Este año para mí será el año de John
Keats, pero mi novela, como es lógico no entra en esta lista,
absolutamente subjetiva, que no tiene ningún valor, más allá del afán por
resaltar aquellas novelas o libros de relatos que más me han impactado como
lector. Esta lista no guarda ningún orden de preferencia o distinción, y
simplemente, si unos libros aparecen antes que otros es porque los he leído con
anterioridad. Así, su orden es el cronológico de mis lecturas. Lecturas
equivocadas, añado; un matiz que todos aquellos que ya se hayan acercado a la
antología de relatos de la Generación Subway sabrán por qué las
llamo así. La literatura nos cincela nuestros días y nos va dibujando la
silueta como el mejor de los escultores posibles, y cada uno de nosotros, somos
el compendio de muchas circunstancias vitales, y nuestras lecturas es una de
ellas. Por razones obvias me he saltado los libros de mis compañeros de viaje
en la editorial Playa de Ákaba que, este año, han ocupado una buena parte de
mis viajes literarios de ida y vuelta en el metro de casa al trabajo y
viceversa; un conjunto de escritores que, como nuevos conquistadores, han
conseguido llegar a la orilla de una playa desde donde ver un nuevo horizonte.
Uno, que ya ha llegado a la orilla, ahora espera no cegarse con la luz que cada
nuevo día alumbra la hazaña propia en forma de libro publicado, y simplemente,
espera paciente a todos aquellos que poco a poco se irán sumando a quienes ya
lo conseguimos.
JOHN WILLIAMS, STONER: LAS RAÍCES
DE LA VERDAD SOBRE LA VIDA
Este, sin duda, es el mejor libro
que he leído en todo el año, y para mi suerte, mi primera lectura del 2014, aunque
su publicación sea anterior. Leyendo este último libro de John Williams uno cree
acariciar es otra realidad que marcha a oscuras sin que nosotros sepamos salir
de ella. La estoicidad del protagonista de esta novela ante las adversidades y
pruebas que le va presentando la vida, me recuerdan mucho a esa Alice
Munro callada que, haciendo caso omiso a los silencios de la vida
cotidiana, creó todo un imperio literario a través de sus relatos. Aquí, John
Williams se arma de valor y escudriña con todo el miedo del que es
capaz de afrontar, las raíces de la verdad sobre la vida. Como dije en la reseña
de esta novela: "en ciertas ocasiones la vida se comporta como un manto
invisible que nos aísla de los demás, y nuestra única salida es la del héroe
anónimo e invisible que lucha contra ese persistente elemento del que no
sabemos zafarnos. Sin embargo, lo que desconocemos, es que ese gesto de
heroicidad también es anónimo e invisible, porque la lucha no es solo contra el
elemento persistente que nos aísla, sino también contra nosotros mismos, pues
en nuestras coordenadas biológicas tenemos remarcada (en un fuerte color rojo)
la invisibilidad del anonimato universal. En esta novela, las raíces de la
verdad sobre la vida se dan la mano con el daño universal que impregna a la
dureza, el hambre, la resistencia y el dolor en cada uno de los actos
biográficos de Stoner; un
protagonista que representa como nadie la figura del antihéroe, pero que, como
todo gran personaje literario que se precie, sale triunfal en su lucha por la
supervivencia. No hay nada más bello que sostener la propia existencia bajo el
signo de aquellos valores que nos hacen ser mejores cada día; esos valores tan
profundamente olvidados por la sociedad actual. En este sentido, el trabajo, el
sacrificio y la renuncia, son algunos de los principios que impregnan el
carácter de un hombre que, para salvarse a sí mismo, y a los que conviven con
él, se refugia en la literatura. Aquí, una vez más, la literatura es un bálsamo
con el que intentar curar las heridas de una cotidianeidad árida y cruel para,
entre otros, con el más puro de los sentimientos humanos: el amor".
