Todo parecía irreal, como un
sueño, el pasado 5 de febrero en el interior del coso venteño. Las chicuelinas
sonaban a golpe de cuerda de chelo, los naturales se transformaron en sones de
soul, folk y gospel, y así, hasta caer en lo más obvio, el ruedo reconvertido
por arte de magia en un teatro de grandes lámparas y techos adornados de telas
combadas como si estuviésemos en una enorme jaima. Aires calientes que nada
tenían que ver con el desierto, pues procedían de una joven, Elena
Iturrieta (no Iturralde), portentosa y divertida, intensa y amable,
mágica y entrañable... El concierto del pasado jueves fue como una gran fiesta
de cumpleaños donde vemos consumados parte de nuestros sueños, pues eso fueron todas
y cada una de las canciones que vimos, escuchamos y disfrutamos en el Teatro Caser Las Ventas, donde una
mujer, su piano y la compañía del soul, fueron la mejor combinación para
removernos el alma. Ahí radica el gran secreto de esta gran compositora,
cantante e intérprete, en esa innata capacidad para transmitir grandes
emociones que atesora. ELE se refugia en el soul, el folk y
el gospel para expresarnos todo aquello que lleva dentro, pero que, a buen
seguro, lo podría hacer en cualquier otro estilo musical. Elena Iturrieta es uno de
los grandes descubrimientos de la más reciente música española, y con total
seguridad dará mucho, muchísimo que hablar en los próximos meses, pues su
talento, aparte de ser desbordante, se lo merece. Pocas veces se conjugan en
una misma persona tantas cualidades como en este caso; puro virtuosismo.
El concierto comenzó con una
perfecta combinación soul, a cuyas notas las acariciaron un coro vocal
majestuoso, firme y compacto. Firmeza interpretativa que, en Another colour, deviene en un blues que
nos pone los pelos de punta, con una magnífica puesta en escena plagada de
momentos cargados de sentimiento (o deberíamos decir alma) en estado puro. No
fue, sin embargo, hasta la cuarta canción (si contamos la intro) en la que pudimos
comprobar las dotes comunicativas de la artista cuando nos dijo eso de : «Esta
noche va a ser una noche cargada de sorpresas... Ella es Belén de la Casa, mi
profe de chelo. ¿Qué tal estáis todos?, para a partir de ahí no parar,
convirtiendo cada presentación de una nueva canción en un espectáculo más, en
sí mismo, dentro del concierto. Shadows
fue un gran destello de oscuridad que en sus inicios nos recuerda a esa otra gran
canción que es Open window de The Gift y el no menos virtuoso Nuno
Gonsalvez. Voz potente y brillante la de ELE, que se funde con las
teclas de su piano hasta llevarnos lejos muy lejos, cerca del cielo, porque es
increíble e impactante la capacidad que tiene esta artista de crear instantes
intensos, mágicos e inolvidables. Antes del concierto ya éramos conscientes de
la importancia que en su música y en su puesta en escena tiene la parte vocal, pero
después de Shadows, en la versión
gospel que nos ofrecieron ella y el coro que la acompañó durante toda la noche quedó
más que patente. Magnífica armonía vocal entre los cinco cantantes, donde la
voz intensa y profunda de ELE destaca en ese rezo que no es
oración, sino un canto lleno de alma folk. Melodías folk que siguen sobre el escenario
con ELE
ya fuera del piano y con guitarras acústicas que se suman a la fiesta y hacen
volar nuestros corazones sobre el ruedo de Las Ventas, donde los recuerdos y
sensaciones de las tardes de toros se reconvierten en una fiesta plena de mágicos
sonidos, como todos aquellos que nacen de las cuerdas vocales de esta joven
talentosa. Love my, my love above all
(Quiéreme por encima de todo), sobre todo, cuando me pongo en plan Elena, como
nos recuerda la show woman, a la vez que nos hace referencia a las alfombras
que decoran el escenario y que intentan trasladar la cercanía y el calor del
salón de nuestra casa. Momento íntimo donde los abrazos se convierten en puro
caramelo, y donde parece que The Supremes se nos han aparecido
sobre el escenario como un coro que nos hace regresar a esa frontera del pasado
de los años 50-60, en la que la pureza del amor se hace compatible con las
astillas de los deseos encontrados.
