puedo ni parir.../ Si tú mañana me engañas/ No saldré a votar, no creo en la democracia", como mejor ejemplo y preludio de una escapada a través de la noche. Un ímpetu que no decae en Peces en peceras, donde el sexo se hace cuerpo y las obsesiones se vuelcan sobre nuestros oídos, pidiéndonos más en forma de último suspiro: "Oh, oh París/ Siempre tan gris/ Oh, oh París/ Siempre feliz", acompañado de un magnífico eco de guitarras tan poderosas como oscuras. No se nos ocurre mejor continuidad a lo expuesto que Vía oftálmica, un tema en el que encontramos más que evidentes coincidencias sonoras y vocales con Angelik Acid y su disco Delayed; un grupo desgraciadamente desaparecido, pero que con un único disco en el mercado dejó un profundo recuerdo en nuestra memoria. "Sí, si aprendí a no dar más de lo que di.../ Las verdades siempre duelen y el karma vuelve". Extraordinaria Isabel en la interpretación de esta canción, que está llamada a ser un próximo single del disco por la perfecta combinación de letra y música unidas a esas poderosas reminiscencias a la mejor música siniestra española. 

No vamos a entrar se desplaza por los raíles de la banda sonora que nos proponen A de Animal, en consonancia con un recital de ecos y aullidos salvajes que no precisan de licencias para abordar a nuestro maltrecho subconsciente. Este es un nuevo ejemplo de la cantidad de imágenes que son capaces de reproducir A de Animal en nuestra mente, que cae rendida ante el ímpetu sonoro que despliegan. Retransmisión de un cuerpo se transforma en poderosa y desnuda de mentiras: "qué sientes en el fondo", y donde la búsqueda de la verdad nos lleva hasta el arrebato que A de Animal ejecutan con una contundencia apoyada en un ritmo que se tensa poco a poco hasta alcanzar el éxtasis; una gran canción que nos lleva hasta Pola, pura urgencia rítmica adornada de enérgicas guitarras y una poderosa batería que sólo rompe la voz de Isabel: "y yo me muero por ti"; auténtica dinamita servida de un sólo trago. Y llegamos a La caja, la balada del disco, donde la guitarra se pierde en la soledad del hueco más atemporal del alma, ese que sólo cada uno de nosotros sabe dónde se encuentra. En este caso, la voz de Isabel brilla mucho más desnuda, pero igual de electrizante. Puro quejido que nos atrapa y nos reduce a la nada más absoluta, como absoluta es la soledad que nos acoge en las rupturas. 

Telaraña es el bonus track del disco, y la pieza que podríamos tildar de distinta, tanto por la introducción sonora a modo de interludio narrativo sonoro como por su continuación en forma de canción rompedora interpretada por una voz masculina que acompaña a Isabel, en una especie de telaraña muy al modo de los ritmos de Fabio McNamara y Almodóvar; una excelente fórmula de cierre divertida y underground al estilo más puramente siniestro de los ochenta, en una magnífica demostración de la posición a la que se han encaramado A de Animal, el delirio más intenso y oscuro del punk rock español.  

Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.  

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