Ni el frío de la meseta, ni las
continuas amenazas de falsos paquetes bombas, fueron capaces de hacernos
desistir de la cita: 7 de la tarde del viernes pasado en la Librería Burma.
Personas amables y buenas conversadoras los libreros de Burma; una librería del
centro de Madrid con mucho encanto, donde además de novelas, hay espacio para
los cómics, y una importante sección de serie negra, por supuesto. Y junto a
ellos, nosotros, el resto, con ganas de demostrarle a Rafa la cercanía de las
gentes de Madrid y alrededores. Gran tipo este señor llamado Rafael
Melero, perdón, Rafa Melero como a él le gusta que
le llamen. Su experiencia profesional, y su trato con las personas en
situaciones límites, le hacen acreedor de una innata cercanía que enseguida se
convierte en complicidad. Habla fluido Rafa,
y con grandes dosis de sencillez que denotan que le gusta ir al grano, como más
tarde nos confesó a la hora de hablarnos de su forma de escribir. Antes de que
todo eso ocurriera, Anamaría Trillo tomó la voz y el mando, y nos presentó de una
forma muy generosa a un servidor, que le tiene que agradecer las múltiples
referencias y recomendaciones que hizo a mi blog Fragmentos (www.angelsilveloblogspot.com), y
como no podía ser de otra manera al verdadero protagonista de la cita, Rafa.
Anamaría, hizo alarde de las dotes literarias del autor catalán, y expuso,
de una forma clara y breve, las múltiples características y aciertos que posee La
ira del Fénix, una novela bien construida y mejor finalizada, que ya
nos pone sobre la pista de este nuevo narrador que, para nada lo parece, pues
se desenvuelve de una forma magistral en el mundo de la novela. Baste recordar
que la segunda entrega de la trilogía protagonizada por el sargento Xavi Massip, titulada La
penitencia del alfil, verá la luz en marzo de la mano de la editorial
Alrevés, y que la tercera parte, que ya se encuentra muy avanzada en el
proceso de escritura lo hará más adelante; una muestra más del tesón literario
del autor, pura fibra, la verdad.
Ciñéndome de nuevo a la pregunta
del título de esta crónica: ¿cómo puede conseguir la inmortalidad un
psicópata?, cabría decir sin miedo a equivocarnos que, si queremos desentrañar
este enigma de autodestrucción, tendríamos que acudir al auxilio de Rafa
Melero, pues a través de las páginas de su novela asistiremos a lo que
uno ha dado en llamar como la verdad final de la vida. Este ex-atleta, ganador
de medallas y honores en las pruebas de atletismo de los Mundiales de Policías
y Bomberos, atesora sin embargo, esa necesidad de seguir poniéndose a prueba a
sí mismo. Su última aventura es la literatura, un antiguo sueño que ya ha
convertido en realidad, y en el que ha volcado toda su buena voluntad y
sencillez. En este sentido, leí en internet, en una entrevista que le hicieron
a propósito de la aparición de La ira del fénix, que su mayor reto
a la hora de afrontar la escritura de la novela fue que quería introducir una
situación novedosa o un hecho relevante en cada página de la misma, para de esa
forma captar, de principio a fin, la atención del lector. Un hecho que, sin
duda, saben que ha logrado todos aquellos que ya han leído la novela. Y no solo
eso, porque este escritor tardío tiene una gran capacidad para crear atmósferas
que, en este caso, nos demuestra que conoce muy bien el terreno que pisa, tanto
a la hora de retratar el aspecto profesional de cada uno de los estamentos de
los Mossos d'Escuadra como el retrato
sociológico de cada uno de ellos. Este es un aspecto que ya quise resaltar en la
reseña que, de la novela, hice el pasado mes de octubre, y que ahora me viene
con mayor claridad al recordar cada una de las descripciones de los diferentes
pisos que salen a lo largo de la misma, lo que convierte a la ciudad de
Barcelona en un auténtico animal literario, cumpliendo de esa forma con una de
las características de la novela negra, y que Dashiell Hammet hizo
presente cuando el protagonista de su novela, Cosecha roja (19129), dejó los salones
y salió a la calle. En La ira del Fénix, Barcelona aparece como
un magnífico mapa social y geográfico. En este sentido, cabría decir que, quizá,
sea el género negro quien con más acierto haya descrito el mundo en el que
vivimos, a medio camino entre la novela social y de entretenimiento; una
afirmación que corrobora el filósofo Wittgestein cuando afirma que: «hay
más sabiduría en la serie negra que en muchas revistas de pensamiento». No
obstante, yo quiero resaltar la unión que, en esta novela, se produce entre la
tradición y los reflejos de la cultura mediterránea. No se nos debe olvidar que
La
ira del Fénix está compuesta de cuatro partes: chispa, combustión,
llama y cenizas, lo que la entroncan de una forma definitiva con el fuego y la
simbología que este elemento primario tiene dentro de la cultura mediterránea,
y que en la novela, es uno de los soportes formales y literarios en los que esta
se sustenta. El fuego representa la vida, y es uno de los elementos principales
de la antigua transmisión oral que mantiene vivas a las tradiciones del ser
humano a lo largo de los tiempos, pero que, en La ira del Fénix, tiene
otro significado que se contrapone a este: el de la autodestrucción.
Si todo esto es posible, es
gracias al protagonista, el sargento Xavi Massip que, enfundándose en la
capa del héroe es capaz de hace frente a las múltiples situaciones límite que se
le presentan, y que nadie como él, es capaz de analizar y discernir. La capacidad
de observación de este sargento está, sin duda, muy cercana a la que se
presupone a todo buen escritor, lo que ya nos da las primeras pistas del buen
hacer literario de Rafa Melero. En este sentido, el maestro Lorenzo Silva ha definido
esta novela como: «una de las novelas negras más contundentes aparecidas en
España en los últimos meses». Una historia plena de acción y de ritmos que
comienza con una portentosa prolepsis o flash forward si utilizásemos un
lenguaje cinematográfico. A lo que uno solo podría añadir que, si queréis
contestar a la primera pregunta, solo os tenéis que poner a leer este debut
literario, que no lo parece, y desentrañar los enigmas de la autodestrucción,
pues Rafa
Melero lo consigue como solo lo saben hacer aquellos que de verdad conocen
el alma humana.
Ángel Silvelo Gabriel.
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