Atrapar el silencio en forma de canciones… y, a pesar de
que el mundo a nuestro alrededor se haya detenido, conseguir que el corazón nos
siga latiendo, eso es y eso significa este cancionero. Porque esa magia es la
que hace posible que sigamos rotando alrededor de un eje invisible en forma de
vida reconvertida en melodías, en una especie de juego de letras y notas, ecos
y silencios, encontronazos y ausencias... y así hasta el final, porque como
dice Ana
Muñoz (poeta y compositora): «al final del final ocurren más cosas».
Cosas, como que al leer estos versos hechos canciones, veamos a Ana Muñoz
sobre un escenario con la única compañía de una guitarra y su voz, y de nuevo,
seamos capaces de tararear con ella sus particulares y caprichosos juegos de
palabras: “del dicho al hecho hay un decapitado/ para que no me oigas si te
llamo/ habría que saber si tú estás dispuesto a actuar” (Envíos). Pero, por si
acaso las paronomasias y similicadencias que la autora nos propone fueran
insuficientes, esta tiene la sensibilidad plástica de adornar este cancionero
con imágenes bellas en sí mismas, evocadoras de palabras, como las palabras de
este cancionero, a su vez, nos evocan imágenes en un juego de ruleta infinita
que va dando vueltas y vueltas, vueltas y vueltas…
Al final,
también es, y significa, la huella que Ana Muñoz dejó en Louisiana (su
anterior grupo) y en su vida durante cuatro años (2008-2012); una huella donde
su vena creativa nos marca señales indelebles de sentimientos entrecortados,
como el amor melancólico anestesiado por la huida de, por ejemplo, Reformulación de Daddy: “tuve que huir de ti/ para llegar a mí/ y no
dije nada,/ guardé mi voz en un frasco de cristal,/ por si así se conservaba”.
Donde Daddy, hace referencia un poema de Sylvia Plath, una poetisa con la que
se la comparó en su primer poemario Solo para la noche; una tarjeta de
presentación que esta vez ha prolongado a través de un homenaje en forma de
poema (uno de los tres que se intercalan entre las letras de las canciones de
este cancionero): “Ella/ asomada a un lienzo casi vacío:/ cae por su frente el
miedo/ el mismo que bombea sus latidos”…
«Aquello que callas está hecho de gritos». Un eco, el de Sylvia Plath, que se
transforma en una profunda melodía de ecos, encuentros y reflejos que no se
oyen no se encuentran y no se ven, pues todo es opaco como la noche «Eres una
noche dentro de la noche».
Al comienzo, A
medias y Al final son las tres partes o
bloques de una misma figura, la que nos dibuja con palabras Ana
Muñoz, y a la que acompañan, fotografías de Lucía Bailón e
ilustraciones de la propia Lucía Bailón, Jorge Fuembuena y Víctor
Montalbán. Una excelente propuesta de convertir en imágenes los versos
del silencio atrapados en canciones que Ana Muñoz nos presenta en este
cancionero titulado Al final. Y si a alguien le queda alguna duda de la genialidad
de esta joven conquense transmutada en aragonesa, solo hace falta leer su
escueta nota biobibliográfica: Ana Muñoz (Cuenca, 1987). Escribe y hace música.
Le gustan las manzanas. http://www.apuntoemepunto.tumblr.com/
Ángel Silvelo Gabriel.
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