La primera apreciación acerca de esta nouvelle es que hay que saber
leer entre líneas, pues estamos ante un nuevo ejemplo muy conciso, del arte de
mostrar. Esta es una de sus virtudes, la de que cada lector reinterprete dentro
de su universo literario y personal, lo que la escritora británica trata de
hacernos ver a través del retrato de dos mujeres (Lady Mary Carden y Elsa), que no representan otra cosa sino la
sutileza más hiriente de la época victoriana dibujada con profundos rasgos
feministas. En este sentido, detrás de cada escena, cada gesto o cada silencio,
hay todo un mundo de significados que, los usos y costumbres de finales del
siglo XIX y principios del XX, propiciaban en aquellas personas inteligentes
como Mary
Cholmondeley. De ahí, que para una escritora con el alma inquieta y
militante del movimiento New Woman, no
le fuese fácil sobreponerse al clasismo estático e imperante de una sociedad
británica ahogada en una forma de vida de otra época. Por eso, su desquite respecto
del mundo que la rodeaba, fue crear un tipo de literatura de tonos suaves, pero
con profundos fondos cargados de dramatismo, que ponían en solfa toda una forma
de entender y vivir la vida; algo que ella consiguió bajo el prisma de la
inteligencia que conlleva en sí misma la sutileza. Además de por mostrar, Mary Cholmondeley
tiene un preciado gusto por la economía verbal; una precisión que se asemeja a
la del francotirador que no falla en su disparo. Nada sobra es este músculo
tenso que es Un inconveniente, donde una vez más, el alma femenina (aunque
cabría decir el alma humana) cobra un protagonismo exacerbado, aunque éste sea
a través del silencio; rey de la comunicación no verbal cuando sobran las
palabras. Esta nouvelle de carácter
psicológico, fue reescrita por su autora hasta en cinco veces, pues siempre
creyó ver en ella, el retrato más acertado de todo aquello que había creado
sobre una época que conocía a la perfección. Hija de vicario, enfermera de su
madre hasta los treinta años, y mujer soltera en la época victoriana (una
muestra más de su clarividencia es que a los dieciocho año ya creía que nunca
se casaría, tal y como dejó escrito en su diario), no son sino accidentes
biográficos que ella aprovechó para refugiarse en la literatura y alcanzar el
éxito en 1899 gracias a su novela satírica Red Pottage.
Un inconveniente es el
compendio de todo lo antedicho, y sin duda, el más claro ejemplo de que Mary
Cholmondeley disfrutó de una vida interior plena y rica, donde sus
dotes de gran observadora del alma humana, se dan la mano a la perfección en
los retratos de las protagonistas de esta novela corta que hay que saber leer
entre líneas, porque con ello, nos daremos cuenta de hasta donde es capaz de
llegar el ser humano a la hora de conseguir el verdadero amor.
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