Todo parecía preparado para que la gran industria de Hollywood premiara al cine mudo. ¿Nostalgia o reconocimiento? En este mundo globalizado y tecnificado en el que mal vivimos, The Artist, por supuesto supone una mirada atrás, pero también, la habilidad de un director y su equipo al completo para contarnos una gran historia de sueños, porque ¿acaso el mundo del cine no es el mundo de los sueños? El secreto de The Artist está en la sencillez de su relato, que como un cohete teledirigido, va directo a los corazones de sus potenciales espectadores. Una vez superado el miedo inicial al blanco y negro y a la ausencia de diálogos, la mayoría caerá rendida ante eso que se ha dado en llamar la magia del cine ¡Qué más da el sonido de las palabras!, si los gestos de los actores y la soberbia música que les acompañan nos facilitan la labor comprensiva. Saturados como estamos de todo, este experimento sobre lo esencial, nos devuelve a aquello que de verdad es lo único importante: la desnudez de los sentimientos, y esa necesaria victoria del amor sobre la desgracia. Felicidad y justicia se imponen, como el sol cuando amanece, en este mundo triste y sin principios que nos aprisiona ¡Qué más se puede pedir a este metraje que nos devuelve a los orígenes del cine y los hermanos Lumière! (http://www.angelsilvelo.blogspot.com/2012/01/artist-el-regreso-la-esencia-del-cine.html)
Rendidos ante la evidencia, no para de sorprendernos la capacidad cómica de una extraordinaria Berénice Bejo, a la que se une la gestualidad desbordante de un Jean Dujardin, que para que le falte de nada, se hace acompañar de otro gran actor, su mascota Jack (el perro). Pero debajo de esa aparente comicidad, se esconde el melodrama que tan bien funcionó en las películas de los años 20 del cine mudo, por lo que no nos resulta muy difícil asociar este historia de amor y fracaso, con las inocentes y magníficas películas iniciales de Chaplin y su personaje Charlot, que como los actores de esta The Artist, buscaba la felicidad entre la indiferencia de quienes le rodeaban. Acertada o no, nostálgica o atrevida, debemos reconocer que el gran acierto de The Artist, está en devolvernos al mágico mundo de los sueños.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.
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