Kuve quiso celebrar este
final de año 2013, tan importante para el grupo, con un concierto en su sala
talismán, y lo hicieron rodeados de amigos; una forma muy cercana y emotiva de
dar las gracias a los seguidores que ayer llenaron la Sala Costello Club de Madrid (que acaba de celebrar su octavo
aniversario). El mundo hoy en día está falto de gestos como éste, pues por muy
pequeños que en principio nos parezcan, atesoran algo tan valioso como la
generosidad; generosidad recubierta de entusiasmo, energía y buena música; aliados
a los que Kuve ayer se aferraron para darnos nuevas muestras de su
progresión. En febrero vio la luz Regresión, su primer larga duración,
y a partir de ahí, han comenzado a girar por todo el territorio nacional, a
veces como teloneros de Second y otras en solitario. Esa
senda repleta de kilómetros y furgoneta les ha proporcionado un punto de vista
distinto a sus canciones, pues ahora aparecen dibujadas con pinceladas de un
aguerrido power-pop que se traslada sin miedo hacia contundentes ecos rock que
sólo se atenúan cuando regresan a esos medios tiempos pop que tan bien manejan.
Un prisma sonoro que también se deja seducir por la psicodelia, los matices
tribales o las tímidas notas orientales de alguno de los temas. Un conjunto de
influencias que ha tenido su última expresión justo un día antes del concierto,
cuando han dado a conocer su tercer videoclip, Siluetas de invierno, una buen ejemplo de que los postulados
sencillos muchas veces son los más acertados o de cómo hacer tanto de tan poco,
pues la perfecta narración visual propuesta por Ezequiel González se
acopla a la perfección con la letra de la canción que nos presenta a una Maryan
Frutos de aspecto oriental que nos va desgranando las claves del
misterio de la canción.
Un misterio que ayer echaron
abajo desde el minuto uno cuando abrieron el concierto (como ya hicieran en la Sala Ochoymedio unos días antes) con Mi mente en el congelador; una canción
atrapada en un largo intro de notas preñadas de psicodelia, que se transforman
en un tono rock distorsionado en su nuevo y largo final. Maryan enseguida conecta
con el público y rompe el hielo con un: “muy
buenas, somos Kuve y queremos acabar el año con un concierto con colaboraciones
muy especiales”, justo antes de dar paso a Euritmia, la vertiente más intimista del grupo, a la que Carlos
proporciona un profundo eco años ochenta en la guitarra. Magnífico telón de
fondo para llegar a Leguas con un
buen toque de batería que se funde con las armonías de unas guitarras que poco
a poco se van imponiendo para mejor lucimiento de una vocalista, Maryan
Frutos, a la que ya se ve más relajada y sacando el gran chorro de voz
que posee, porque si algo nos quedó claro ayer después del elenco de cantantes
que pasaron por el escenario es la fuerza y personalidad de su voz (ganó en
todos los duetos por goleada), lo que hace más reveladora, si cabe, su
nominación como mejor cantante femenina del año 2013 para quien suscribe, una
candidatura que comparte junto a Lourdes Trujillo (cantante de Arcana
Has Soul). Colaboraciones que se abrieron con Sala Elassir (cantante y
alma máter del grupo Sala and the Strange Sound), que
interpretó junto a Maryan la única versión de la noche, un Friday I’m In Love de The Cure con tintes pop, que nos
hicieron regresar a los ochenta directamente desde el siglo XXI. Un empapelado
pop que continuó con En círculos;
balada impregnada de medios tiempos a la que Carlos Otero sacó de
nuevo un brillo sobresaliente con las cuerdas de su guitarra.
La segunda colaboración corrió a
cargo de Alberto Jiménez, cantante de Miss Caffeina, la pareja
de canto que más se acopló a la voz de Maryan y al ritmo y entonación del
tema que cantó, Invisibles cuerpos,
donde regresamos a los ritmos más fuertes de Kuve sobre el escenario,
sustentados en unas portentosas guitarras que, sin embargo, anoche buscan una
pausa para acoger entre sus cuerdas al dueto presente sobre el escenario. Alberto
abandona el escenario y Regresión se
hace cargo de la situación a través de un inicio de nuevo potente, aunque esta
vez difuminado en tenues matices orientales, que poco a poco se transforman en
un medio tiempo prolongado. Aquí aparece el toque más electrónico del grupo,
donde asistimos a una sesión de percusión de una Maryan Frutos pletórica
en esta nueva faceta étnica y salvaje que ella tilda de tribal. Tu último domingo da paso a la tercera colaboración de la noche, en esta
ocasión con Mikel Izal, de Izal; que nada más subir al
escenario se disculpa por tener que utilizar chuleta para letra, lo que no le
impide demostrar la gran potencia de su voz, como tampoco a Maryan
para imponerse de nuevo en el dueto. Después de hacer pasillo para que Mikel
abandone las tablas del escenario, Kuve abordan Dando vueltas, un tema donde el grupo recupera su versión más
power-pop que lleva a Maryan a dar una y mil vueltas sobre
el escenario.
Como era de esperar, el momento Frutos se reservó para la cuarta
y última colaboración. Sean Frutos subió al escenario y se
dejó comer el terreno por su hermana, que sin embargo, hizo todo lo que pudo
para que el frontman de Second
se sintiera a gusto a su lado y olvidase los nervios por verse junto a su
hermana sobre el escenario. Siluetas de
invierno es un tema cuya letra está compuesta por el propio Sean
Frutos, pero ayer se le notó que no está acostumbrado a cantarla
habitualmente, lo que no impide que la canción cogiera ritmo y se viniera
arriba, circunstancia que ellos aprovecharon para animar al público a que
saltase; una propuesta que no fue tenida en cuenta por los presentes, pues la
mayoría estaba más pendiente de inmortalizar el momentazo que supuso ver a la saga Frutos sobre el escenario.
Superados los miedos nos sumergimos de nuevo en los ecos guitarreros de Carlos
Otero (que al final de la actuación nos confesó que disfrutó muchísimo
del concierto), apoyados por los saltos llenos de energía por parte de Maryan,
guitarras que al final se funden con los teclados en una nueva y magistral
muestra de psicodelia a la que Kuve se acopla muy bien.
Aunque Kuve se despiden de
todos, no tardan el volver al escenario para ofrecernos Singapur, un clásico del grupo para acabar, y que nos invita a
botar, botar y botar… saltar, saltar y saltar, en una secuencia de movimientos
que nos diluyen en un buen fin de fiesta para acabar el año.
Ángel Silvelo Gabriel.
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