En el panorama actual de la mal llamada música independiente (todo es música y sólo se puede diferenciar entre buena y mala música) es muy difícil encontrar grupos que conjugen a la perfección letra y música en sus canciones, pero Eladio y sus Seres Queridos lo hacen a la perfección, hasta tal punto es esto cierto, que en el concierto que ayer ofrecieron en la Sala Charada de Madrid nos quedó muy claro que su directo está infinitamente por encima de la cuidada producción de su disco, lo que les convierte sin ninguna duda en la gran sorpresa de la temporada. Ayer nos dejaron claro que su música está aquí para quedarse, y no sólo eso, sino que este vigués y su grupo, merecen ser escuchados de principio a fin, pues poseen un buen número de grandes canciones (hoy actúan en Málaga junto a Vetusta Morla con el cartel de no hay billetes colgado de las taquillas del Auditorio Municipal, y desde aquí aconsejamos que no se los pierdan, pues son todo un espectáculo. Sí, un espectáculo musical).
La importancia de las letras en el mundo musical de Eladio, ya se dejó entrever en la canción que abrió su actuación, Un Millón de Millones, donde la voz un poco alta del propio Eladio (¿los nervios?) nos recordó por momentos a la de Germán Coppini (el cantante de la mítica banda viguesa Golpes Bajos). Un frío inicio si se quiere (sobre todo comparado con lo que nos quedaba por ver y oir) que subsanaron con los ecos galaicos de los tambores de Están Ustedes Unidos (tema que da título al disco) y que derivaron en un final repleto de un eco de sonidos. Con Sueño de Dios empezaron a calentar motores (cuánta música sale de esa guitarra española que se enfundó Eladio durante todo el concierto) y con un potente inicio, donde la preponderancia de los teclados nos apabulló, el tema fue avanzando hacia una melodía hipnótica (que como la propia letra de la canción no nos dio miedo), convirtiendo a Eladio y Sus Seres Queridos en auténticos dueños del escenario. Las aguas volvieron a tranquilizarse con la primera gran balada de la noche, que no es otra que Miss Europa, una canción con una letra magnífica, donde se retrata a la perfección ese reflejo vacío de la moda y el mundo que la rodea, convirtiéndose en un ejemplo de la época donde vivimos, y en una magnífica foto fija del instante, y de lo efímero y fugaz de nuestra existencia, y a la que ayer Eladio y su banda, dotaron de unos punteos de guitarras que se adueñaron de su espléndida melodía, que la convierten en una canción triste y melancólica pero que gana muchos entreros en cuanto a su intensidad en la versión en directo, con armonías muy equilibradas que se fusionan a la perfección sobre el escenario.
La importancia de las letras en el mundo musical de Eladio, ya se dejó entrever en la canción que abrió su actuación, Un Millón de Millones, donde la voz un poco alta del propio Eladio (¿los nervios?) nos recordó por momentos a la de Germán Coppini (el cantante de la mítica banda viguesa Golpes Bajos). Un frío inicio si se quiere (sobre todo comparado con lo que nos quedaba por ver y oir) que subsanaron con los ecos galaicos de los tambores de Están Ustedes Unidos (tema que da título al disco) y que derivaron en un final repleto de un eco de sonidos. Con Sueño de Dios empezaron a calentar motores (cuánta música sale de esa guitarra española que se enfundó Eladio durante todo el concierto) y con un potente inicio, donde la preponderancia de los teclados nos apabulló, el tema fue avanzando hacia una melodía hipnótica (que como la propia letra de la canción no nos dio miedo), convirtiendo a Eladio y Sus Seres Queridos en auténticos dueños del escenario. Las aguas volvieron a tranquilizarse con la primera gran balada de la noche, que no es otra que Miss Europa, una canción con una letra magnífica, donde se retrata a la perfección ese reflejo vacío de la moda y el mundo que la rodea, convirtiéndose en un ejemplo de la época donde vivimos, y en una magnífica foto fija del instante, y de lo efímero y fugaz de nuestra existencia, y a la que ayer Eladio y su banda, dotaron de unos punteos de guitarras que se adueñaron de su espléndida melodía, que la convierten en una canción triste y melancólica pero que gana muchos entreros en cuanto a su intensidad en la versión en directo, con armonías muy equilibradas que se fusionan a la perfección sobre el escenario.
