Si en la frialdad que preside la noche miramos de una manera fugaz a la luna, seguro que solo vemos un reflejo de luz en el cielo, pero si detenemos nuestra mirada en ese instante donde el enigma de los sueños es la única razón a la que nos agarramos para seguir adelante, seguro que la luna se convierte en una infinita sábana blanca con la que podremos taparnos y, de paso, refugiarnos de nuestros miedos. Esa base donde el miedo se transforma en un balsámico sueño es donde reposan las melodías de Ascendente, el segundo trabajo del cuarteto barcelonés Digo Detroit, pues las cinco canciones que nos presentan, se desenvuelven como nanas tecno-pop capaces de arrancarnos de las peores pesadillas para hacernos soñar con aquello que nos hace felices. El enigma de los sueños se convierte así en una especie de karma capaz de dirigirnos hacia la línea del horizonte que, de una forma caprichosa, se aleja de nosotros cada vez que intentamos acercarnos a ella. Ese avance incierto, por infinito, es en el que desenvuelven las melodías de Digo Detroit, pues la función de sus últimas cinco canciones intentan atrapar la linde que separa la realidad de la ficción. Bajo la cúpula de una intensa y variada relación de ritmos, entre sintéticos y metálicos, nos argumentan las funciones de su forma de entender la música: electrónica, sí, pero con grandes dosis vocales y de ritmos pop que nos intentan calmar la desazón del día a día.
Empezar nos inicia en esa senda de propuestas en las que las bases,
tiñen, o incluso manchan, las melodías de unas canciones que buscan «lo que de
verdad importa» sin otra necesidad que la de hacernos sentir el color de unas melodías
pop y ochenteras que por momentos nos llevan a esos territorios donde el pasado
se fusiona con nuestros sueños. Empezar
es eso y la capacidad de la rotundidad, en una mezcla donde los sintetizadores
se entremezclan con el bajo, la batería y las guitarras sin por ello tener que
pedir perdón: «y el destino nos abraza para empezar, para empezar». Atrás
quedan los prejuicios sobre las cajas de ritmos o los dúos vocales de otro
tiempo, como es el caso de Temblar,
un nuevo infinitivo muy directo que se mezcla con las dualidades del pop y la
música tecno más pálida, por suave, que no por oscura: «mis latidos van
perdiendo intensidad, para dejar de temblar». Digo Detroit se deja
llevar por la caleidoscópica y tenue intensidad de los medios tiempos pensados
a la medida de la capacidad vocal de Felipe Cerdeño y Pilar Rodríguez, un
dueto que se complementa en cada acorde. Registros que de nuevo se plantean en Esencia, el corte más pop de este cd que
nos recuerda a los extintos Miranda Warning o La Buena Vida en
las cadencias vocales de un tema que se busca a sí mismo: «algo de ti me va
atrapando, adicto a tus sentencias». Hipnosis vocales y rítmicas que nos llevan
por el panel de las sensaciones reencontradas. Un planteamiento que se
convierte en más oscuro en la instrumentación en Error, eco sonoro pleno de matices que navegan por las aguas del
más puro tecno-pop de los ochenta. Una buena sincronización de voz y melodía
nos llevan a este lugar donde lo real deja de serlo para ir en busca de esa
parte de uno mismo que nos falta y al que le acompaña el rasguño de las cuerdas
de una guitarra: «es el miedo a perderte» y ahí es donde comenzamos a correr
para buscar la luz. Otro tema hipnótico que gana en intensidad a medida que
avanza para convertirse en una especie de himno del grupo, pues la capacidad
para imponerse sobre sí mismos es más que palpable. Algo parecido ocurre con Encapsulados, sin duda, la mejor canción de este cd, pues tiene dentro de
sí ese estribillo que nos hace sentir la necesidad de que se repita y llegue
para poder disfrutarlo. Fusión de intenciones que atraviesan esa tela que
recubre nuestros miedos, pues aquí Digo Detroit marcha, ya sin miedo,
por ese camino donde las sensaciones buscan la nada. Sueños que ansían la
libertad de poder llegar a realizarse sin tener que renunciar al amor, pues no
en vano, lo que nos proponen Digo Detroit es desentrañar el
enigma de los sueños: «si te muestras y me dejo de esconder cómo nos vamos a
querer...»
Ángel Silvelo Gabriel.
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