Última carta que John Keats le escribe a Fanny Brawne fechada en agosto de 1820
“Mi niña más querida:
Quisiera que inventaras
algún medio para hacerme feliz sin ti. Cada hora me concentro más en tu
persona; el resto no sabe a nada en mi boca. Me resulta casi imposible ir a
Italia… es que no puedo dejarte, y no gozaré jamás de un minuto de contento
mientras la suerte no se digne dejarme de verdad vivir contigo. Pero en esta
forma no saldré adelante. Una persona sana como tú no puede concebir los
horrores que sufren unos nervios y un temperamento como los míos. ¿A qué isla
proyectan irse tus amigos? Me sentiría feliz de ir allá contigo, pero solos;
las calumnias y los celos de los nuevos colonos que no tienen otra ocupación que
ésa para distraerse, son insoportables. Mr. Dilke vino ayer a verme y me causó
mucho más sufrimiento que placer. Nunca podré tolerar la compañía de cualquiera
de los que se reunían en Elm Cottage y en Wentworth Place. Los dos últimos años
saben amargos a mi paladar. Si no puedo vivir contigo, viviré solo. No creo que
mi salud mejore mucho mientras esté separado de ti. Y por todo eso no quiero
verte… no puedo soportar los rayos de la luz y volver luego a mis tinieblas. No
me siento ahora tan desdichado como lo estaría si te hubiese visto ayer. ¡Ser
feliz contigo parece tan imposible…! Requiere una estrella más afortunada que
la mía… No lo será jamás. Incluyo aquí un pasaje de una de tus cartas que
desearía que modificaras un poco… Deseo (si así lo quieres) que la cosa me sea
dicha con frialdad. Si mi estado lo tolerara, podría escribir un poema que
ronda mi memoria, y que sería un consuelo para amantes en la misma situación
que yo. Mostraría a alguien tan enamorado como yo, de una persona viviendo con
tanta libertad como tú. Shakespeare resume siempre las cosas del modo más
soberano. El corazón de Hamlet estaba henchido de la misma desdicha que el mío,
cuando dijo a Ofelia: “Vete al convento, vete, vete”. Sí, quisiera renunciar a
todo de una vez, quisiera morir. Estoy asqueado del mundo brutal en el cual
sonríes. Odio a los hombres y más a las mujeres. No veo más que un futuro de
espinas… Dondequiera que yo esté el invierno próximo, en Italia o en ninguna
parte, Brown seguirá viviendo cerca de ti, con su conducta inconveniente… No
veo perspectiva alguna de reposo. Supón que esté en Roma… pues allí, como en un
espejo mágico, te estaré viendo ir y volver a la ciudad a toda hora… Quisiera
que pudieses infundir en mi corazón un poco de confianza en la naturaleza
humana. Yo no puedo alcanzarla… el mundo es demasiado brutal para mí. Me alegra
saber que hay tumbas… estoy seguro de que solo en la mía conoceré el descanso.
En todo caso tendré el gusto de no ver más a Dilke, a Brown, o a cualquiera de
sus amigos. Quisiera estar en tus brazos, lleno de fe, o que un rayo me
fulminara.
Dios te bendiga
J.K.”
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