Juegos obsesivos. Incontrolados.
Alucinógenos. Sonidos que se desplazan sobre la base de unos teclados que
asumen el eco y el papel de la oscuridad y la incertidumbre. Melodías que se
abren camino a través de tiempos emocionales que son sintéticos y repetitivos
como la búsqueda de la propia identidad. El arte de la repetición sobre el
abismo sonoro de las voces cantadas, habladas y susurradas conforman la parálisis
expresiva de Niet! en Humillación. Un álbum electrónico
que experimenta con sonidos subversivos el concepto musical que, la productora
tangerina, revisita en este trabajo. Nueve canciones que se mueven entre el synth pop, el slow tempo y unos sintetizadores oscuros y provocadores como la
propia humillación y la noche de los tiempos que la cobijan.
La descarga de esa fuerza
incontrolada que procede de las sinergias vitales de una Niet! entregada en cuerpo
y alma a su concepción del ritmo y la electrónica, ya están presentes en Control, un corte que nos habla de su
gran capacidad para el mimetismo sonoro que rebota en frases que desarrollan la
obsesión de la repetición y se transforman en una ola magnética de siluetas
impredecibles. Arriba, abajo… arriba, abajo, en una constante indeterminación de
voces cantadas: «Tú no eres dueña de ti misma... Te acuerdas de eso que eres
una bocazas… Bang.» Una búsqueda argumentativa que encuentra grandes
proporciones de ecos que se reproducen sin miedo en Devastación, una sinfonía de intrigas y ajustes emocionales que
surgen de la necesidad de expulsar los traumas que nos acechan tras cada nota
que se reproduce fuera del control: «Córtale las cuerdas, déjalo sin alas… La
vida se arruga como una manzana». Humillación,
el tema que da título al álbum es una mezcla de suspiros y riffs electrónicos
que desembocan en «No lo dejes crecer… No me puedo creer que este salto mortal
no me llegue a romper». Una mezcla de sintonías que le hacen de difícil
clasificación más allá de representar el código artístico que sigue de una
manera muy fiel Niet! a lo largo de su último trabajo.
Bloques sonoros que siguen en Pérdida, cuya secuencia musical bien
podría la banda sonora de una serie de intriga, redención y muerte, por la
magnitud que posee el corte dark de
su naturaleza que se propaga a lo largo de entrecortados suspiros y ecos que
nos obligan a la búsqueda de la luz tras el manto oscuro que las cubren. Ese
ritmo identificativo con un chill out
electrónico de alguna de las composiciones de este Humillación es el que
hallamos en Vértigo, un tema más
luminoso en cuanto a su concepción sonora, pero igual de sintético: «A veces
pienso que mi vida es un reloj… O es un sobre cerrado sin abrir». Alucinaciones
repetitivas de la soledad y la propia identidad que se intensifican con los
ecos de un triángulo sonoro persistente y caprichoso.
Percusiones salidas de las
entrañas soñadas en una noche sin luz. Noche de enigmas sin solución ni
remordimiento. Noches de sintetizadores rompedores, líricos y provocadores como
los que conforman la melodía de Innombrable
uno de las canciones de este álbum que de una forma adictiva se queda pegada a
nuestro particular latido musical. Metáforas que se resguardan o cobijan en Humillación,
el tercer disco de Niet!, su séptimo si sumamos sus álbumes grabados como Hypersunday. Un trabajo repleto de simas
y cumbres. Ritmos acompasados y destructivos. Almas rotas repletas de
experiencias y emociones indescriptibles que, por arte de magia, se convierten
en testimonios sonoros en forma de canciones: «Adiós, me voy… Adiós les dejo
con el nombre del cabrón que hizo suya mi canción… Adiós, adiós, adiós».
Ángel Silvelo Gabriel.
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