He tenido la suerte que mi último micro relativo a la mafia y su encontronazo con la literatura haya sido seleccionado (y ya van cuatro veces consecutivas) en este magnífico concurso tan difícil de pelar. ¡Ojalá sea ésta la definitiva!
Espero que os guste:
MICRORRELATO: EL INDICIO
Nadie entiende que abandone mi brillante carrera en la judicatura antimafia para convertirme en escritor. Escritor de qué me espetó el fiscal Gianfranco, a lo que no supe responder con un alegato convincente como hacía encima de mi estrado. Mi auto destierro es una isla paradisíaca del Índico donde nadie puede encontrarme. Aquí estoy seguro y ejercitaré mis dotes literarias, que para qué nos vamos a engañar, están íntimamente conectadas con mi experiencia judicial repleta de buenos y malos, policías y mafiosos, jueces y togas. De momento, la lluvia es mi fiel compañera y no me permite quitarme los calcetines y andar descalzo por esta playa desierta. Miro el océano en busca de un indicio, pero sólo veo algo que se dirige hacia mí; es una tortuga. Voy a cogerla, pero cuando la toco, salto por los aires y sólo me da tiempo a ver la cara del fiscal Gianfranco.
Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel
Espero que os guste:
MICRORRELATO: EL INDICIO
Nadie entiende que abandone mi brillante carrera en la judicatura antimafia para convertirme en escritor. Escritor de qué me espetó el fiscal Gianfranco, a lo que no supe responder con un alegato convincente como hacía encima de mi estrado. Mi auto destierro es una isla paradisíaca del Índico donde nadie puede encontrarme. Aquí estoy seguro y ejercitaré mis dotes literarias, que para qué nos vamos a engañar, están íntimamente conectadas con mi experiencia judicial repleta de buenos y malos, policías y mafiosos, jueces y togas. De momento, la lluvia es mi fiel compañera y no me permite quitarme los calcetines y andar descalzo por esta playa desierta. Miro el océano en busca de un indicio, pero sólo veo algo que se dirige hacia mí; es una tortuga. Voy a cogerla, pero cuando la toco, salto por los aires y sólo me da tiempo a ver la cara del fiscal Gianfranco.
Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel
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