Reikiavik, abrieron ayer
su concierto, envueltos en la pátina de las armonías que mecen las hojas de los
sentimientos adornados de ese brillo atenuado por los acordes del otoño. Este
mensaje encriptado se resolvió cuando sonó Plan
de despedida número 1, una canción que, al igual que en el disco,
decidieron que fuese la primera en sonar en lo que fue la puesta de largo en
Madrid de su primer disco titulado, Daño universal; una presentación que
tuvo lugar en la Sala Boite, que registró una buen entrada aderezada de
famosos, familiares, amigos y como no, sus seguidores, mucho de los cuales
fueron los artífices que el disco saliera a la luz a través del crowdfunding.
Sonidos que siguieron revoloteando en el letargo azul de las emociones más
intensas, que acuden a nuestros sentidos a través de bandadas de ecos pop con
el tema Aquellas tardes; y lo
hicieron una y otra vez, una y otra vez… pues esta canción representa muy bien
ese buen hacer de Reikiavik a la hora de dar vida a las melodías ensimismadas en
los medios tiempos. Un entusiasmo colectivo que Javier Martín aprovechó
para romper el hielo de la noche con un “¡Hola,
somos Reikiavik!, ¿habéis traído una pala?” (en relación a una propuesta
lanzada anteriormente en las redes sociales), para dar paso a ese sonido
anclado en el sonido Madchester que, sin previo aviso, decora el escenario de
un toque de guitarras más acentuado, pero que sin embargo, reposa como la pasión,
en unos teclados que nos devuelven al ya comentado eco de los Cocteau
Twins, un grupo poco conocido en España, pero de grandes y profundos
argumentos musicales: “daño universal,
escucha la señal… si morimos en el intento”, que convierten a Daño universal en una mágica redención
de nuestro pecado universal en clave de tobogán ora álgido ora intimista, pero siempre
plácido como un sueño perfecto.
Sin embargo, el primer toque
intimista de la noche llegó con Acróbata
y Javi a los teclados, lo que convierten a este tema, elegido como primer
videoclip del grupo (lo de los singles desde la aparición de youtube ya pasó a
la historia) en un medio tiempo intenso que acaba en un buen rush final, como
el mejor de los k.o. pugilísticos por puntos. Una dosis de ritmo y energía que
se acentúan con Tú el dictador y yo el
revólver, que surge como el toque más rocanrolero de la noche, y al que Reikiavik
proporciona una capa más guitarrera que en el disco, dejándose llevar
por un vértigo más eléctrico, lo que les incita a pedir la colaboración del
público a la hora de secundar el ritmo del solo de guitarra, profundamente rock
sin matices; un subidón de energía que acaba con la primera gran ovación de la
noche, que además sirve para trasladarnos a Alrededor de la tierra, un
tema que comienza con unos sonidos pregrabados que enseguida caen atomizados por
una potente guitarra que derrapa con fuerza en la primera curva hasta alojarnos
en un vaivén de paz que de nuevo se difumina en un profuso discurso de
guitarras que compiten por ocupar el primer puesto.
Habitación de juegos es la única canción no incluida en el disco
que sonó en la noche de ayer en la Sala Boite, pero que sin embargo nos dejó un
gran sabor de boca. Javi de nuevo se dirigió al público, ahora sí, con un: “¡Hola Madrid!, ¡qué ganas teníamos de
veros, cabrones!, ¿Qué tal lo estáis pasando?” Para finalizar con un “¿Qué tal
suena?” Y “un aplauso para el técnico de
sonido”; un discurso que interrumpió un potente sonido de teclados
pregrabados al unísono con un: “gritar a
todo el mundo”, que nos invita a regresar a la melodías pop que bordan Reikiavik,
y donde en directo se muestran más sólidos y confiados, con unas guitarras muy
sesenta (¿muy a The Shadows?) que culminan en un impresionante solo de guitarra,
puro, cristalino y profundo a lo The Cure o U2. Una semejanza que le
sirve a Javier Martín para decirnos que: “ha llegado el momento Bono
de la noche, voy a hablar…” y aprovechó para dar las gracias a todos aquellos
que habían hecho posible la materialización del disco a través del crowdfunding
(en especial a Luisa, ayer presente en la sala), a Kike del Toro (su manager)
Promociones
sin Fronteras y el gran DJ Pichurra (alma máter de la noche
más musical de Madrid). Tras los agradecimientos, las guitarras vuelven nítidas
al discurso musical de Reikiavik, y lo hacen con una fuerza
innata que se proyecta por sí sola sobre la canción, hasta inundar el escenario
de un claro sonido a lo The Charlatans. Una eclosión de
sonidos indies anglosajones que tropiezan con el inicio en plan acústico de Plan de despedida número 2, otra de las
grandes canciones de la noche; un perfecto medio tiempo, que Reikiavik
resuelve muy bien, y en el que Javi cobra un gran protagonismo con
su voz: “adiós y cuídate” un poco
apagada el resto de la velada, pero que esta vez juega a la perfección con los
rasgos más pronunciados del sonido Madchester en plan The Verve que culmina con
un gran final, al igual que en el disco, con una melodía impregnada de una
psicodelia progresiva que enamora a nuestros oídos.
De nuevo resurgen los sonidos pop
cuando Reikiavik tocan Septiembre,
sin duda la gran canción del disco, pues atesora unos acordes majestuosos que nos
mueven a esa sinrazón que tanto requieren nuestros sentidos, y que en esta
ocasión, están muy en la línea de grupos escocses como Friends Again o Blue Bells. Campanas azules como
perfecta conjunción con un estribillo magistral “inmortales… los días son inmortales”. Mágico anfitrión para
acompañar a Salto mortal; una traca
final con Javi y su gorro de marinero ruso entrelazándose con un gran
inicio, muy prometedor, en clave de sonidos Madchester que ayer nos ofrecieron
Reikiavik en la Sala Boite de Madrid.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.
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