Hay una necesidad de madurar en
el nuevo disco de Eladio y los seres queridos; y esa necesidad va implícita desde
el título, pues existe un orden invisible que aglutina, ordena y abrillanta
cada una de las composiciones de este Orden invisible, y que se extiende
sin miedo a lo largo de unas melodías que escapan de la simple anécdota o el estribillo
chillón, para pasar a convertirse en unidades perfectas de medida, musical se
entiende, pues en ellas, podemos ver muy bien arropados a todos los músicos del
grupo, dotando a cada canción de esos pequeños matices que las hacen
diferentes. Pero esa apuesta por ir enterrando al niño que todos llevamos
dentro no se para ahí, pues la sencillez y contundencia de los títulos de los
cortes del cd, se trasladan sin ninguna arrogancia a las letras que, lejos de aparecer
encriptadas bajo frases grandilocuentes sin el menor de los significados,
navegan por las aguas de la sencillez que se apodera sin dificultad de este
invierno-mundo en el que estamos sobreviviendo.
Esa búsqueda de unas coordenadas
que nos sitúen en un nuevo orden universal y vital ya nos viene planteada en el
tema Seremos Santos Inocentes: "y quieras o no quieras te arrastra la
corriente... si fuimos santos inocentes, si fuimos antes seremos después...
seremos santos inocentes otra vez", donde el juego de una melodía
envolvente nos traslada a ese espacio que nos devuelve al eterno regreso a
aquello que realmente somos, por mucho que huyamos como una maldición
universal. Un tema, en el que, por otra parte, destaca un sonido mucho más
envolvente. Niño salvaje es un
interludio más suave que nos retrotrae al más puro sonido Eladio y los seres queridos,
con cruce al lado salvaje incluido; un sonido donde las guitarras cobran un
mayor protagonismo y que les permite acariciar territorios ya explorados, lo
que para nada supone un desdoro, sino todo lo contrario, pues afianza la identidad
del grupo gallego: "escapa ya de tu
cárcel, niño salvaje... quien puede imaginar de lo que somos capaces cruzando el
lado salvaje". Una onda musical que se remarca en Eternamente, donde las acrobacias sonoras se suceden hasta
mordernos en la yugular: "seremos
dos vampiros antes de que llegue a clarear"; sonidos elegantes que
pertenecen al lado más melódico de unos medios tiempos muy personales que siempre
se mueven en pequeñas ondulaciones que nos invitan a soñar eternamente.
Mucho más impetuosa nos llega Los dinosaurios, donde cada instrumento
reclama su espacio de una forma muy ordenada, un matiz que nos ayuda a
reinterpretar una letra apocalíptica como pocas: "hay amor desaparece el mundo", y que nos invita a
marchar livianos para poder marchar libres; una metáfora que nos recuerda lo
efímero de nuestra existencia y las pocas pertenencias con las que verdad
contamos: nuestro cuerpo y nuestra alma. "Los
que están en el aire pueden desaparecer, los que están en la calle pueden desaparecer..."
y así hasta llegar a: "Los dinosaurios
van a desaparecer". Esa sencillez tan vital e inteligente se desplaza
hasta La bella durmiente, donde el
mundo de los deseos nos traslada a esos destellos imposibles que nos platean Eladio
y los seres queridos en su último disco, pleno de aciertos, porque nos
ayuda a seguir nadando contracorriente; preciosa nana musical. Y enroscados en
la sempiterna onda de los intensos medios tiempos regresamos hasta llegar a La misa, donde las aguerridas y
convulsas letras de Eladio se aferran
a esa otra realidad que protagonizan sus otras verdades que intentan alejarnos
del miedo, los héroes y sus citas. Una cadencia sonora y sentimental que se traslada
por una autopista hacia el cielo, o lo que es lo mismo, Highway to heaven, que reafirma desde una esfera musical más
orquestal ese acentuado matiz existencial de este Orden invisible que, a
medida que avanza el disco, se vuelve mucho más visible.
Dispositivo celestial es otra forma de ver, percibir y escuchar esa
otra realidad que nos plantea el grupo vigués: "llevas un dispositivo celestial, llevas dentro al enemigo desde
siempre... volverás a ser un niño tantas veces", hasta convertirse en
una magnífica muestra del buen quehacer que Eladio y los seres queridos
exprimen hasta sus últimas consecuencias en este disco; gran canción. Y que, en
El hundimiento, se transforma en una
perfecta melodía pop, a las que la banda sabe dar matices muy personales,
siempre atentos a ritmos que se quedan en nuestro subconsciente musical más
exigente, lo que corrobora ese afán tan legítimo de intentar enterrar al niño
que todos llevamos dentro, sin por ello perder la ilusión de seguir viviendo y
la necesidad de cambiar el mundo.
Ángel Silvelo Gabriel.
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