Fecha: Jueves, 12 de febrero de 2015 a 19:30
Noemí Trujillo y Elías Gorostiaga presentan en una sesión conjunta sus respectivos poemarios Un lugar con nieve y Tierra de invierno (ambos Playa de Ákaba, 2015), el próximo día 12 de febrero en Fnac L'Illa Diagonal (Barcelona). Será a las 19:30.
NOEMÍ TRUJILLO, UN LUGAR CON
NIEVE (I): EL AMOR…, ESE DESEO DISFRAZADO CON EL VELO DE LOS SUEÑOS
Un lugar con nieve es un
salto al vacío; una línea donde se dan la mano el tormento y el deseo; un
espacio de huecos y de soledades; un territorio de resonancias y de anhelos; una
inmensa llanura para edificar una casa y en su interior dejarnos seducir por un
último enigma: el amor. La voz poética que nos propone la autora, gira una y
otra vez sobre la realidad y la ficción, edificando piruetas en el aire que no
precisan de una red que nos proteja, quizá porque el amor…, ese deseo
disfrazado con el velo de los sueños no entiende de otras reglas que no sean la
entrega y la pasión: «Todos los poros de mi cuerpo son tuyos:/ Quiero que los
beses y los muerdas,/ concupiscencia secreta de mi alma./ La vida está
entreabierta/ y también mis piernas…/ besa/ besa/ besa». Sin embargo, ese
último anhelo de poseer y disfrutar de la persona amada, en ocasiones se
derrama sobre un pozo oscuro donde el amor y el deseo se encuentran perdidos:
«Te deseo./ Aunque a veces tienes mil caras./ y todo tu cuerpo es un brote de
espinas». Este Coloso, tal y como su
autora lo ha rebautizado —en un clara referencia al poemario de Sylvia
Plath— deambula sin piedad por caminos que, a veces, devienen en
atajos, pues los verdaderos amantes no entienden de otros tiempos que no sean
los que les marca la ansiedad del amor. Amor sin límite, amor piedra, amor
mordaza. Amor a secas…
ELÍAS GOROSTIAGA, TIERRA DE
INVIERNO: LA GEOGRAFÍA DEL SILENCIO
La espesura de la niebla lo esconde todo, excepto la caja que mueve las
alas del corazón. Hay que desafiar al auténtico sentido de la derrota para atravesar
su fina capa y adivinar la luna, la
lengua de plata para el finísimo sentido de un niño pobre. Luego ya nada
importa, como la sangre congelada de los muertos, pues una vez que abandonas el
páramo, los chopos, los búhos..., el día, la noche..., la abuela, la madre...,
el humo espeso del cigarro, nada, nada, nada tiene sentido: «¡Qué negra es la
piel de los árboles cuando se han ido todos!». El mundo que se nos describe en Tierra
de invierno es real e imaginario a la vez, como solo se puede ser príncipe
y rana en un mismo cuento, solo que esta vez dentro de esa infinita capota que lo
cubre todo: la niebla; una niebla que describe las fronteras de la geografía
del silencio
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