Como ya he dicho en ocasiones
anteriores, seguirle los pasos a John Keats es como intentar atrapar
el viento entre nuestras manos, pues su vida fue tan fugaz como la huella que
el agua deja sobre el lecho en el que se refleja. Efímera existencia la del
poeta que, reconvertida en el polvo que descansa sobre un torrente seco, espera
valerosa el hálito de la noche para abrazarse a él en un interminable sueño
eterno... algo muy parecido a lo que les sucede a tantos y tantos libros, que
intentan hacerse con un pequeño hueco en las librerías y los medios de
comunicación, para de esa forma, llegar a más lectores. Los últimos pasos de John Keats
hoy de nuevo están de fiesta, porque una vez más, la fortuna se alía con su
destino y luce así de flamante en la mesa de novedades de La casa del libro, donde intentará
forjarse su futuro entre otros muchos y donde uno mismo intentará hacer lo
mismo entre otros grandes escritores. La sensación de vértigo es grande, pero
la de agradecimiento por la apuesta y la confianza depositadas en mí y en mi
obra, también.
Hoy, a su vez, el destino ha
querido que conozca la opinión de una de mis lectoras; y a pesar del baño de
buenas sensaciones que esta novela me está dando, esta ha sido especial, porque
ella me confesaba que nunca le había sacado tanto partido a 12€ (sí esta novela
solo cuesta eso), pues me decía que mientras la ha leído: ha soñado, se ha
parado a pensar, ha viajado y hasta ha llorado. Cuatro de las grandes
sensaciones que un ser humano puede experimentar a lo largo de su vida, y que a
ella, le han durado alrededor de una semana, justo el tiempo que ha tardado en
leerla. A lo que tengo que unir que cada vez son más los que me confiesan que
no paran de subrayar frases o poner notas en las páginas de este viaje interior
que, por arte de magia, no es una historia de muerte, si no de una vida
fundamentada en la búsqueda del amor, la belleza y el arte a través de los sentidos.
Características todas ellas que, Noemí Trujillo, expresó magistralmente
en el prólogo que antecede a esta novela y que yo hoy os invito a leer, pues es
la mejor carta de presentación de lo que viene luego, y mi forma de expresar mi
más sincero agradecimiento, por todo: ¡gracias!
Ángel Silvelo Gabriel.
Zambullirse en un lago
“Los poemas
solo se entienden con los sentidos. Cuando uno se zambulle en un lago, no es
para nadar hasta la orilla de inmediato(…) para deleitarse con la sensación del
agua(…)no hace falta entender al lago… la experiencia está más allá del
pensamiento. La poesía calma, envalentona el alma y acepta el misterio” (John
Keats en la película
Bright Star de Jane Campion).
Bright Star, la película dirigida por Jane Campion, intenta
contar los tres últimos años de vida del poeta británico John Keats. Los últimos pasos de John Keats, de
Ángel Silvelo Gabriel, inspirada libremente en la película de Campion, cuenta
los tres últimos meses de vida del poeta. Lo que tienen en común los dos es que
tanto la película de Campion como el libro de Silvelo solo pueden entenderse
con los sentidos. Es decir: solo pueden sentirse. Ángel Silvelo Gabriel, autor
de novelas como Fragmentos, Dejando pasar el tiempo, La sombra de los olvidados y Adela y Galiana, hace en esta novela un
ejercicio de introspección increíble para transportarnos a principios del siglo
XIX, para que nos metamos en la cabeza, en los pensamientos, en los deseos, los
miedos y las esperanzas de uno de los mayores poetas del Romanticismo. Confieso
envidiar a Silvelo desde la primera a la última página de este delicioso libro.
Empezar a leer esta novela es olvidarse del convulso siglo XXI, de la
omnipresencia de la tecnología en nuestras vidas, y relajarse en un lírico
monólogo interior que produce en nosotros una sensación de paz similar al hecho
de mirar el jardín a través de las cortinas de nuestra habitación. Habitar
estas páginas es buscar el reflejo de la vida de Keats: un poeta no demasiado
querido por los críticos de la época y que murió creyendo que nadie recordaría
su nombre. John Keats se alza en este libro como metáfora del artista
contemporáneo: ¿o acaso el noventa y nueve por ciento de los creadores del
siglo XXI no pensamos que moriremos en el anonimato de la red en la que
compartimos nuestros escritos? En el capítulo I del libro escribe Silvelo:
“La
verdadera vida huye en apenas un instante, justo el que dura ese centelleo en
el que casi nunca reparamos”. Y eso es este libro: un centelleo de belleza e
intensidad. Leer Los últimos pasos de
John Keats es perderse en las sensaciones: el intensísimo amor imposible
por Fanny Brawne, la incondicional amistad con Joseph Severn, el dolor de la
enfermedad que supuso para Keats casi una maldición bíblica, que afectó a
varios miembros de su familia y que acabó con su vida; la presencia de la tos,
la sangre y la muerte, la muerte como belleza y como parte de la vida misma, la
muerte como poesía; y el dolor como instrumento de creación, como redención del
artista.
Visité
la tumba de John Keats en el Cimitero Acattolico de Roma en diciembre de 2011.
Fue una visita rápida con mi familia. Apenas pude tocar su tumba y confesarle:
“Querido John, no quiero que mi nombre se olvide”. Después de leer a Silvelo sé
que tengo que volver a visitar a Keats. Esta segunda vez espero poder estar a
solas con él más tiempo. Le llevaré margaritas.
Noemí Trujillo
Sábado, 29 de marzo de 2014
Viladecans
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