Espanha a las 8 inica un bloque profundamente intenso, donde el grupo se calienta de verdad, y ejecutan el tema como un cohete sonoro que arremete con fuerza en nuestros sentidos más sensibles a la buena música, y que a mitad de canción, se refuerza con un magnífico solo de guitarra que se apoya en el resto de la banda, consiguiendo un efecto sonoro de las ondas radiofónicas que poco a poco van dando paso a un multi instrumentismo de gran excelencia. Lo que nos lleva a uno de los grandes momentos de la noche cuando la banda ataca Viviendo con Miedo, con un inicio contenido para una gran canción, donde la letra de la misma, es tan importante o más que la música que la adorna: "viviendo con miedo se quiere a las máquinas..., se entierran los sueños". Una magnífica canción sobre los miedos absurdos que nos impiden vivir, y que como queda dicho, contiene grandes frases que se funden con un gran atrezzo sonoro y rítmico que nos deja muy claro el acierto compositivo de Eladio. Lo que les lleva a continuar con otro de los momentos más poéticos y literarios de la noche (todo aquel que viva en una ciudad donde llueve mucho y nunca nieva se hará una perfecta idea de lo que digo) en el que Eladio se explaya en una larga explicación del sentido que tiene la nieve en su ciudad natal, Vigo. Un hecho que lleva aparejado la espera de un deseo que parece que nunca se va cumplir y que él intenta explicar a sus dos hijas pequeñas con esta canción, y que a nosotros nos recuerda al personaje de García Márquez, que cada día va en busca de una carta a la oficina de correos en su novela El Coronel no tiene quien le escriba. Pero en este caso, más allá de la explicación de Eladio, que acaba en un gran aplauso para sus Seres Queridos, El Tiempo Futuro es una gran canción pop, repleta de reflejos y guiños de intemporalidad a esa maravillosa locura que son los sueños, y que poco a poco gana enteros musicales plagados de una emocionante intensidad que acaba en un pasmo instrumental, en seco.
Si dividiéramos el concierto en bloques, con su single La Cruz, podríamos decir que comienza uno de ellos, bajo el denominador común de la contundencia, que en esta canción se inicia con un potente bajo que se superpone a una coordinada banda, donde cada músico tiene su propio espacio, pero donde todos están al servicio de la voz y las letras de este Gran Eladio, cercano y anti star (ayer estaba contento y se le notaba, y como nos contaba al final del concierto estuvo muy a gusto en el micro concierto que dieron unas horas antes en la FNAC), lo que le hace ganar muchos enteros sobre el escenario. Medidas Deseperadas, casi se funde con el tema anterior y nace con sabor a blues, desembocando en una potente canción pop en la línea de algunas de las canciones de Los Secretos y ese ritmo sureño que es puro sentimiento (grandes teclados) que parece que se detiene, pero sólo para arrancar hacia un fuerte final, que deja paso a Non Quero Perderte, la única canción de la noche cantada en gallego, y que contiene un claro tono folkie respaldado por el punteo claro de la guitarra eléctrica que poco a poco se va cargando de una potentísima resonancia sonora que cubre todas las grietas de nuestros oídos. Otro de los momentazos de la noche llegó cuando Eladio y sus Seres Queridos interpretaron Con el Corazón en la Mano en una perfecta línea ascendente, donde la banda nos demuestra sus excelsas habilidades musicales. Un gran discurso musical pletórico de fuerza y energía acústica y de la otra, con una gran riqueza de sonidos que se transforma en una versión en inglés muy cercana al rock más impetuoso e impactante que sube y baja y que tiene claras evocaciones de los mejores U2 de los años ochenta. Eso no es así, rompe de alguna manera el discurso musical con una melancólica melodía de guitarras que se transforman de nuevo en unos acordes pop que intentan acercarnos a todos los presentes por encima de nuestras diferencias vitales, y que le sirve al grupo para despedirse.
El bis comienza con la segunda gran balada de la noche, que en forma de nana Eladio dedica a todas las madres del mundo, inicio y final de todas nuestras vidas, como de una forma tan original como espontánea nos explicó el propio Eladio antes de empezar a tocarla él sólo con su guitarra y unos sonidos pregrabados de fondo, hasta que se le unieron los teclados. Las Madres están Cansadas es una magnífica nana, mágica, angelical y con una gran fuerza interior que descansa sobre una gran letra. Este momento mágico de la noche dio paso a Toneladas de la Nada, el gran hit del grupo, que en el disco entra a la primera audición, y que en directo, es sin duda el tema que más pierde con respecto al resto, y donde Eladio imprime a la versión en directo de una interpretación distinta al disco, mucho más aguerrida y corta que consigue llenar el escenario de grandes toneladas de música pop, que acaban con otra de las grandes sorpresas de la noche, Himalaia, un clásico del grupo que emana potentes afluentes sobre el escenario repletos de la mejor música pop del grupo, que nos intenta buscar nuestro lado más despistado del corazón, y donde sin proponérnoslo escalamos junto a Eladio a su Himalaia musical. Un lugar verde, cercano, intenso, sincero, plácido y bajo un cielo abierto, que nos vuelve a trasladar en ocasiones al sonido de Los Secretos. Una canción que acaba transformándose en una versión del tema Forever Young (a la que el público recibe con aplausos) y que les hace estar geniales en uno de eso momentos mágicos que de vez en cuando uno ve en un concierto; ESPLÉNDIDOS. Tras este momentazo, Eladio nos presenta al grupo y se funde en un hipersónico final que se rompe en un susurro vocal del propio cantante.
Después de lo visto y oido ayer en la Sala Charada, Eladio y sus Seres Queridos, son hasta el momento la gran sorpresa de la temporada, porque ayer tuvieron la capacidad de atraparnos el corazón musical por sorpresa, y todavía estamos intentando reponernos de esa rara avis existencial. Al final del concierto estuvimos intercambiando impresiones con Eladio sobre el concierto y la música, a lo que añadimos unas gotitas literarias. A este filólogo de formación, técnico de sonido de profesión y gran músico de vocación, le gustan Saramago y Pessoa, y a nosotros no nos queda otra que decirle que le alabamos el buen gusto.
Crónica de Ángel Silvelo Gabriel
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