La angustia que nos produce
nuestra propia existencia alguna vez encuentra una salida. Magnética la han
encontrado en forma de metáforas que dibujan canciones, y lo han hecho con una
pátina más oscura en sus composiciones y a la vez más madura, que reflejan muy
bien el camino andando hasta la fecha. Los matices que ya se intuían en su
anteriores trabajos ya son firmes en este EP titulado Perdita Mundi o Mundo
perdido, como si esa necesidad de caos fuese la piedra filosofal
necesaria sobre la que reclamar su nuevo estilo. Aksel e Israel
eran conscientes de esa necesidad de cambio y sin duda lo han conseguido, pues
al matizar sus canciones con estos nuevos sonidos, han llegado a estilizar muy positivamente
su estilo, que alcanza su cima en la canción Atlantis, con claras referencias a algunas de las composiciones de
los últimos Second, o lo que es lo mismo, ancladas en el brit pop más
salvaje. Esos tintes anglosajones son los que Magnética han utilizado
para colorear sus canciones como si fueran una doble piel que desde lejos ya
nos anuncia un cambio. Transformaciones que generan nuevos hábitos y una nueva
vida. En este sentido, su regreso a los escenarios por todo el territorio
nacional tiene ya una primera parada de postín en la Sala el Sol de Madrid el
próximo jueves 20 de febrero; una fecha que a buen seguro servirá para dar fe
de este hecho a todos aquellos que se acerquen a escucharlos.
Pintado al óleo es el corte que abre el EP con unas enérgicas guitarras
que nos transmiten ese nuevo brillo del grupo, cercano desde el inicio a esa
necesidad de búsqueda y huida: “quién
soy, qué hago aquí… y escapo de sus manos, y estoy muy bien aquí”, y en la
que ya apreciamos una forma distinta de cantar por parte de Aksel,
como más ajustada a los nuevos ritmos, a veces, incandescentes, y otras, más
pausados. Una vertiente de la montaña que prosigue con Estático, donde los sintetizadores asoman sin miedo: “sigue soñando, sigue llorando, este mundo
se ha perdido. Sigue luchando, sigue gritando aunque todo esté perdido”, como
un perfecto reclamo de la metamorfosis total reivindicada por parte de
Magnética, y a la que acompañan, unas magnéticas guitarras con riffs de crudeza
incluidos, pues nada es tan raro y difícil como proyectarse en otro universo.
Ambara es el espacio de calma que toda transformación necesita; un
tránsito donde el alma toma aliento para decidir el camino a seguir. Atrapados
por ese estigma, Magnética juegan sin miedo con los reflejos de los sintetizadores
y las programaciones, como si fueran un manto en el que resguardarse: “navegaré por un mundo de ensueño, y llegaré
a dónde estás tú”. Un relax transitorio, pues en un instante recaemos en Atlantis como si nos hubiésemos caído
por un precipicio, al final del cual nos acoge un colchón de nuevas sensaciones
preñadas con la mejor versión de Aksel e Israel. Esta canción
conjuga muy bien las dosis necesarias de equilibrio entre tensión y ensueño necesarias,
para dotar a un tema de magia, y este sin duda la tiene, esos uh, uh, uh, en
forma de estribillo nos meten el eco del revoloteo de las mariposas por el
pecho, porque de esa forman nos conquistan el corazón a través de brillantes
aleteos: “y caíste desde el cielo”
como mejor forma de reflejar un deseo.
Everest es el punto y final de Perdita Mundi; una despedida a medio
tiempo entre los deseos y las promesas: “esta
vez no habrá paciencia para variar… las malas vibraciones” “no quiero ser tu superhéroe yo puedo dar lo
que ves”. Angustias existenciales que transmiten necesidades vitales que se
dejan arrastrar por la intensidad sonora a la que Magnética se han abonado,
y donde el coro de las guitarras se muestra portentoso bajo la voz en forma de lluvia
de Aksel,
como mejor forma de expresar metáforas que dibujan canciones.
Ángel Silvelo Gabriel.
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