THOMAS WOLFE, ESPECULACIÓN: UN
EVOCADOR RETRATO DE LA PÉRDIDA DE LOS SUEÑOS
Thomas Wolfe es el
escritor por excelencia de la evocación y de la melancolía, pues en muy pocas
palabras, nos hace sentir esa envidia sana de haber escrito lo que él escribió,
y por encima de eso, de la forma en la que él lo consiguió, como en su día muy bien
apuntó Jack Kerouac. En este sentido, la narrativa presente en Especulación
es intensa, melancólica y desgraciadamente actual, adjetivos que son solo
pequeños retazos de la fuerza que en sí misma tiene la prosa de Thomas
Wolfe. Sus palabras, sus frases, sus párrafos, las imágenes que nos
proponen y los sueños que engendran son un evocador retrato de la pérdida de
los sueños, porque por encima del drama de la codicia tan presente en la
novela, a través de su lectura asistimos también a esa otra pátina que atesora
el ser humano, la del poder de los sueños. Atrapar el pasado y con él parte de
nuestra vida se convierte para John, protagonista de Especulación, en el fin
más importante de su existencia. Recordar su pasado es encontrase a sí mismo,
pues con ello, podrá afrontar mejor su futuro. Nada más evocador que un tren,
su silbido, el humo de la locomotora o ese travelling infinito a lo largo del
vasto territorio de los EE.UU., para sentir, y hacernos sentir, que la vida
pasa rápidamente y que necesitamos de los recuerdos para seguir viviendo. Sin
embargo, no hay una mayor pesadilla que despertarse y enfrentarnos a un mundo
sin recuerdos, que es justo lo que le ocurre a John, protagonista y narrador
omnisciente de la historia que se nos cuenta en Especulación, porque la
banal excusa del progreso basado en la especulación urbanística que llena de
dinero los bolsillos de unos cuantos (efímera y falsa felicidad) no es suficiente
para convocarnos entorno al progreso, pues ese arma de doble filo, borra del
perfil de nuestra memoria las imágenes de nuestros recuerdos, esas que
necesitamos para de vez en cuando acunar a nuestros sueños. ¿Y ante esa locura
colectiva qué podemos hacer?, cabría preguntarse. Desgraciadamente nada, pues
un hombre solo no puede derrotar a toda una ciudad y a ese sentimiento tan
mezquino que la arrogancia de la codicia. No hay nada más triste que comprobar
que los comportamientos de los seres humanos se repiten cíclicamente sin la
aparente posibilidad del aprendizaje de los errores pasados. De ahí, que la
única solución sea coger de nuevo el tren para que nos lleve a otras ciudades y
a otros lugares, donde la luz que nos ilumine sea la de un farol que alumbra de
una forma tenue la calle, para de esa manera, hacernos creer que estamos en el
lugar adecuado; ese lugar en el que de vez en cuando necesitamos perdernos para
reconocernos a nosotros mismos”.
CARLOS CASTÁN, SOLO DE LO
PERDIDO: LA ENCRUCIJADA DE LOS DESEOS ROTOS
Para muchos, Carlos Castán es uno de
los mejores cuentistas vivos que hay en España, y este libro es el mejor
reflejo de esa afirmación tan categórica como cierta. Yo retraté así este
maravilloso libro de relatos: ¿qué rastro queda de nuestras vidas?, si acaso
una sombra que desaparece al instante, en ese efímero momento en el que
aceleramos el paso. De ahí, que acaparar recuerdos sea tan difícil como
reconstruir nuestros sueños a través de unas sombras que se nos escapan de las
manos cual fugaz deseo. Solo de lo perdido es eso y mucho
más, porque también podríamos decir que los cuentos de este libro son lo más
parecido a la encrucijada de los deseos rotos, como rotos son también esos
anhelos no cumplidos en un día de Reyes. A pesar de todo, la vida es un regalo
y, en cada uno de nosotros existe la posibilidad –por muy pequeña que sea esta–
de modelarla a nuestro modo y manera. Castán se refugia en la melancolía
más intensa para darle forma a las múltiples existencias que crea, preñándolas
de ojos imposibles, medias de cristal, miradas perdidas… y esa última necesidad
de poseer los deseos. Es por eso, que sus personajes siempre andan buscando lo
imposible, esa nada que no existe, pero que para los protagonistas de sus
historias es lo más importante de la vida; esa vida que transcurre en pequeños
instantes como nos recordaba Paul Bowles cuando nos decía: “...todas las cosas ocurren solo un cierto
número de veces, en realidad muy pocas. ¿Cuántas veces recordarás cierta tarde
de tu infancia, una tarde que es parte entrañable de tu ser y que no puedes
concebir siquiera tu vida sin ella? Quizá cuatro o cinco veces más. Quizá ni
eso...”. La
prosa de Castán es bella y sublime como pocas, enterrada en las raíces
de, por ejemplo, Marguerite Duras, y esa
musicalidad del amor que empuja y se retira como una ola que nunca se cansa de
batir su silueta en la misma playa”.
CHRISTOPHER MORLEY, LA LIBRERÍA
AMBULANTE: UNA GRAN AVENTURA ENTORNO AL MUNDO DE LOS LIBROS
Hay que darle las gracias a Christopher
Morley por colocar de protagonista de esta deliciosa historia a los
libros. Los libros como la mayor de las excusas de una vida y de una forma de
entender la existencia, y él, de una manera, tan asombrosa como sencilla, lo
consigue, pues nos mantiene, atentos, a todos y cada uno de los sucesos de esta
maravillosa librería ambulante. A mí, su lectura me produjo esta impresión:
“nunca somos conscientes de dónde se encuentra el día en el que todo cambia.