Una de las múltiples
colaboraciones de la noche fue la de Ángel Pastor a la armónica en el
tema Go and never look back; una canción
en la que las praderas del lejano oeste se hicieron realidad sobre el albero.
Banyos, armónicas..., solo nos faltaban los caballos, que se suplieron con las
animadas palmas del público. Ritmos folk tamizados por la maravillosa voz de ELE,
a la que se unieron su coro de voces en la segunda mitad de la canción, lo que
nos hizo imaginar que estábamos en una iglesia de culto gospel en Harlem.
Magnífico interludoi para llegar a We'll keep your memories in our hearts,
donde al inicio hubo un sentido recuerdo para su abuelo. Aquí el soul
—sentimiento— recargado de esas notas hondas que tan bien sabe aplicar ELE
a sus composiciones, nos hicieron temblar por dentro, y nos aprisionaron como
solo lo pueden hacer los momentos más importantes de la vida. Su voz sube y
sube, y se mantiene con firmeza y mucho sentimiento. Con Daniel y Charlie regresamos a los años del cabaret (magnífico
inicio con el bailarín de claqué) para introducirnos en este club de sonidos
negros al estilo de Cotton Club con Coppola y Richard Gere a la cabeza, que nos
lleva hasta una canción, fuera del setlist, que ELE dedica a los
componentes de su coro: Pedro Zapata, Loralí, Bastian, Sara
Berruezo, Felina y Mónica Benito, y lo hace a ritmo de rhythm and
blues, donde la voz de ELE se transforma en aguerrida,
potente y valiente. Toboganes in vibrato
a los que se unen un amigo rapero de la cantante. Con A thousand miles away from you a ritmo de cumpleaños termina la primera
parte de la velada, donde un perfecto coro gospel se une a esta monumental
canción tocada de una manera muy especial por el soul, con una ELE
ensimismada escuchando el chelo.
Summer rain, una de las grandes canciones del disco comienza con
un: Muchas gracias por venir hoy aquí, el día más frío del invierno, donde a mí
no se me ocurre más que presentar summer rain. El título lo pusieron mis
padres. Y a partir de ahí, las notas del piano van subiendo poco a poco de tono
para perseguir a nuestros sueños, porque Summer
rain es eso, la capacidad de soñar hecha máxima, y reconvertida en un manto
purificador de odios y pecados, sombras y dudas, miedos y demonios. ELE
nos demuestra una vez más que es una virtuosa de la música y su interpretación
al piano nos lo confirma. Ella sola sobre el escenario se convierte en una heroína
plena de causas por ganar, a la que rodea un silencio sepulcral que se rompe
con tímidos aplausos cuando comienza a cantar (soberbio), y su voz nos balancea
en una cuna donde lo imposible es posible y la oscuridad se transforma en una luz
que solo puede proceder de un alma reconvertida en una música creada e interpretada
con una monstruosa sensibilidad. En Calling
you se suben al escenario todos los componentes vocales que han colaborado
en el disco, y nos demuestran de nuevo la valía de cada una de sus voces. Con Positivity ELE nos presenta a la banda
en un fin de fiesta al más puro estilo soul-folk que no conoce más barreras que
las de la buena música. El público se pone en pie y palmas en alto se hermana
con la banda y el coro. Sonido limpio, alto, potente y majestuoso. La canción
rompe en un canto gospel sin límites y sin estridencias, pues solo obecede al
buen ritmo. One, two, three y vuelve a la carga: say googbye.
En definitiva, ELE en el Teatro Caser Las Ventas, un
espacio, un sueño, donde una mujer, su piano y la compañía del soul, fueron la
mejor combinación para removernos el alma.
Ángel Silvelo Gabriel.
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