Los sonidos
envolventes son los auténticos protagonistas de Montaña rusa, el nuevo
disco de Second que, en palabras de su cantante, Sean Frutos, se trata de:
“un disco más directo, crudo y visceral
que los anteriores… en el que hemos tratado de ser más sinceros con nosotros
mismos”. Este cambio radical en el concepto musical de Second, se sustenta en la
ausencia de adornos, tanto en la instrumentación del mismo como en la voz, tal
y como también nos ha relatado el propio Sean Frutos, ya que 2502, título de su primer single, también
podría ser la distancia que existe entre la música que hasta el momento
conocíamos de Los Cinco de Murcia y esta nueva apuesta descaradamente
dirigida a la pista de baile de un nuevo planeta musical que Second
ha sustentado en ritmos envolventes y endiablados, a los que han añadido
pequeñas dosis de existencialismo retro futurista, como en su single 2502, sin duda, la mejor canción del
disco, pues en ella se aúnan los nuevos sonidos más brillantes del grupo y la
esencia de las letras de un consagrado Sean Frutos, que ya en El eterno aspirante (una de las mejores
canciones del siglo XXI de la música española hasta el momento) dejó muestras
de su valía, estando a la altura de autores tan consagrados como Berlanga,
El Zurdo o Auserón. De ahí que, en principio, haya que alabar este
cambio de rumbo en su música, a la que podríamos definir como la valentía del riesgo; un estigma que
todo artista se plantea en un cierto momento de su carrera, y que en este caso,
aparte de nuevos vientos musicales, viene definido por una búsqueda de otras
formas de expresión y libertad a la hora de componer, porque LIBERTAD podría
ser un concepto que se alía muy bien con este Montaña rusa, un álbum
pletórico de esos inputs tan necesarios a la hora de plantear un cambio de
ciclo.
Sin embargo, y a
pesar del cuidado con el que ha sido concebido, Montaña rusa es un disco
que necesita de varias audiciones para poder apreciar los nuevos matices que Second
ha impulsado a su música, que van desde los ecos del bajo de U2
(Adam Clayton) en esta ocasión de la mano de Nando Robles en Extenuación, hasta ese toque más
ochentero de Caramelos envenenados
que en los coros se diluye hasta los años sesenta, y que no es sino una muestra
que no todas las canciones están concebidas para la pista de baile, pues a
pesar de los bucles programados de algunos de sus sonidos, otros se muestran
como más desnudos y directos, casi tanto como la estética futurista que a pesar
de todo no es tan fría ni solemne como la exportada por los vídeos de los
grandes maestros, Kraftwerk, iconos universales de la música electrónica por
excelencia.
Diversión a raudales y ganas de
escapar hacia otro lugar menos oscuro que nuestro planeta Tierra se dan la mano
para ayudarnos a soportar el gran peso que estamos aguantando sobre nuestros
hombros, y Second se lo han tomado como una obligación, pues sus nuevas
propuestas musicales son escapistas e inciden en la huida; una huida hacia
adelante con tintes de un existencialismo no programado, pues les sale desde el
corazón, ese órgano generoso e infinito con el que transmiten cada una de sus
composiciones, lo que nos permite hacer nuestro un nuevo grito de guerra:
¡bienvenidos a la pista de baile del planeta Second, una galaxia que estará
presente allá por el año 2502. (Continuará en los próximos días... con un
análisis pormenorizado de las once canciones del disco).
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.
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