Aquel, en el que las sombras en las que nos hallamos metidos de una forma
perenne desparecen de repente y todo se convierte en luz. Sombras y luz, vida y
renuncia, miedo y misterio se agolpan en nuestras biografías hasta que algo
cambia y ese muro de contención que nos mantenía ciegos se derrumba. Entonces,
nuestra mirada hacia el mundo se vuelve otra, como si acabásemos de nacer mucho
tiempo después de salir del vientre de nuestra madre. Esa especie de nuevo
alumbramiento resulta mágico si viene acompañado de los libros. Libros como
forma de vida, como medicina que cura el cuerpo y el alma, como alimento a un
estómago hambriento pero a la vez agradecido. Ese amor infinito por los libros
y la literatura es con el que Christopher Morley impregna cada
hoja de esta pequeña joya literaria. Ese Quijote americano que es Roger
Mifflin es una fuente inagotable de dicha ante los contratiempos, ese
foco de luz que todos necesitamos en nuestras vidas, y en el que el narrador
deposita la varita mágica de los sueños. Nadie que comience a leer La
librería ambulante podrá dejar de soñar y sentirse bien consigo mismo,
pues en esa gran capacidad evocadora y de ensoñación que nos proponer el
narrador uno llega a ser feliz. Feliz porque sabe que otro mundo es posible.
Feliz porque no hay nada mejor que regalar al prójimo un poco de vida a través
de los libros. Y eso es lo que hace Mifflin con su Parnaso, iluminar a esa América profunda donde como un microcosmos
del mundo descansa y se dibuja lo mejor y lo peor del ser humano. Mifflin
es ese gran maestro de ceremonias de esta gran aventura entorno al
mundo de los libros, cuyo contrapeso magistral y único encuentra su ser en Helen
McGill, que representa como nadie la bondad de las gentes sencillas que
a su vez poseen un gran potencial dentro de sí mismas, los que las convierten
en la mejor versión del todo es posible. Helen es esa especie de asidero que
toda aventura precisa para seguir adelante y llegar a buen puerto, y de ese
modo, se convierte en la heroína que toda novela de aventuras debe de tener.
Con una sencillez apabullante, pero con una precisión de gran maestro, Christopher
Morley nos hace reír y soñar como a niños, y se divierte con nosotros y
nos traslada a esas rendijas del alma humana que nos hacen concebir la vida
como algo único y maravilloso. Sencillamente genial”.
ANDRÉS ORTIZ TAFUR, CAMINOS QUE
CONDUCEN A ESTO: LAS RENDIJAS POR DONDE SE ESCAPAN LA SILUETAS DE LOS SUEÑOS
De este escritor y de su forma de
ver y entender la literatura ya lo he dicho casi todo. Si algo queda por decir,
dejo aquí el inicio de la reseña que le hice cuando leí su increíble, por
majestuoso, libro de relatos Caminos que conducen a esto. Andrés
Ortiz Tafur dejó la vida que llevaba para retirarse a la sierra
jienense a escribir. El resultado de sus primeras pesquisas son este conjunto
de relatos: “la necesidad de soñar es inherente al ser humano, si no, ¿de qué
valdría vivir una vida apegada a esa realidad de la que tanto renegamos? Andrés
Ortiz lo sabe muy bien y nos regala veinticuatro bocados de aire fresco
en los que el ser humano se enfrenta a su otro yo, ese que nos aguarda cuando
estamos solos sin poder dormir bocarriba en la cama, o ese que nos aborda
cuando nos proponen aquello que nunca imaginamos que podría tener cabida en el
mundo real. Andrés Ortiz juega a repreguntarse la vida desde el otro lado,
ese en el que no se despacha más que bebidas sin razón aparente, pero con una
aplastante humanidad que, en ocasiones, nos deja sin aliento. Ese es uno de los
grandes aciertos de esta recopilación de relatos: la sorpresa, la diferencia,
el hacernos encontrar bien ante un hombre color azul cobalto de una estatura
visiblemente inferior a la normal... ese otro mundo es el que presenta este
relatista jienenses como una suerte de caminos que conducen a esto de una forma
tan natural, que no pretende asustarnos, aunque sí sorprendernos. A través de
sus palabras, revivimos de una forma sencilla la necesidad de cambiar la
realidad, por ejemplo, a través de una naranja de cuya cáscara es blanca, o con
esa mujer barbuda que el destino la hace, esta vez sí, enfrentar sus sueños
como ser individual frente al resto de los sueños del mundo. Porque, ¿quién no
ha tenido el miedo a que nos rompan el molde de las reglas y de esa forma
derribar nuestro sueños?”
