Llegaron Zoé a España y lo
volvieron a hacer. Sí, dibujaron el firmamento con sus notas llenas de
estrellas para dejarnos absortos mirando a ese cielo azul teñido con sus
canciones. Portentosos en la recreación de ambientes como pocos y, por mucho
que sean deudores de ese sonido envolvente y oscuro de las mejores bandas anglosajonas
de los años ochenta, poseedores del embrujo propio de los elegidos, pues saben engendrar
como nadie ese conjunto de notas musicales, prodigiosas e infinitas, que nos
invitan a soñar una y otra vez (solo hace falta escuchar esa maravilla titulada
Arrullo de Estrellas). Esa capacidad
de absorción sobre nuestros sentidos ya empieza en esa forma tan particular y
contagiosa que León Larregui tiene a la hora de bailar y moverse sobre el
escenario, al que acompaña con una voz, entre apagada y arruladora, que se
funde como la mejor de las magias sobre las canciones de amor que se prolongan
en nuestro subconsciente de una forma infinita (perfecto adulador de almas
perdidas).
En un intercambio de papeles que
hace unos meses llevó a Vestusta Morla a ser los teloneros de Zoé
en México ahora, al darle la vuelta al mapa, les ha llevado a estos mexicanos,
cargados de un gran baúl de canciones preñadas de alma, a ser los teloneros de Vetusta
en España (no se me ocurre una combinación más perfecta para un concierto
para el año 2014). Sea como fuere León Larregui y el resto de la banda
hicieron su aparición muy pronto, quizá demasiado, sobre las tablas del
escenario de La Riviera en Madrid, cuando apenas si había un cuarto del aforo
de lo que horas más tarde sería un horno de pasión. Esa ausencia de botes innecesarios
y comentarios insolentes, nos hicieron disfrutar de sus canciones de una forma
especial, porque las distancias eran cortas y las sensaciones poderosas. Zoé
tiene esa rara cualidad en la que parece que no sucede nada en el escenario, por
el aplomo con el que interpretan sus temas, pero a escaso metros de donde ellos
se encuentran los corazones laten a un ritmo endiablado arrullados por la voz
de Larregui
y la música del resto del grupo. Sí, Zoé son unos magníficos trovadores
de sueños que nos hacen planear por nuestros más luminosos deseos. Poco a poco
fueron sonando algunas canciones de su último álbum Prográmaton, donde nos
encadilaron con temas como Cámara Lenta,
en el que la intensidad de las cuerdas de la guitarra de Sergio Acosta nos hicieron
recordar a los mejores The Cure, pero bautizados por una
luz muy especial, casi mediterránea, procedente desde la mejor esencia
mexicana, en una muestra de esa especie de psicodelia adictiva que deviene en
una magistral partitura emocional, hipnótica y adictiva a partes iguales, por
no hablar de Arrullo de estrellas, otro
medio tiempo que nos sumerge en un letargo onírico que, como dice la letra de la
canción: "nos lleva hasta el
infinito". Zoé son grandes creadores de atmósferas, y esta canción es una
gran muestra de ello, pues su sonido a veces se hace tan envolvente que nos
transmite la sensacion de una libertad plena de sosiego, como el mejor de los
láudanos.
De una forma inteligente, el
grupo mexicano intercaló temas de Prográmaton con los grandes clásicos
de la banda. Nada, fue uno de ellos
que para no aburrir a sus fans con la misma versión de este tema como el resto
de los clásicos que tocaron, se reinventaron en una nueva versión más
electrónica, pero esta vez con una larga intro que nos recordó a la salida del
sol por el horizonte cada mañana: "nada
que no pueda ser", hasta que un cambio de ritmo la convierte en puro éxtasis
electrónico. O Poli, ejecutada desde
la melancolía de los sueños. O Soñé,
interpretada de una forma aplastante en cuanto al juego de guitarras : "todo el tiempo estoy pensando en
ti". Otro tema interpretado en clave electrónica con una guitara
portentosa y envolvente que distorsiona a nuestros sentidos hasta llevarnos a
un oasis en mitad del desierto. Extraordinaria muestra de fuerza que nos lleva hasta
otro de sus grandes clásicos para terminar, No
me destruyas, donde nos muestran su cara más potente, rápida y potente, a
la vez que mágica, lo que nos hizo reconciliarnos con el mejor de los sueños. Zoé,
ayer en la Sala La Riviera de Madrid lo hicieron de nuevo, estuvieron ¡magníficos!
Ángel Silvelo Gabriel.
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