Desde un
fragmento de la vida de Marina Tsvietáieva, una poetisa rusa con
dotes de genialidad, Irina Kouberskaya escribe el trazo del
destino que puso a dos poetisas jóvenes una frente a otra, y lo hace desde un
encuentro apasionado, químico, físico e intelectual que potenció de manera
sublime la creación de las dos. A lo que añade: «quisiera redimir el derecho a
la subjetividad, romper los estereotipos de la homosexualidad y crear un himno
a la sensibilidad, la estética y el amor».
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