VICENTE VALERO, LOS EXTRAÑOS:
RECONSTRUYENDO LAS BIOGRAFÍAS DE LOS RECUERDOS
Uno de los libros del año, según
los eruditos que se dedican al mundo de la reseña literaria, y que contiene esa
necesidad de dar vida a aquellos que, por unas u otras razones, son seres
anónimos. Esta reconstrucción de la memoria es un empeño que Vicente
Valero consigue con grandes dosis de maestría literaria: “el acierto
de Vicente
Valero a la hora de plantearnos cada una de las historias, es el de
mostrárnoslas a través de una tensión narrativa, que en forma de enigmas, el
narrador nos va resolviendo a medida que avanza la lectura de cada uno de los
relatos, para de esa forma hacerse con la atención de lector hasta el final. Las tres primeras: Breve historia del
teniente Marí Juan, Reaparición y muerte de nuestro tío Alberto, y Danzas y
olvidos del artista Cervera, tienen una estructura similar, pues todas
ellas deviene en dos partes, en las que las primeras siempre son el foco de
atención que sitúan al lector dentro del personaje, y las segunda, donde Valero
da una salida o solución a cada una de las vidas planteadas que, al hacerlo de
una forma amena y muy cercana, hacen que el lector se identifique con facilidad
y naturalidad con aquello que le están contando. Este rescate de la memoria
tiene un ingrediente más sentimental o melancólico en la última de las
historias, La tumba del comandante Chico,
donde el relato de Valero nos recuerda a las partes de la reconstrucción de pasado
que Javier
Cercas adoptó en su famosa novela Soldados de Salamina. Esa recreación
de una vida que acaba en el mayor de los olvidos, se transforma aquí en una
reivindicación sin tapujos de este extraño que, a pesar de sus dotes para haber
sido una eminencia de su tiempo, acaba difuminado (por sus ideales) en una
biografía de perdedor. Un perdedor que por arte de la literatura, en este caso,
se convierte en la viva imagen de aquellos héroes anónimos que dejan de serlo
cada vez que alguien se acerca a leer su particular historia”.
IRÈNE NÉMIROVSKY, LOS BIENES DE
ESTE MUNDO: UNA GRAN NOVELA-MUNDO
La gran dama de las letras ucranianas, francesas y
europeas, en esta novela nos demuestra todas y cada una de las huellas que
plasmará en su obra maestra, Suite francesa. Los bienes de este mundo
es una de esas ocasiones en las que un lector se siente reconfortado con la lectura.
“la habilidad y maestría con la que Irène Némirovsky es capaz de
convertir vidas de personas particulares y anónimas en grandes epopeyas de la
vida y del ser humano no deja de sorprendernos, por mucho que sepamos y
conozcamos la habilidad de la escritora ucraniana a la hora de retratar lo
realmente importante. Esa capacidad de síntesis, aparte de mantenernos en
tensión durante la lectura del texto, nos proporciona casi sin enterarnos esa
panorámica única y cenital del ser humano. Los hechos que se narran en Los
bienes de este mundo están escritos casi a la vez que sucedían en la
realidad, y esa translación mágica del espacio-tiempo, Némirovsky la maneja
magistralmente. De ahí que asistamos, casi sin mediar palabra, a la narración
de las vidas de una familia burguesa de la Francia del norte, de la mano de los
convulsos acontecimientos que vivió Europa en la primera mitad del siglo XX,
alcanzando grandes cotas narrativas, justo las anteriores a las que para los
críticos es su obra maestra, Suite francesa. Ese nomadismo
sentimental y terrenal que nos muestra la autora —y al que ella no es ajena—
nos dibuja un mapa de alteraciones vitales difícilmente superables, pues es
capaz de retratarnos con una fidelidad pasmosa el devenir y los pensamientos de
Pierre, un joven que, con el paso del
tiempo, se convierte en un hombre maduro, o el de una mujer, Agnés, que ha vivido y vivirá solo para
el amor del que al final ha sido su marido. Pero no se nos debe olvidar que, en
ese baúl, también podemos introducir la avaricia del patriarca de los Hardelot
o su ceguera sentimental, pues su egoísmo es tan opaco como la luz dentro de
una cueva. Una semblanza que también se retrata a la perfección en el personaje
de Simone, víctima de su propia
codicia y de la asunción de un destino que por sí misma nunca podría haber
conseguido, lo que la lleva a representar a la venganza. La tercera generación,
sí, porque en esta novela-mundo cabe todo, nos vuelve a mostrar esa condena a
la que está supeditado el ser humano, pues los errores de Guy y Rose, son muy parecidos a los de sus padres, y a buen seguro,
a los que cometerán sus propios hijos años más tarde. El ser humano es una
especie de de hámster condenado a dar vueltas hasta el final de sus días en una
eterna rueda que no es capaz de adivinar otro movimiento que el del giro sobre
sí mismo”.
Ángel Silvelo Gabriel.
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