La presencia en el escenario se
puede medir de muchas formas o empleando diferentes parámetros, pero por mucho
que empleásemos precisos aparatos de medida, cuando algo no se sostiene por sí
mismo no nos servirían de nada. Sin embargo, a Eladio y los seres queridos no
les hacen falta aparatos que midan su saber hacer y estar sobre un escenario,
pues su paso por la Sala Sol de Madrid fue todo un tratado de buen hacer, al
que podríamos titular como esta crónica: Cuando la música cobra su verdadero
sentido, pues ese es el sentimiento que queda tras la actuación del pasado miércoles
del grupo gallego en la sala madrileña, donde asistimos en vivo y en directo a
esa madurez y plenitud en la forma de entender la música no solo de Eladio,
sino del resto de los músicos del grupo. Creen y disfrutan en aquello que hacen,
y eso se plasma sobre el escenario, donde la conjunción del grupo se funde con la
cercanía y la inteligente sencillez de un Eladio en grado superlativo, que nos
demostró las buenas herramientas de comunicador que posee y que se desdoblan
más allá de unas letras que con el paso del tiempo van cobrando más sentido y
trascendencia, lo que nos habla de esa otra faceta de visionario de la realidad
que posee este gallego, que por lo visto el otro día está pasando por una de
esas etapas plácidas de la vida. Igual que los toreros en la plaza, Eladio
fue todo un alarde de virtuosismo en los pases musicales que le propinó
a una guitarra que mimó como si fuera una de sus hijos en esos momentos de
recogimiento que tan bien interpretó a solas con ella, regalándonos instantes
de esos para guardar en el cofre de los recuerdos. Sin duda, uno de los conciertos
del año, por la apabullante sencillez y armonía que desplegaron sobre todos
aquellos que en un buen número asistimos al concierto. Con las mismas
herramientas que en su anterior trabajo, Están ustedes unidos, pero con una
vuelta de tuerca plagada de maestría, su nuevo Orden invisible dejó la
pátina de las grandes ocasiones; una capa de buena música y mejor hacer que en
directo sube de tono, volumen e intensidad, lo que les proporciona a los temas
del disco una mayor proyección sobre los sentidos de aquellos que los escuchan.
Un total de diecinueve temas
pudimos escuchar; una fiesta musical que comenzó con un Seremos santos inocentes pausado y con una atmósfera plagada de
sonidos de una naturaleza musical que les recubre cual manto divino. Como dioses
del Olimpo musical, Eladio y lo seres queridos suben el voltaje de su sonido desde
la primera nota de Niño salvaje; pop
de alta intensidad y muy contundente (a lo Bowie) en sus estridencias más
asequibles para la civilización: "Cruzaste al lado salvaje" nos canta
Eladio
mientras sube la intensidad. Con Los
dinosaurios siguen arrimándose a los ritmos elevados que intentan capturarlo
todo: "Los amigos de barrio pueden desaparecer.. los que están en los
diarios pueden desaparecer, pero los dinosaurios van a desaparecer". Ya
más relajado, Eladio nos dice eso de:
"Ya puedo respirar. Gracias por venir. Esta guitarra es muy especial",
y de repente las notas de Eternamente
se calman, pero no se relajan para recorrer la sala a una velocidad de vértigo,
marcando cada latido de nuestro corazón con unos teclados en todo lo alto que nos
enseñan el camino. Con Están ustedes
unidos la épica regresa al escenario a la hora de recordar su anterior
trabajo que, como en este, la revisión de los temas ganan muchos puntos, pues
suenan más maduros e increíbles. Aquí Eladio vuelve a los sonidos más
tribales: "Y a todos los... del mundo contesta con una respuesta, están
ustedes unidos", con arrebato final incluido. El lado más nostálgico del
grupo llegó con La bella durmiente, donde
la dicha de la canción se encuentra en una
melodía que no nos logra sujetar al suelo por mucho que lo intentemos, pues
estamos soñando con un mundo sin reproches ni explicaciones; precioso toque
final.
Cuando llegó el turno de La misa, Eladio nos reclama eso
de: "Aplaudirme, que si no, no me callo". La ironía made in Eladio se
asienta sobre el escenario: "Es una idea que hayáis salido de la cueva... que volváis a la cueva de donde salisteis",
a lo que continúa un estribillo en forma de "uh, uh, uh" como la
mejor manera de imitar a un día de viento, tanto es así, que por sí solo es
capaz de liberarnos de todos nuestros males y de paso purificar nuestra
maltrecha alma (magnífica guitarra final). Con El hundimiento soltamos amarras y nos volvemos más libres camino
del hundimiento. Magnífico medio tiempo que nos lleva muy bien por la huellas
del mejor pop posible. Una estela que no decae cuando suena Viviendo, con ELadio en acústico
reivindicando la belleza de la sencillez más pulcra: "Viviendo con miedo,
no sirve de nada, si tienes más tiempo más miedo que pasas. Viviendo con miedo
se quiere a las máquinas, se reza a los santos, a las matemáticas... se pasan
las páginas". Aquí Eladio
desborda todo el magnetismo que posee sobre el escenario y gustándose por encima de cualquier otra consideración
sigue en acústico con Te espera aquí,
que le dedica a Xoel, porque está esperando (y que estaba en la sala escuchando
el concierto).
Miss Europa es el regreso al formato eléctrico, pero que Eladio nos la presenta como: "Una
canción que hicimos para Eurovisión, el año del Chiquilicuatre... y gracias por
venir. ¡Qué maravilla tener un grupo y venir a tocar a la Sala Sol", nos
confiesa antes de comenzar con esta gran canción de aires reivindicativos, y que
describe muy bien —con grandes metáforas— un pasado que ahora nos escupe
gargajos plagados de amarga realidad: "os van a sacar hasta la última
gota. Desfilas tan bien pero es tan cara tu ropa, Miss Europa". Cuando
comienza a sonar Tiempo futuro,
Eladio nos recuerda eso de: "No perdáis nunca la ilusión", y nos
vuelve a demostrar que la revisión de los temas del disco anterior es altamente
positiva, pues el grupo nos vuelve a deleitar con este medio tiempo hipnótico,
atmosférico y envolvente como pocos: "quédate conmigo hasta el final".
Con Dispositivo celestial asistimos a
ramalazos de rabia concentrados tanto en la letra como en la música, que parece
que nos lanza proyectiles cargados de notas electrizantes. Un grito intenso y
progresivo como mejor forma de convertir en música una maldición: "fuego
con el fuego". Non quero perderte
suena en gallego para reivindicar las fuerza de sus raíces que, con La cruz sube de nuevo el ritmo del pop
progresivo del bueno, dosificado sin medida y que va directo a las venas:
"Enamorado de la vida"; un bucle de sonido que nos lleva hasta Con el corazón en la mano a una velocidad
que sigue firme y constante; un tema en el que Eladio arranca notas de rock
a las cuerdas de su guitarra.
El bis comienza con El silencio y Eladio a solas en el escenario:
"De momento sigue ahí, y no lo puedes evitar" (Aquí Eladio
juega a alejarse del micrófono para cantar y de esa forma conseguir que el público
guarde silencio). Y así se produce la magia, porque parece que nos está cantando
una nana. Una magnífica carta de presentación para Highway to heaven, otro gran medio tiempo que le sirve al grupo para
llegar al final con Junto a los seres
queridos, donde el ritmo se eleva y la locura progresiva se apodera del
escenario donde parece que todo puede ocurrir todavía, hasta incluso que se
pierda el orden invisible.
Ángel Silvelo Gabriel.
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